Poema Anarquista
La gran mesa está servida con pan, Jamaica y frutas. Mesa oblonga llena de invitados.
Sun Ra ha tomado su lugar frente a un plato pequeño de nueces indias, chasqueando ritmos
en su muslo mientras prueba los nogales. En sus gafas oscuras los comensales se reflejan
transformados en silbido dentro de su jazz mind.
(And the jazz mind expands) | Nuclear war. If you push that button
Miles, Pharoa, Charlie, Chet. La gran mesa está servida al fraseo de sus carcajadas y el olor de
las cadenas fundidas en trompetas y trombones. Un hombre toma a una mujer para tatuar un
baile a medio patio. Un grito colorido los premia: “¡Den el mundo a esos como postre!”
(la mesa como mundo) | If they push that button, what you gonna do?
La gran mesa está servida para el tuerto el contrahecho el tartamudo. Ya el aceite, ya el maíz, los
acordes y un encontronazo de la hechicería negra free, swing, ácida, beebop. Los prójimos y las
mujeres se toman de las manos escuchando la vegetación sonora de los cien jazzistas.
(y la música de jazz mind) | If they push that button goodbye
Más tarde, la noticia se ha expandido ya: la alcaldía está en llamas. El fuego cruje imitando el rocío
de unos platillos. Prójimas y hombres se toman de las manos para hacer silencio. Sun Ra formaliza
un epitafio saxofónico, pianístico, soul, blues que adereza los sabores de esta, la gran mesa
rectangular.
La balada del apocalipsis
1.
El fin se acerca, pero… No temáis. Es solo una guasa demoniaca del que ha venido a apostar con
Dios. ¿Y qué se han jugado? La divina vanidad. Así que carga con tu abrigo. La noche durará.
2.
En la finca las manos de los peones se beatificaron. Las herramientas han quedado abatidas.
El patrón, desesperado, culpa al mayoral que, confundido, culpa al flojo látigo.
En las manos de los peones nacen brasas, y el patrón y el capataz se miran consumando su derrota.
Se marchan extraviados sin saber qué hay delante de ellos.
Con sonrisa las mujeres preparan pan. Mañana, la luna ya no brillará en las cadenas.
3.
Mi amor, ¡mi hermosa compañera!, he traído una vela a tus manos para que la alces esta noche sobre
la encanecida ciudad.
Sabes que ahora temo ir a los conciertos: ¿es que acaso el ángel se disfrazará de trompetista para
improvisar el fin de los tiempos? Y no es que tema al apocalipsis, sino a que el concierto esté
incompleto.
Por ello, alza la luz, mi amor compañera, dame tu mano y alaba.
Yo escucharé tu voz como quien mira el anochecer con sus estrellas y celajes, cantando como un
salterio triste y a la vez esperanzado, tañido por el eros de tu cuerpo.
Y al romperse el sello séptimo seguiré afirmando “Aquí me quedo. Aquí contigo”, mi hermosa
compañera.
X
En la última hora, en la letra final, no termina.
El tiempo la extiende,
Al norte y al sur cabalga batiendo el ovillo de su hondo cabello.
En la última hora comienza la sucesiva.
Su piel vestida de sol es el bronce inequívoco para su gaya sonrisa.
El campo ahí vive, y cuelga de su bengala el jadeo y la esencia a café,
Ahí exprime la arena del manantial y juega en el agua, debajo de la cascada, desnuda…
Felizmente desnuda.

Juan Pablo Jaime Nieto es originario de Celaya, Gto. Es licenciado en filosofía por la Universidad del Claustro Sor Juana, maestro en Filosofía Contemporánea Aplicada por la Universidad Autónoma de Querétaro y actual candidato a doctor en Filosofía por la Universidad de Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Profesor en el en seminario diocesano de Celaya, Gto. Ha publicado en diferentes journals especializados, en la revista “Tiempo de derechos” y en la compilación “Voces de la laja” convocado por el Sistema Municipal de Cultura de Celaya.