Más allá de la fábula
Felipe Rivera Burgos
En el principio, la fábula
Editorial Efímera, Honduras
El pasado mes de julio el escritor hondureño Felipe Rivera Burgos (Tela, Atlántida, 1968) presentó en el VI Festival Internacional de Los Confines su tercera obra, En el principio, la fábula, que ve la luz de la mano de la editorial Efímera, con prólogo de Carlos Ordóñez e ilustraciones de Itzul Galeano. Antes de este libro, el narrador, poeta y editor contaba con otras dos publicaciones en su haber: la colección de cuentos Para callar a los perros (2004) y el poemario Ese verde esplendor (2006).
Ya en el título el lector se encuentra con un adelanto de lo que le espera en el interior: cuarenta y cinco microcuentos presentados como fábulas. Es indiscutible que Felipe Rivera Burgos ha leído de forma precisa a aquellos clásicos que lo precedieron en el género, desde Esopo hasta La Fontaine, sin olvidar la herencia centroamericana de Monterroso. Además, los protagonistas de sus ficciones toman forma animal para iluminar el espíritu crítico del lector ante actitudes reprobables de los humanos, como la prepotencia, la ignorancia o la artificiosidad. Pero, si el autor se quedase en eso, en un emular con tino y cierta gracia lo que otros elevaron a la categoría de obra maestra, si se quedase en el mero servirse de un esqueleto formal y mover los engranajes de un género dado, el libro no tendría más interés, sería una concatenación de ficciones cortadas por un mismo patrón.
Nada de esto sucede en En el principio, la fábula, porque Felipe Rivera Burgos va más allá de la fábula. Nos habla de ratones, zorros y urracas, sí, pero para subvertir el tópico, la idea preconcebida, porque no menosprecia la inteligencia de su lector: sus palabras saben callar, sus puntos finales son una invitación a recoger el guante, a aceptar el desafío de la reflexión que no muere cuando el texto termina. La moraleja existe, por supuesto, pero, cuando creemos que hemos llegado a ella, el narrador, gracias a una hábil vuelta de tuerca ―en ocasiones, un giro surrealista―, se aleja de la moralina, del consejo superficial y edificante, regatea y nos roba el balón, si se me permite la metáfora futbolística.
A pesar de la brevedad de las historias, el libro despliega un variado abanico de temas ―siempre desde un posicionamiento crítico que no dogmático― que parten de lo sencillo para afluir en lo existencial. Es contra la ortodoxia, el convencionalismo gris y la corrección que estas fábulas apuntan y disparan. En «El Mono que perdió el interés por todo» se plantea la cuestión del artista cortejado por el poder político (encarnado, no es baladí, por el Buitre). En «La congregación de los mayores» la redención espiritual del Gallo pasa por el final de sus escarceos extramatrimoniales, con el resultado de una vida yerma y malgastada. «Por qué el Topo no aprendía a leer» nos habla del escritor que se zambulle en los tesoros deslumbrantes de la palabra para huir de la mediocridad cotidiana, de esa realidad defectuosa, falaz, con la que comercian los burócratas, los poderosos o los fanáticos.
En estas fábulas hay humor, una risa abierta que acaba en mueca sarcástica. Hay combate e inconformismo. Hay riquísimas reflexiones sobre la función del arte y la fuerza del lenguaje, a menudo a través de la paradoja y de la ironía, esos espejos deformantes. Hay hermosos destellos de poesía («una partícula radioactiva parecida a una luciérnaga»). Pero también hay desolación y fatalidad, desamparo y decepción, nostalgia de un pasado donde lo espontáneo y lo natural no se habían aún contaminado, como en esos versos suyos que dicen: «De aquellos días sólo queda el rumor / de las cosas arrastradas por el tiempo».
Felipe Rivera Burgos es un narrador libre, brillante y hondo, que en este volumen, En el principio, la fábula, nos brinda unas historias valiosas y poliédricas, fértiles en interpretaciones. No se las pierdan.
Por Margarita Leoz

MARGARITA LEOZ (Pamplona, España, 1980)
Licenciada en Filología Francesa por la Universidad de Salamanca y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Barcelona. Autora del libro de poesía El telar de Penélope (Calambur, 2008), de los libros de relatos Segunda residencia (Tropo Editores, 2011) y Flores fuera de estación (Seix Barral, 2019) y de la novela Punta Albatros (Seix Barral, 2022). Sus artículos y sus críticas literarias han aparecido en revistas como Cuadernos Hispanoamericanos, Revista 5W, Litoral. En 2021 fue seleccionada para el proyecto «10 de 30» de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), que elige a los diez mejores escritores españoles menores de cuarenta años para promover su obra en el extranjero.