por Eder Elber Fabián Pérez
En días pasados, el escritor Ulises Paniagua publicó un artículo titulado “Maples Arce en la ciudad: antes que nada, el estridentismo” en donde intenta presentarnos al poeta Maples Arce y al movimiento estridentista. Sin embargo, más que un profundo análisis sobre la vanguardia mexicana, resulta ser un mero intento por impresionar a los lectores con datos que no aportan nada nuevo a los cuantiosos y excelentes estudios sobre el estridentismo. A continuación, señalaré algunas de las deficiencias en las que incurre Paniagua.
Como bien ha indicado Alberto Rodríguez González: “Para acercarse al estridentismo es indispensable comenzar con el trabajo de recopilación y rescate de las obras y documentos relativos al movimiento realizado por el crítico Luis Mario Schneider”.[1] Una de las primeras cosas que saltan a la vista en el artículo de Ulises Paniagua es la ausencia de las opiniones eruditas de Schneider; sin embargo, y deseo resaltar esto, en algunas partes del escrito podemos notar que por lo menos alguna vez la notas de Schneider fueron utilizadas en beneficio de Paniagua. Ante esto sería prudente preguntar ¿dónde se encuentran las respectivas referencias de uno de los máximos conocedores de la literatura mexicana, como lo fue Luis Mario Schneider? Al final del artículo hallamos un escueto listado, el cual no sólo termina por revelarnos que el nombre de Luis Mario Schneider ha sido excluido del artículo, también descubrimos que no se ha incluido a ningún especialista sobre el estridentismo.
¿Acaso Paniagua se habrá olvidado de colocar las fuentes de manera deliberada, suponiendo que ya todos conocemos las opiniones de los expertos? De igual forma uno podría preguntarse ¿por qué aparece Aullido de Allen Ginsberg como una referencia para entender el estridentismo? Creo que, en lugar de esta referencia, bien pudo haber agregado estudios que de paso le hubieran ayudado a realizar un artículo menos arcaico y contradictorio.
Hacen falta estudios como El Estridentismo. La vanguardia literaria en México de Schneidero el de Evodio Escalante Elevación y caída del estridentismo donde se presentan análisis profundos sobre la vanguardia mexicana desde sus raíces hasta su caída. De igual forma, pudo haberle servido el libro de Elissa Rashkin La aventura Estridentista. Historia cultural de una vanguardia. Y por supuesto, si se habla de la ciudad de México y del estridentismo, cómo olvidar el libro de Vicente Quirarte Elogio de la calle. Biografía literaria de la Ciudad de México (1850- 1992) (libro que sí conoce, pues en otro ensayo inicia citándolo). A estos nombres habría que añadir los de Silvia Pappe[2], Noé Jitrik, Cesar Nuñez, Lydia Elizalde, Jorge Ruffinelli, Clemencia Corte Velasco, Francisco Javier Mora, Alberto Rodríguez González, Samuel Gordon, Rocío Antúnez Olivera, etc. (Todas estas investigaciones nos demuestran que el estridentismo no es una mera curiosidad, como indica Paniagua, sino que a través de los años el movimiento ha adquirido el reconocimiento debido).
También le hubieran sido útiles los siempre fundamentales ensayos de José Emilio Pacheco, José Joaquín Blanco, Marco Antonio Campos, Octavio Paz y Carlos Monsiváis, además del libro de Guillermo de Torre Historia de las literaturas de vanguardia. Y ni siquiera hablemos de un texto fundamental como lo es El movimiento estridentista de Germán List Arzubide. A todo lo anterior habría que sumar la correspondencia entre Maples Arce y Guillermo de Torre. Sin mencionar las memorias de Maples Arce Soberana Juventud y una entrevista realizada por Roberto Bolaño (en vista que Paniagua prefiere remitirse a estas fuentes que a estudios críticos).
Ulises Paniagua, al centrase en datos “curiosos” sobre el movimiento, olvida señalar un detalle relevante en torno al inicio de la vanguardia mexicana: el primer nombre con el que se conoció al movimiento fue Actualismo. Prueba de ello es una carta que Maples Arce le envió a Guillermo de Torre el 12 de agosto de 1921, meses antes de que el manifiesto apareciera en las esquinas de la ciudad,[3] en tal misiva puede leerse:
Estimado poeta:
A través de las páginas de Cosmópolis, he seguido su interesante labor de propaganda y divulgación de las nuevas tendencias literarias. Yo, también, como usted, soy un convencido. Por eso, en nombre del grupo actualista de México, me permito inferirle una molestia, que desde luego, creo está fuera de toda censura…[4]
Por si esto no fuera suficiente, al inicio del manifiesto Actual No 1 [5]encontramos: «En nombre de la vanguardia actualista de México, sinceramente horrorizada de todas las placas notariales…» y al final del mismo «…a todos esos, los éxitos en nombre de la vanguardia actualista de México, para que vengan a batirse a nuestro lado en las lucíferas filas de la decouvert…».
¿Por qué Maples Arce optó por este título en primera instancia? Evodio Escalante menciona que este nombre y “más que nombre toda una postura ecléctica”, podría surgir de un verso de Ramón López Velarde donde termina por aludirse “la hora actual con su vientre de coco”. Poema que “se publicó de manera póstuma el mes de junio de 1921 en la revista El Maestro que dirigía José Vasconcelos; es decir, apenas seis meses antes que Maples Arce concibiera y diera a conocer su proclama”[6], y más adelante se nos aclara: “La hora actual tiene un vientre de coco, imagen que remite a una idea de fertilidad; es así como llevan el vientre las mujeres embarazadas, cuando ya les falta poco para dar a luz. Lo que López Velarde está diciendo es que la actualidad del país en el que vive está preñada y que pronto habrá novedades que contar.”[7]
Es visible la relación entre este fragmento del poema de López Velarde con lo que será el movimiento actualista de Maples Arce, mismo que no pretende un más allá, ni una visión retrógrada, sino un presente, un “quedarse quieto e iluminado en el minuto presente”. Como se indica en el punto XII del manifiesto: «Nada de retrospección. Nada de futurismo. Todo el mundo, allí, quieto, iluminado maravillosamente en el vértice estupendo del minuto presente; atalayado en el prodigio de una emoción inconfundible y única y sensorialmente electrolizado en el ‘yo’ superatista, vertical sobre el instante meridiano, siempre el mismo, y renovado siempre. Hagamos actualismo.» A esto habría que añadirle el comentario de Arqueles Vela sobre el movimiento: “El estridentismo se diferencia(aba) de otros movimientos de vanguardia en su posición actualista. Intentaba crear un arte para el presente y no para el pasado.”[8]
Como bien se ha visto “El actualismo cristaliza el ahora y se queda a vivir en él. Esta sería la principal deuda del estridentismo con López Velarde”.[9] Sin embargo, este primer nombre no prevaleció «sino el de Estridentismo, rubro que empieza a volverse famoso a partir del encuentro en 1922 de Maples Arce con Germán List Arzubide y Salvador Gallardo, quienes se adhieren de modo definitivo al movimiento iniciado por el primero», en palabras de Evodio Escalante. En este mismo año, y después del encuentro, lanzaron el segundo manifiesto estridentista, solo que en esta ocasión no sería en la Ciudad de México, sino en la capital poblana, provocando el escándalo entre la sociedad. De lo anterior se alcanza a entrever la influencia que tuvo Ramón López Velarde en Maples Arce y la vanguardia mexicana, cosa que no queda clara en el ensayo de Paniagua, quien en lugar de demostrar el vínculo entre los poetas, prefiere señalar a Whitman, de nueva cuenta sin demostrarnos cómo se da la relación entre el poeta mexicano y el norteamericano, como sí lo ha hecho Claudia Kerik al indicar que Maples Arce ha traído “las escalas entonadas por Walt Whitman en el espacio creado por el poema ‘Urbe’, para intentar hacer de la revolución mexicana y la revolución industrial un solo himno febril…” (a esto habría que sumarle, gracias a la entrevista realizada por Bolaño a Maples Arce, que este último refiere además del nombre de Walt Whitman el de Verhaeren, aludiendo “la exaltación de la vida moderna, de las máquinas y del trabajo”), y agrega: “Uno de ellos fue Walt Whitman (a quien también admirarían los beatniks)…”. Un dato curioso pero inservible, que sólo termina por destacar su vago conocimiento sobre el movimiento estridentista.
Retomando el tema de las influencias que cita Paniagua, éste deja de lado aquellas que de forma directa repercutieron en el movimiento. Si bien indica: “La corriente del estridentismo surgió en México en la década de los años veinte del siglo pasado, bajo la influencia de las vanguardias europeas, entre ellas la Bauhaus, y los famosos “ismos”: expresionismo, surrealismo, dadaísmo”, el autor olvida que en el punto número VII del manifiesto de 1921, Maples Arce señala: “Ya nada de creacionismo, dadaísmo, paroxismo, expresionismo, sintetismo, imaginismo, suprematismo, cubismo, orfismo, etcétera, etcétera, de ‘ismos’ más o menos teorizados y eficientes”. De esta forma, el estridentismo proponía una ruptura contra tales vanguardias más que aceptarlas, y ni siquiera podríamos decir que la principal influencia sea el futurismo ya que en el punto XII señala la posición del estridentismo frente a tal vanguardia. Y ni qué decir sobre la idea de que Marinetti influyera en la poesía de Maples Arce, pues en su momento señaló: “Decir que Marinetti influyó en mí es absurdo. Mi poesía no tiene nada que ver ni con las tendencias estéticas ni con la poesía misma del escritor italiano.”[10]¿Cuáles fueron entonces las influencias que hicieron posible el estridentismo? Como bien lo ha visto de nueva cuenta Evodio Escalante, algunos de estos nombres y movimientos provienen del “Directorio de vanguardia” en la parte final de Actual No 1:
…al ultraísmo español e hispanoamericano se destacan en primer lugar, entre otros, los nombres de Cansinos Asséns, Gómez de la Serna, Gerardo Diego, Ramón del Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset, Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro. En segundo lugar, aparecen diversos impulsores de la vanguardia mexicana a los que Maples Arce reconoce un ascendiente […] Alfonso Reyes, José Juan Tablada, Diego M. Rivera, David Alfaro Siqueiros, Mario sic de Zayas, José D. Frías, Fermín Revueltas, Silvestre Revueltas, Pedro Echeverría y por último, Gerardo Murillo (Doctor Atl). Sigue en tercer lugar lo que sería el estrato de los artistas franceses con decenas de nombres entre quienes se encuentran Tristán Tzara y Paul Éluard […] otro estrato más o menos reconocible de dadaístas como Marcel Duchamp, Picabia y Walter Conrad Arensberg […] una cuarta sección de artistas soviéticos […] y por fin una lista de miembros del futurismo, entre los que están por supuesto Marinetti, Severini, Boccioni y otros más.
Visto de este modo los estridentistas tuvieron influencias españolas, hispanoamericanas, mexicanas, francesas, soviéticas y por último italianas, pero en ningún momento nos es remitida de manera directa la influencia de Whitman (por lo menos no para el movimiento).
Tan solo he mostrado algunos errores que comete Ulises Paniagua en este embrión de artículo. Faltaría espacio para señalar su parca mención de miembros del estridentismo (sólo menciona a Maples Arce a quien le dedica todo el escrito, esbozando los nombres de List Arzubide, Arqueles Vela, Concha Urquiza [11]y Tina Modotti)[12] o la postura que toma respecto a los “elogios” que Jorge Luis Borges hace sobre el estridentismo destacando la figura de Maples Arce sobre la de Borges. La conclusión a la que llega Paniagua, de la cual yo y varios compañeros hemos tachado de “raquítica” “pretenciosa” e “ineficiente”, nos deja en claro que el artículo de Ulises carece de seriedad, de calidad y de información relevante. Lo mejor que pudo haber hecho Paniagua es negarse a realizar este artículo, considerando la importancia que tiene el estridentismo no sólo en México sino en toda hispano-américa. Bien podría culpar al poco espacio que le facilitó la revista (el 17 de junio del presente año Julio Cesar Martínez también publicó un artículo de similares dimensiones en la misma revista “Manuel Maples Arce y el estridentismo”, el cual nos demuestra que el espacio no es ningún problema para brindarnos un buen artículo), pero… ¿acaso no lo idóneo hubiera sido negarse a escribir un artículo con tales limitaciones? ¿Acaso pretendía que el lector lo elogiara por estos famélicos aportes? No lo sabremos, sin embargo ahora que los lectores han conocido las deficiencias de dicho artículo, podrán elegir si se quedan con éste o con los grandes aportes que han hecho los especialistas e investigadores sobre el estridentismo.
Notas:
[1] Rodríguez González, Alberto. “El estridentismo presentista de Germán List Arzubide”. En Ocho escritores latinoamericanos del siglo XX. Coords. Ociel Flores Flores y Gloria Ignacia Vergara Mendoza. México: Serie Estudios Biblioteca de Ciencias Sociales y Humanidades UAM Azcapotzalco, 2010. Pág 18.
[2] Al final del ensayo dejaré una bibliografía recomendable donde podrán hallarse diversos títulos y ensayos referentes al Estridentismo.
[3] Luis Mario Scheneider cuenta que además de lo ocurrido en la mañana de diciembre, por la noche “se desvelaron en la Academia de la Lengua los correspondientes de la Española haciendo guardias por turnos, se creía en un inminente asalto; el autor ponía al fin de su grito subversivo, una lista de trescientos nombres de rebeldes.
[4] García, Carlos. “Manuel Maples Arce: correspondencia con Guillermo de Torre, 1921-1922”. En Literatura Mexicana, 1 (2004): 156.
[5] Schneider, Luis Mario comp. El Estridentismo, México 1921-1927.México: UNAM- Instituto de Investigaciones Estéticas, 1985. Pág. 41-48.
[6] Escalante, Evodio. “Los noventa años de Actual No. 1. Observaciones acerca del manifiesto estridentista de Manual Maples Arce”. Signos Literarios. 15 (2012). Pág. 15.
[7]Ibid., p. 16.
[8] Gordon,Samuel.“Notas sobre la vanguardia en México”. En Cuadernos Hispanoamericanos. 524 (1994). Pág. 62.
[9] Ibid., p. 59.
[10] Bolaño, Roberto. “Tres estridentistas en 1976: Arqueles Vela, Maples Arce, List Arzubide”. Plural. 62 (1976), Pág. 54
[11] Como bien se sabe Concha Urquiza tuvo contacto con algunos miembros del movimiento estridentista, en especial con Arqueles Vela, frecuentando el Café de Nadie, sin embargo como tal no forma parte del grupo. Esto nos lo deja en claro Javier Sicilia en “La pasión de Concha Urquiza” y Evodio Escalante en “Concha Urquiza y la oscura lumbre de Dios”.
[12] Olvidándose de Luis Quintanilla (Kyn Taniya), Salvador Gallardo, Miguel Aguillón Guzmán, Francisco Orozco Muñoz, Humberto Rivas. En lo que respecta a las mujeres estridentistas sólo las menciona, sin destacar nada de sus aportaciones a la vanguardia mexicana. Como si lo hace Elissa Rashkin quien nos hace saber la trascendencia de Tina Modotti en el grupo “ellos (los estridentistas) se inspiraron en sus fotografías que publicaron en la revista horizonte, siempre apoyándola como fotógrafa…mostrando la belleza en la vida cotidiana, sobre todo en la vida urbana con todo su caos ” a estos nombres habría que agregar el de Lola Cueto “muy valorada por el movimiento” Adela Sequeyro periodista, poeta, cinematografa su poesía “solía ser de naturaleza erótica”, como cinematógrafa “rompió con las convenciones naturalistas”. Nahui Ollin (María del Carmen Mondragón) pintora y poeta y Nellie Campobello escritora y bailarina. Además de una gran lista de artistas que pasaron por las filas del movimiento estridentista como: Manuel M. Ponce, Silvestre Revueltas, Ramón Alva de la Canal, Leopoldo Méndez, Fermín Revueltas, Diego Rivera, Germán Cueto, Jean Charlot, etc.
Fuentes citadas
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Escalante, Evodio. Elevación y caída del estridentismo. México: Conaculta-Ediciones sin Nombre. 2002.
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García, Carlos. “Manuel Maples Arce: correspondencia con Guillermo de Torre, 1921-1922”. En Literatura Mexicana, 1 (2004): 151-162.
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Eder Elber Fabián Pérez (Ciudad de México) es estudiante de la licenciatura de Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana en Iztapalapa. Ha publicado poesía en revista Tlacuache y en Buenos Aires Poetry, ensayos en la revista El Comité 1973 sobre la obra de J.D. Salinger y en Círculo de Poesía sobre el tema del erotismo en la poesía de Mario Bojórquez. También ha publicado cuento en la revista Campos de Plumas. Ganador en el 2019 del concurso DI CAPACIDAD por su cuento Él no es una carga.