Cicatriz y otro texto de Renán L. Cuervo

por Renán L. Cuervo


CICATRIZ

Los padres primerizos se alejan del hospital, su recién nacido en el asiento trasero y una sonrisa cansada en sus rostros.

—¿Estamos listos? —pregunta ella.

—No sé —, contesta él, su mirada fija en la carretera.

La mujer mira hacia abajo y juega con sus dedos. El hombre quita una palma del volante y la detiene.

—Pero hagámoslo por Sofía.

Ella sonríe y lleva la mano de él al espacio debajo de su ombligo, donde la cicatriz que sanó hace meses aún le duele por las noches.

En el retrovisor, la bebé aún duerme. Más allá, enfermeras, doctores y una mujer en bata de paciente corren de un lado a otro en busca del infante que falta.


ES POR ALGO

Estás en la azotea de un departamento, donde una bocina solitaria toca reggaetón desde la esquina de la terraza.

¿Mujeres? Pa’ traer de arriba a abajo / Mañana yo no sé y no me importa / Hoy echamos fiesta y relajo / Y el próximo fin, repetimos con otra

Alguien envolvió los focos que delinean la barandilla con celofán rojo y azúl para darle un toque underground al lugar. El resultado, como cualquier iniciativa de gente borracha, te causa más pena que asombro.

Pero no importa, no estás aquí por el ambiente —lo que tú quieres es suficiente ruido, alcohol y cuerpos ajenos para apaciguar la tempestad que ruge en tu cabeza, el huracán con nombre y apellido que no te ha dejado navegar la vida agusto desde hace semanas. Sin embargo, algo sucede que cambia el objetivo de la velada.

La ves ahí, parada en una esquina rodeada de sus amigos. La reconoces por su pelo liso color ámbar que cae sobre sus hombros pecosos y llega hasta el huequito de su espalda. Si el escote de su espalda bajara más, verías su tatuaje de kanjis que poca gente conoce.

—Significa esperanza en japonés —, te dijo en el estudio de tatuajes.

Aquel día, le preguntaste si tenía miedo. Recuerdas cómo te miró y dijo que no mordiéndose el labio y achinando sus ojos con ese brillo que tienen. No soltó tu mano durante toda la sesión. Al final, le regalaste un dije de jirafa, su animal favorito. Rara vez la volviste a ver sin él puesto.

Lo último que querías era topártela aquí, pero la ciudad es pequeña y todo el mundo se conoce entre sí. De cualquier forma, y por la naturaleza terca del amor, no puedes evitar que el momento inflame las brasas de un fuego que lleva tiempo perdiendo calor. ¿Tendrá puesto el dije?

Echas la cabeza para atrás empinando la segunda cerveza de la noche; dejas que el valor líquido se escurra hasta el centro de tu pecho y se expanda. Agarras la tercera botella de la hielera, la destapas y te abres camino entre la multitud.

El parloteo del grupo donde ella está se mezcla con la música de turno.

Y sé que tú sientes lo mismo que yo / Por acá sigue lloviendo, y no dejo de pensar en la última vez que te hice mujer / ¿Por qué tan lejos, girl?, si ya yo estoy aquí

Logras murmurar un hola bastante manso, pero nadie lo escucha. Tomas un aliento profundo. El segundo intento parece más un grito que aterriza en el silencio entre canciones. Todas las miradas caen sobre tí, incluida la de ella. Una persona del grupo se ríe, de repente todos lo están haciendo. Ella se da la vuelta y huye hacia los baños.

Piensas ir tras ella, pero decides retirarte a tu lugar junto a la hielera. Mientras te alejas, las risas se van perdiendo con la música y el bullicio. La conmoción no te dió oportunidad de ver si tenía puesto el dije. Del puro coraje, tomas de la tercera cerveza hasta que pruebas aire. Abres la cuarta botella.

—¿Por qué te gustan tanto las jirafas? —le preguntaste aquel día afuera del estudio de tatuajes.Jugaba con la alhaja entre sus dedos, recuerdas cómo sonreía mientras lo hacía.

—Me gustan que son altas, que ven más lejos que cualquier otro animal.

El cosquilleo del alcohol en la parte de atrás de tu cráneo se arrastra hacia tus brazos y piernas. La valentía comienza a perder terreno, mientras las dudas lo ganan. Decides ir a la parte de la terraza que da a la ciudad. Lejos, las luces de las casas y los edificios bailan como chispas titilantes. Piensas en el brillo de sus ojos y tienes un debate contigo mismo:

No me quiere aquí.

¡Pero vino! Seguro vino a buscarme.

Hay otras personas; es una fiesta, sonso.

Pero estoy aquí, y ella también… Es por algo.

¿Es por algo?¡Es por algo!

Le das vueltas a la frase como cadena de bicicleta mientras paladeas un sorbo de cerveza. Piensas en lo misterioso que te has de ver ponderando filosofía con la noche de fondo. Decides que la respuesta es obvia: el destino los puso a ella y a ti sobre esta terraza, en esta fiesta, con la intención de reunificarlos.

Es por algo.

Con ánimos renovados, la buscas entre la multitud desde el barandal. Después de un rato, la ves salir del baño buscando a sus amigos entre la gente. Justo cuando decides caminar hacia ella, te ve, pero no lo hace más que por un instante —toma nota de ti como una persona se fija en una silla rota o un muro vacío.

En ese microsegundo, cuando sus miradas se encuentran, te percatas de dos cosas: la primera es que no tiene el dije de jirafa puesto; la segunda es que, en ese momento, cuando sus ojos cruzaron caminos, a los suyos les faltaba su brillo.

La borrachera se evapora. Algo en tu pecho se expande, cruje y desmorona. Volteas a la ciudad y recargas los brazos sobre la orilla del barandal. Piensas que si fueras una jirafa podrías ver más lejos, más allá de las luces mercuriales que parecen arder como incendios en un bosque. Dejas caer la botella y buscas la explosión de vidrio, pero la música retumba y no escuchas nada.

Hace mucho tiempo que le hago caso al corazón / Y pasan los días, los meses pensando en tu olor / Ha llegado el tiempo para usar la razón / Antes que sea tarde y sin querer me parta en dos

Le ruegas al destino por una respuesta.Te la repite: Es por algo.


Renán L. Cuervo (Monterrey, N.L. México, 1989) es un escritor de ficción corta y especialista en comunicación medioambiental graduado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del TEC de Monterrey (ITESM) y la Maestría en Desarrollo Sostenible del Instituto de Estudios Sociales (ISS) en La Haya, Países BAJO. Cuando no está escribiendo boletines de prensa, artículos para blogs y posts para redes sociales, Renán está creando cuentos sobre monstruos, criaturas extrañas, magia negra y otros miedos que le fascinan. Actualmente reside en la capital Yucateca de Mérida y pasa sus tardes agarrando el fresco en su balcón.

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La historia secreta de la iglesia

por Rafael Ruiz Medina


1

En el centro de la ciudad en que tuve la suerte de nacer, como en todas las grandes capitales del mundo, hay grandes avenidas con cafés y restaurantes, teatros, librerías, hoteles y parques; y hoy en día también, grandes almacenes en donde
comprar tecnología. Hay estatuas y fuentes y en algunas esquinas hay placas que conmemoran momentos históricos. Hay sin embargo en mi ciudad una historia que yo estimo importante, pero que de no ser por este testimonio, estoy casi seguro que quedaría para siempre olvidada. Me refiero a la construcción de Iglesia de la Noguera, que hoy los turistas pasan por alto y aún más los creyentes; pero que a mediados del siglo pasado atrajo invariablemente la atención de los extranjeros por gigantesca e incompleta, por el aura de ruina romántica que imponía. La construcción, rodeada de cipreses, generaba desconcierto cuando la vista la recorría de abajo hacia arriba, pues carecía de cúpula, estaba abierta al cielo. Una abrupta y evidente interrupción de la estructura la asemejaba más a la torre del tarot que a un templo cristiano. Un periodico de 1955 registra una crónica en la que el periodista Ricardo Saenz se refirió a ella como un gran ojo de piedra que le devuelve la mirada al gran ojo del cielo.

A unas cuantas calles se encuentra la casa que durante años fue la residencia de Mariano Fulcanelli, el arquitecto que ganó el concurso para construir la iglesia en 1935. En aquellos tiempos de bonanza las autoridades se habían propuesto emprender la construcción de una magnífico templo que por un lado respondiera a las necesidades de la población religiosa (que por esos años era populosa) y que por el otro, compitiera con la recién inaugurada Catedral Metropolitana de Liverpool. El fallo a favor de la propuesta del entonces joven Fulcanelli no estuvo exento de polémica, pues su proyecto distaba mucho de las tendencias funcionalistas de la época. La propuesta de Fulcanelli apostaba por una mezcla de neoclasicismo de finales de siglo y algunas ideas del futurismo italiano de los años 20.

2

A finales de 1941, cuando el edificio estaba casi listo, ocurrió algo imprevisto: Fulcanelli, que por entonces ya era una figura pública respetada, cayó enfermo y tomó la decisión de interrumpir el proyecto de forma indefinida y marcharse a Turín con su mujer, Estela Fulcanelli, a pasar una temporada de reposo y de aire puro, como le sugirieron los médicos.

Sin embargo, la ausencia del arquitecto, así como su vida, se prolongó más de lo esperado y en la ciudad; la gente, confundida, se comenzaba a impacientar por ver el edificio terminado. Esto generaba un dilema, pues el diseño y la colocación de la cúpula constituían gestos simbólicos y exclusivos, reservados de una manera supersticiosa a Fulcanelli. Pasaron un par de años más y nuevos funcionarios públicos, para no desairar al arquitecto robándole la pincelada final de su obra maestra y para al mismo tiempo apaciguar a la población, resolvieron abrir las puertas de la iglesia inacabada, únicamente añadiendo pequeñas mejoras provisionales que la hicieran más o menos adaptable a las inclemencias del clima.

Durante ese periodo Fulcanelli había mejorado por completo y con renovado inesperado vigor, viajaba con su esposa Estela alrededor del globo para impartir conferencias y recibir reconocimientos por parte de las instituciones más prestigiosas del mundo. Curiosamente, lo único que construyó por aquellos años fue el modesto pero hermoso cenotafio de Laika, la perra espacial soviética que orbitó la Tierra por primera vez a bordo del Sputnik.

3

En el año en que falleció su esposa Estela; yo me encontraba en el Perú, impartiendo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, un curso titulado La filosofía nihilista en la literatura latinoamericana, cuyas directrices principales eran una mirada profunda a las obras de Nicolas Gomez Davila.

Todos los hombres con una vocación definida saben reconocer los momentos estelares de su carrera. A mi me llegó el mío un domingo por la noche, después de pasar todo el día en la biblioteca de la universidad tomando notas para mis próximas ponencias.

Mi editora me habló por teléfono. Me puso al tanto de una noticia que en los próximos días inundaría los diarios y noticieros de toda la región: Fulcanelli había anunciado su regreso a la ciudad para terminar su obra. Yo no podía creerlo, lo daba por muerto. ‘Pero hay más –me dijo excitada mi editora– la hija Fulcanelli me ha llamado y ha dicho que el maestro no concedería entrevistas a los medios; pero quiere darte una entrevista ¡Sólo a ti! Al parecer le gustan mucho tus novelas. Tienes que subirte al primer avión y venir, la cita es al mediodía en su casa, el miércoles ¿Entiendes que esto es un momento clave para la revista, para tu carrera, para el mundo?.’ Me pareció que mi editora exageraba un poco, pero claro que lo entendía, lo entendía de sobra. Un sentimiento de trascendencia creciente me acompañó hasta mi regreso a la ciudad.

4

Llegué a la medianoche del martes, en un bloc de notas garabatee algunas preguntas esenciales: ¿Cuál era aquella enfermedad que tan intempestivamente le impidió continuar su iglesia? y ¿Por qué, habiéndose recuperado no se había decidido a terminarla años antes? ¿Por qué lo hacía ahora, de forma tan inesperada, tras la muerte de su mujer? ¿Qué había cambiado? La elucubraciones y la anticipación no me dejaban dormir. Me tome una pastilla que casi de inmediato me sumió en un sueño de piedra.

Al amanecer, afuera de mi edificio había un chofer esperándome. Yo llevaba un pequeño bolso de cartero con un par de libretas y bolígrafos, no llevé la grabadora. Me sentía como el protagonista de una novela de mis novelas policiacas. Sentí acercarse la revelación de un verdadero misterio.

El trayecto en auto que debió haber sido de no más de 30 minutos, me pareció eterno. Finalmente atravesamos una reja color verde y por un camino de tierra no muy largo, flanqueado por jardines franceses, me apeé en la puerta de la casa, donde me recibió una mujer de mediana edad (inmediatamente la reconocí de los diarios, era la hija de Fulcanelli) y sin preguntarme nada, me pidió que esperara en la sala. Hundido en el sillón, esperé minutos que a mi me parecieron horas. La hija de Fulcanelli apareció finalmente.

–Lamento mucho que haya tenido que esperar tanto, Rafael– me dijo la mujer– pero mi padre ha pasado una muy mala noche. Desde que murió mi madre su temperamento se ha tornado cada vez más melancólico. Y su salud ha empeorado mucho desde hace una semana, cuando hizo el anuncio.

La mujer debió haberse percatado de mi inquietud, pues agregó:

–No se preocupe, mi padre aún está dispuesto a verlo, mientras hablamos el médico lo está examinando. Me pidió que le dijera que por favor lo esperara –y agregó espontáneamente– ¿ya desayuno, Rafael? ¿Quiere una taza de café?

Admití que sí y aproveche para hacerle varias preguntas.

–Yo lo único que puedo decirle es que siempre ha sido un gran padre, un gran ser humano. La gente lo considera estrafalario y excéntrico, pero él es muy sencillo ¿sabe? Y muy simpático, tiene un gran sentido del humor. Debió haberlo visto trabajar en sus buenos años. ¡era–es–un genio! Es una pena verlo tan cansado, tan disminuido, como una vela que se apaga… supongo que simplemente se ha hecho mayor. Tiene 98 años, a final de cuentas la gente tiene que morirse ¿no es así? Quiero decir, cuando ya no tienen por qué vivir.

– ¿Por qué dice eso?

– Por el fallecimiento de mi madre–dijo y suspiró pensativa, apesadumbrada.

En ese momento el doctor apareció en la estancia, intercambió algunas palabras sombrías en voz baja con la hija, que lo acompañó hasta la entrada y reapareció después de unos minutos. El maestro estaba listo para recibirme.

Los muebles de esa gran habitación eran casi todos de nogal, los libros y los planos llegaban hasta el alto techo, un poco como me lo había imaginado. Flotaba en el aire un característico olor a viejo y a tabaco de pipa. Había mucho polvo en los candelabros. El anciano arquitecto estaba sentado en un sofá color verde y daba la impresión de que jamás se movería de ahí. Me sonrió cordialmente, con un gesto de la mano me invitó a sentarme frente a él. Fulcanelli era como yo lo había visto en algunas fotos, solo que muy viejo. Estaba delgado, casi un esqueleto, pecoso, arrugado. Como todos los enfermos terminales, daba la impresión de no haberse bañado en días. No vestía de la manera suntuosa en la que solía aparecer en las fotografías que se publicaban en las revistas, estaba en bata. Sobre su regazo había una manta y sobre la manta un gato que ya era casi cartílago, igual de viejo que él. No obstante, su voz era clara.

–Debe sentirse usted muy afortunado de estar aquí, Rafael ¡Y no es para manos! Le contaré algunas cosas importantes.

El maestro sonrió cómplice, en sus ojos cansados brillo por un momento la legendaria pasión de su genio.

Lo escuche con el bolígrafo y el bloc desenvainados, atento, muy atento.

–Secretos, Rafael. Hay algo en concreto que descubrí muy joven, en medio de la construcción del ojo. Es una revelación tan fundamental que me resulta extraño que nadie antes la haya hecho pública, pero por eso es que está usted aquí, para que yo se lo cuente y usted lo escriba…Ahora que no estoy en peligro, quiero que todo el mundo lo sepa.

– ¿Cual peligro es ese?

– El único peligro fundamental, mi joven poeta. Me refiero a la muerte, naturalmente.

–Pero todos morimos, maestro–le respondí instantáneamente, sin pensar.

–Si… Me refiero a que ahora estoy a salvo de morir antes de tiempo. No dejo nada atrás, no me he perdido de nada. Estoy muy viejo. Ya he enterrado a quien he amado más, a mi esposa Estela–

Perplejo, pero consciente de mi deber; pedí explicaciones, le insistí gentilmente que ahondara. Pero el viejo maestro parecía absorto en sus pensamientos o paralizado en su melancolía. De pronto empezó a sonar música de piano que venía desde el pasillo. Por un momento pensé en si la música estaba en mi cabeza, pero comprendí que era su hija tocando el piano. El anciano sonrió melancólicamente y abrió los ojos otra vez para hablar.

–Es Mozart–dijo– esta pieza es bellisima, aunque ahora no recuerdo como se llama. Yo tenía 35 años cuando empecé a construir mi iglesia. Se podría decir que no era yo un muchacho, pero lo cierto es que sentía que aún tenía toda la vida por delante y los años venideros, que han sido sin duda los mejores de mi vida, así me lo han demostrado. Sobre todo por mi querida esposa, Estela. ¿Sabe usted que falleció hace un par de semanas? Es por eso que he decidido terminar la iglesia, mi proyecto de vida, mi obra maestra. A veces he tenido la sensación de que vivir no es más que la proyección y el levantamiento de un edificio extraño, en el que sin saberlo de manera consciente, todos los seres humanos desempeñamos un papel. Hay papeles de pequeña o gran relevancia, pero todos fundamentales, como cuando se construye un edificio de piedra. –el discurso del anciano arquitecto había cogido de pronto una vehemencia inesperada– Hay quien en su vida tiene la tarea de ser Napoleon, así como en el levantamiento de un edificio hay quien tiene la misión de poner los ladrillos. Solo que este edificio nunca está terminado, joven poeta. Y siempre, después de nuestra muerte, alguien nos sustituye. ¿Sabía usted, Rafael, que Mozart murió a los 35 años? Por supuesto que lo sabe. Si, murió bastante joven, a la edad que usted tiene, sin duda prematuramente. Pero él en parte fue el culpable, porque él antes de los 35 años ya era Mozart, ya había traído a la tierra sus creaciones ¡ya había incorporado a la historia experiencia humana sus sublimes composiciones! ¿Cómo no iba Mozart a morir si él ya había colocado su ladrillo? Es una cuestión de lógica: sencillamente él ya no tenía ningún cometido que lo atara al mundo. Pensará usted que yo estoy loco o que estoy filosofando nada más, pero esa simple conjetura elemental es la que me ha permitido vivir por tanto tiempo. Cuando prefiguré los planos de la iglesia me sentía cada vez más seguro que aquel proyecto sería la misión de mi vida. Lo supe de forma irrefutable, como si fuese una revelación divina… y tal vez lo haya sido– en este punto de la conversación Fulcanelli estaba claramente afectado por la emoción y hablaba con excitación creciente– ‘Noté que a medida que el proyecto progresaba, comenzaba a sentirme mal. Cada ornamento, cada puerta colocada y cada ventana, acrecentaban en mi una desagradable sensación física. El segundo médico que consulté me desahucio, me dijo que tenía un cáncer muy avanzado y los meses de vida que estimó para mi coincidían perfectamente con la puesta de la cúpula. De repente todo me pareció muy claro y decidí poner a prueba mi teoría. Sin gastar más tiempo ordené que cesara la edificación y llevándome los planos, partí con Estela a Turín, al norte de Italia. Las primeras semanas mi esposa y yo notamos que mi enfermedad no parecía extenderse, sino que había alcanzado un límite. Al cabo de los meses, mi enfermedad claramente retrocedió hasta que al término del primer año se replegó por completo. Ese fue un bello verano. No busqué ninguna explicación médica, pues sabía que el milagro era una trampa de la metafísica. Mi fortuna fue reconocer mi proyecto de vida, eso fue lo que me salvó. Ahora que mi esposa se ha ido, estoy listo para darle término. Muchas gracias por su tiempo, señor Rafael.

Me incorporé de inmediato, atolondrado. Y le extendí la mano.

–Muchas gracias, maestro –le dije honestamente conmovido– esta será sin duda la crónica
más importante de mi carrera como escritor.

–Entonces, si yo fuera usted, no la publicaría inmediatamente.

Lo demás, es historia.


Rafael Ruiz Medina es un escritor y poeta mexicano.

Desde el diván

por Ivette Estefany Fernández Espinosa


Cada vez que sentía el rose de su pierna junto a la mía la piel se me ponía de gallina, un sudor recorría mi espalda y mis manos se humedecían, estudiaba cada una de sus facciones y mi corazón se estremecía… en esa época no podía apalabrar lo que sentía, sabía que era raro, nunca lo había visto antes ni en las novelas que mi abuela ponía a la hora de la comida, ni en nuestros paseos por el parque.

Tania tenía permiso de venir a casa cada 15 días, pasábamos horas planeando lo que íbamos a hacer, pero todo siempre terminaba en lo mismo, tomadas de la mano viendo una película de terror, era mi momento favorito ya que yo aprovechaba cuando ella gritaba de miedo para abrazarla y sentir su olor.

Constantemente me preguntaba ¿Por qué no me atraen mis compañeros del sexo masculino? Cada que llegaba un profesor de biología y empezaba con la cantaleta de que el hombre se debe casar con la mujer y reproducir me causaba nauseas, porque una mujer debía tener contacto con un ser tan arrogante y nauseabundo, lo que me llevo a confesarme…

Me acerqué a mi abuela mientras preparaba la cocina y le dije todo lo que sentía por Tanía, después de todo ese sentimiento ya había durado toda la primaria y secundaria, para ella yo era su mejor amiga y para mi ella era lo que yo más quería.

Siempre creí que mi abuela iba a entender, después de todo gracias a ella había tenido mis primeros acercamientos al alcohol y tabaco, siempre hablaba del liberalismo y que las mujeres debían ser la persona fuerte de la casa, pero no fue así… al escucharme me hincó de forma violenta y con un palo de escoba golpeo mis piernas hasta dejarlas dormidas y con poco funcionamiento, me dijo que a partir de ese momento iríamos a la iglesia todas las tardes y rezaría hasta que Dios me borrara esos pensamientos. ¿Dios? Me preguntaba yo, si lao que proclama es amor ¿Por qué yo no puedo amar a Tanía?

Pasaron alrededor de 4 meses, la iglesia se había vuelto una tortura, el padre se acercaba a mí, con sus manos jabonosas tomaba mi cabeza y rezaba un padre nuestro, me ponía agua bendita y le pedía en voz alta a Jesús que me salvara, que sería una cierva obediente, que yo estaba arrepiente de mis perjuriosos pensamientos.

Al no poder confiar en nadie decidí plasmar todo en un diario, después de todo ¿Quién se atrevería a leer lo que escribe una niña de 14 años? …fue una idea estúpida, pero bueno solo era una adolescente buscando inmortalizar el amor, para mi sorpresa mi madre aburrida, viviendo en soledad lo leyó…

…lloró durante 2 noches y al 3er día como Cristo cuando resucitó en ella nació una idea, visitaríamos mi primer hospital.

Al acercarnos al lugar comencé a sentir miedo, quienes eran estas personas babeantes, vegetales, despeinadas que se encontraban en esa puerta ¿A qué clase de hospital me trajeron? ¿Es tan malo amar a alguien? La psiquiatra se acercó a mi madre y con voz de preocupación le dijo que de acuerdo a la clasificación del DSM III (Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales) yo tenía un trastorno mental, no recuerdo el nombre especifico que le dio pero se me tachaba de volteada, descompuesta, rarita, finalmente  homosexual… mi madre decidió dejarme internada, durante ese mes recibí más pastillas de las que me puedo imaginar en conjunto con platicas de curación que me harían ser una persona normal ¿Normal? ¿Normal para quién?

Pasó por mí y en el camino me preguntó ¿Cómo te sientes? ¿Estas curada? … yo respondí que seguía amando a Tania, ella aparcó el coche y me golpeó, fue tan fuerte y tantas las veces las que lo hizo que me desmayé…cuando cobré consciencia estaba en la entrada de mi casa, con las maletas listas, decidió junto con mi padre mandarme a UTAH a un retiro espiritual y de buenos modales ¿Qué clase de estupidez fue esa?

Otro mes escuchando sobre dios, además utilizando faldas largas y aprendiéndome a comportar como una “Señorita”, tenía que aprender a cocinar para que mi esposo me amara, dar las gracias, sentarme bien, masticar bocados pequeños, rezar 5 veces al día, agachar la mirada cuando un hombre se acerara ¿En qué momento iba a parar? ¿Cómo podía escaparme de esa realidad tan horrible?

Pasé siguiendo órdenes, había perdido el contacto con Tania así que los siguientes años hasta llegar a la mayoría de edad decidí pasar desapercibida, fantaseando constantemente en que un día sería libre…

El día que cumplí 18 años comencé a salir con un grupo de amigas y así descubrí Zona Rosa, un lugar lleno de pequeños bares en la zona céntrica del Distrito Federal, la gente parecía más suelta, y despreocupada, dejé de usar faltas y me comencé a vestir como a mí me gustaba con camisas muy grandes, mezclilla y las famosas Dr. Martens, la gente me veía feo, pero no me importaba, claro que en mi mochila traía un vestido y zapatillas para que al llegar a casa nadie sospechara.

Llevaba una doble vida, a mis padres y su círculo les hacía creer que ya me había “Curado” pero cuando salía mi verdadera yo podía tener unas horas para mostrar su personalidad, preferencias y creencias.

Una tarde en un bar cerca de Reforma, una chica comenzó a mirarme, sonreía y bajaba pícaramente su mirada, así se mantuvo durante un largo tiempo la situación hasta que con una cerveza Tecate en la mano se acercó a mí, me dijo al oído que la acompañara afuera… sin pensarlo salí, tomó mi mano y me dijo que camináramos un poco, al llegar al final de la calle, bajo un árbol metió su mano a través de mi pantalón y comenzó a introducir sus dedos en mí, me besaba y yo solo disfrutaba ese placer nunca antes sentido.

Comenzamos a frecuentarnos y en cada rincón de la ciudad buscábamos llenarnos de caricias y besos… una tarde calurosa en Chapultepec, Lucia me dijo que me amaba, la emoción recorrió todo mi cuerpo y me llevó a besarla frente a una buena cantidad de personas, todos ellos comenzaron a aventarnos cosas, a gritar “pinches lenchas”… un camionero se detuvo al ver lo que ocurría y nos golpeó con un bate, el bochorno, los gritos, el bullicio de la situación hizo que llegara la policía, entrevistó a unos cuantos y  sin pensarlo nos llevó al MP, los cargos no me quedaron claros pero era algo así como exhibicionismo en vías públicas, violencia con arma blanca, alcoholismo, etc.

Ahí encerradas en los separos, con miedo, fuimos agredidas nuevamente ahora por la policía, “Te la voy a meter toda para ver si así te haces mujer” “Estás marranas recibirán su castigo” “Deberían estar aprendiendo a cocinar”

….

Ahora tengo 40 años, estoy sola, triste, abandonada por mi familia y lo único que me pregunto es ¿A quién tengo? Claramente Dios si es que existe nunca estuvo conmigo, la sociedad no aguantó a dos mujeres que se aman, mi familia me puso al olvido para no convivir con una anormal, ¿Cómo puedo vivir con tanta angustia? ¿Cómo puedo aceptarme a mí misma si los demás no lo hacen?

¿Quién creo estas leyes que no permiten a la gente ser lo que se es? ¿Quién me dejó sufrir tanto? ¿Quién me ayudará a encontrar nuevamente un camino? ¿Seré algún día una buena mujer? ¿Dónde está ese dios que en su reino y en las leyes de la tierra castiga?


Ivette Estefany Fernández Espinoza es licenciada en Criminalística, trabajó como perito en Criminalística de Campo en la Fiscalía de la CDMX,  ha impartido cursos de Cadena de custodia y Procesamiento del lugar de los hechos. Actualmente estudia de Psicología en la Universidad del Claustro de Sor Juana y es practicante en COAPSI.

Muerte natural / Infarto al miocardio

por Osiris Gaona


 —Buenas noches, Quijano, perdone que lo interrumpa a estas horas de la madrugada. Se trata de uno de esos casos que se llaman de “muerte natural”, quizá le gustaría atender a este cadáver, entiendo que fue su profesor….

°°°

—¡Pero qué mierda es esto!  Quijano, límpiele bien ahí, carajo. Qué le he dicho de hacer cortes limpios para evitar la porquería. No le tenga miedo al bisturí y menos en estos pobres, que ya están bien fríos.

—Lo siento, maestro, le juro que seguí sus instrucciones.

—¡Lo siento, maestro; lo siento, maestro, ¡va!  Pinches mocositos burgueses. Cierre el pico y sirva de algo, Quijano, vaya leyéndome el expediente a ver si eso sí puede.  A ver si alcanzo una torta de bacalao siquiera, ya el brindis y los abrazos valieron madre.

—Matías Espejel Peniche, edad 53 años, soltero, esquizofrenia o similar. Aquí, maestro, tiene una nota rara.

—Rara, rara, pues, qué dice, Quijano.

— “Tratar el caso con prudencia, hijo del coronel Espejel”.

—Mmmmmta, ya salió el peine, este favorcito les va a costar, Quijano, les va a costar. Sacarme en pleno brindis, y más que estaba con la Aurorita.  A ver préndase la grabadora.

—Sí, maestro.

—Cavidad oral normal, salvo un tufo penetrante a petricor, característico de la tierra mojada. El cuerpo no presenta indicios de maltrato, la rigidez post mortem corresponde a la hora que se registra la muerte. Delgadez extrema. Ojeras pronunciadas. Color de piel amarillento similar a los enfermos con tratamiento de quimioterapia. Movimiento inusual en la cavidad intestinal…. Quijano, detenga la grabadora y acérquese. A ver, mire bien y descríbame lo que ve ahí donde apunta mi dedo.

—M m m aestro…

—Qué Quijano, por qué pone esa cara, dígame lo que ve sin miedo.

—Fluidos no pertenecientes a los seres humanos, partículas similares a heces fecales, pues no sé, maestro, parecen de ratón, murciélago o algún mamífero pequeño. El hígado presenta unas muescas en forma de luna.

—Qué más ve ahí, Quijano, mire bien, ¿Qué cree que son esas muescas con ondulaciones?

—Yo diría que son pequeñas mordidas, pero, en el hígado y riñones es imposible

—Bien, Quijano. Lo mismo pensé, creí que el vinito espumoso se me había trepado, nomás de acordarme de la Aurorita, carajo, maldito Espejel. ¿Usted no tomó o sí?

—Cómo cree, maestro, estoy de guardia y soy cristiano.

—Ya decía yo, no desperdicie su vida, Quijano, con santurronerías, al cabo todos acabamos así como este wey, que sabrá Dios qué demonio se le habrá metido.  Esto que acaba de ver no lo repita, Quijano, si no quiere que lo saquen de aquí con camisa de fuerza. Ciertamente, la muerte de este tipo es un caso para expediente secreto, pero se trata del hijo del coronel, habrá que poner que es una muerte natural. Ahí busque entre sus librillos o métase a la red a ver qué chingados encuentra, algo tranquilo, ya sabe, un paro al miocardio, común a los cincuenta. Ahí le encargo el changarro, limpie todo y que pase la noche tranquilito. Piense qué diablos podría haber pasado. Mañana lo discutimos.

°°°

—Soy Matías Espejel, doctor.

—¿Qué pasa, Matías?

—Lo de siempre, doctor Hernández, ese dolor intenso en el costado derecho, a la altura de la cintura y los riñones, cada vez se incrementa más, Doctor.

—Pero si ya hemos hecho todas las pruebas de orina, sangre, ultrasonidos, y no hemos encontrado nada.

—Me están comiendo por dentro, entiendo que me vean como un bicho raro, piensan que estoy loco, estoy seguro, doctor, siento movimientos en mi intestino esas criaturas. Recorren mi cuerpo siguiendo los laberintos de mis entrañas, las mordidas y el dolor se incrementan en la noche, en el silencio, no puedo dormir. Me veo en el espejo y no me reconozco, esas ojeras negruzcas me hacen parecer un paquidermo. Se lo juro, doctor, los he escuchado comunicarse con esos sonidos guturales y siniestros de los animales que entablan un diálogo aterrador. Acaso usted nunca ha experimentado la mordida de un gato o un perro; algo similar siento de manera constante. Evidentemente sus mandíbulas deben ser pequeñas para morderme por dentro.

—Matías, entiendo perfecto lo que me ha dicho, sin embargo, soy hombre de ciencia no puedo hacer más sin evidencias palpables. Le sugeriría que regrese al psiquiatra.

—No estoy loco doctor. Le digo lo que siento. Usted cree que no me gustaría sentirme bien, despertar un día sin este dolor, poder dormir, tener una vida normal. Con todo lo que pasa Teresa se llevó a mis hijos y vivo solo con los malditos seres nocturnos.  Odio la compasión de mi padre, el coronel del ejército que se avergüenza de su hijo débil. Lo que más me duele es que duden de mi salud mental. Estoy harto de que me miren con compasión asquerosa. Haga algo doctor, algo debe existir, no debo ser el único ser que le haya pasado esto.

—Lo entiendo y lo lamento, dese una vuelta mañana por el consultorio y lo revisaremos nuevamente, algo haremos.

—Gracias, doctor, gracias.


Osiris Gaona Pineda. Nació en 1969. En Ciudad de México, Tlatelolco. Es bióloga egresada de la Facultad de Ciencias, UNAM. Ha trabajado por 20 años en el Instituto de Ecología, UNAM. Su experiencia se centra en la Conservación y Manejo de Vertebrados. Mención Honorífica y cándidata a la medalla Alfonso Caso en Doctorado en Ciencias Biológiccas.

Realizo el diplomado en la SOGEM con mención honorífica en la segunda generación en línea marzo-agosto 2022. Recientemente publicó su primer libro Señora de la noche, microrrelatos presentados en la Biblióteca Central Manuel Cepeda Peraza. Ha publicado un par de cuentos en Aquitania ediciones, en Mujeres en el Enjambre, en la Nigüenta que cuenta programa de Costa Rica ha relatado sus cuentos.

Reseña literaria: «Cuando muere la niebla» de Nilton Maa, por Julio Durán

Por: Julio Durán

Las vivencias de un grupo de jóvenes de Collique, víctimas y victimarios de la violencia urbana, se condensan y transforman en Cuando muere la niebla, la más reciente nouvelle de Nilton Maa. La periferia limeña, sus carencias, sus relaciones sociales y su geografía e infraestructura marginales son el marco en que se desarrolla una historia heredera del realismo urbano que busca retratar el crecimiento de la capital, las penurias y destinos de sus habitantes.

Aunque el centro de la narración es el enfrentamiento de dos pandillas de adolescentes, el relato inicia con un juego de niños que involucra sí una aproximación violenta a la sexualidad, un señalamiento que marca el destino de Chino, primera voz narradora del relato.

Asistimos, primero, a la voz del joven que narra en primera persona su melancolía, sensación que cubre todo lo que observa en el barrio (y que, de alguna manera, permea los demás testimonios). Esa mirada lo distancia, pero no lo hace ajeno a la realidad, sino que lo lleva a reflexionar sobre ciertos elementos de la vida cotidiana: la comida de la semana, la que se reparte en comedores o la que se obtiene con los esfuerzos de una abuela que sobrevive con un solo salario, las agresiones del barrio para someterlo a una categoría; llega incluso a observar y cuestionar el sentido de la esperanza misma.

Desde ese lugar melancólico, el ensimismado protagonista se siente ajeno a un mundo que, debido a su origen, solo le devuelve su propia fragilidad, su sentido de no pertenencia. Pero es con la adolescencia que se manifiestan la violencia ritual de las pandillas, las demostraciones de fuerza, burla y hostilidad que sufre el protagonista, manifestaciones cuyo objetivo es la subordinación de su identidad. De ellas, el protagonista se refugia en la imaginación.

La narración de la bronca decisiva, hecho que define la existencia de los personajes, resulta vívida e impactante. Pero la narración de Chino sobre el hecho se centra en algo más vital e íntimo: el descubrimiento del propio deseo, refugio ante la muerte y la pérdida, y la culpa de ese mismo sentir.

Otro mérito de Cuando muere la niebla es su construcción polifónica. El punto de vista de cada miembro de la pandilla amplifica la realidad. El mismo evento y sus consecuencias son narrados por los agresores del protagonista, que a su vez son víctimas del círculo de violencia. Así, podemos conocer el orden de ideas en que se desarrolla su mundo, sus afectos, el temor de que la violencia llegue a sus seres cercanos, sus propias contenciones y limitaciones. Además, los saltos en el tiempo ayudan a dejar en claro que la historia de Cuando muere la niebla está viva en cualquier ciudadano de la ciudad de Lima, que sus hechos nos alcanzan e interpelan.

En Cuando muere la niebla, es el juego con la violencia —“adolescentes que buscan emociones más fuertes para hacerse los valientes, porque no se tolera la inocencia”— la que determina el destino y obliga a cada miembro de la pandilla a tomar una decisión.

La nouvelle de Naa está emparentada con relatos de contemporáneos como Enmanuel Grau y su libro de relatos Hijos de la guerra y J. J. Maldonado y su libro Los Buguis, que a su vez son herederos del realismo limeño de Congrains y Reynoso. Quizás el mayor mérito de Cuando muere la niebla sea la oralidad fiel de sus personajes, los monólogos interiores de los personajes en los que se percibe una comprensión propia del autor, un deseo de dar sentido al caos en que sus personajes crecen envueltos.

Biografía de Julio Durán:

Es un escritor peruano, autor de la novela «Incendiar la ciudad» (2002) y el libro de relatos «¿Y quién eres tú para juzgarme?» (2017). Su más reciente novela, «A un lugar que ya no existe», fue publicada por entregas en el diario Peru21. Ha formado parte de distintas antologías como «El Cuento Peruano 2001-2010» (Petroperu, 2010) y «Selección Peruana II» (Estruendomudo, 2007). Algunos relatos suyos y extractos de su novela han sido traducidos al inglés y publicados en A Public Space, Words Without Borders y The South Carolina Review.

Julio Durán, autor de la presente reseña literaria

Portada de «Cuando muere la niebla» de Nilton Maa

Lo gótico en el «Cementerio prohibido», de Francois Villanueva Paravicino

Por: Cristhian Briceño Ángeles*

Texto de presentación del libro el pasado jueves 31 de octubre en la Casa de la Literatura Peruana (CasLit).

A primera vista, tras haber revisado la portada, la tipografía y los títulos que componen este volumen (Editorial Apogeo, 2019), podría considerarse que el nuevo de libro de Francois Villanueva Paravicino encaja en aquello que se considera literatura de terror. Una lectura atenta, sin embargo, nos revela que la intención del autor no ha sido originar miedo en el lector o, en el peor de los casos, despertar la sospecha de que estos relatos han sido concebidos con esa finalidad.

Pienso, por ejemplo, en El verdugo, primer cuento del conjunto. El narrador, a la vez personaje, huye mientras ensaya una crónica de los eventos inmediatos, de lo que acontece en tiempo real, tratando de evitar a una horda de demonios que lo persiguen para hacerlo pagar por sus faltas. De cierta forma, hallamos aquí ciertos puntos de convergencia con algunos relatos de Edgar Allan Poe, como en Un descenso al maelstrom, pero con la diferencia que, mientras la narración del Allan Poe confluye en el raciocinio, es decir, en aproximarse a una explicación lógica del infortunio o la maldad, haciendo que el narrador se detenga en lo inverosímil y lo estudie y verifique la posibilidad de un argumento que haga sentido con lo imposible, Francois Villanueva Paravicino elige formular un recuento que no busca nuestra aprobación, sino únicamente nuestra contemplación.

Con esto no quiero decir que el autor elija un camino fácil o que falle en la ejecución de sus relatos, sino que su camino es otro, su sensibilidad es diferente. Una cosa es enfrentarnos a un cuento como Los crímenes de la calle Morge y otra, muy distinta, es abordar un relato como La lotería de Shirley Jackson. En el primero, el autor no nos concede tregua en cuanto a sus pistas y observaciones milimétricas del crimen que se ha cometido, y, no contento con esto, él mismo formula las hipótesis y, finalmente, resuelve el caso con la maestría de Holmes o de monsieur Lecoq; por el contrario, Jackson nos sugiere un poblado y un culto y, también nos insinúa, además de la violencia del desenlace, el miedo y la turbación.

Más que del género del terror, la narrativa de Jackson asimila la influencia de la novela gótica de finales del siglo XVIII. La principal diferencia que podría señalar entre el terror y lo gótico es que lo gótico, más que propiciar una emoción en el lector a partir de lo que sucede con los personajes, busca recrear ambientes de deliberado claroscuro, una suerte de escenario que perturba y enrarece a los personajes inmersos en la ficción y, por extensión, estas sensaciones son transmitidas al lector.

En las descripciones que realiza Francois Villanueva Paravicino en sus relatos existe esta necesidad por ubicarnos en ambientes sofocantes, por momentos de un minimalismo malsano y, por otros, de una exuberancia que nos acosa. En Las heladas se puede apreciar este recurso, ya que, si bien nos sitúa en el inhóspito territorio de la puna, las descripciones son tan detalladas que nos sentimos atacados por la prosa del autor, por momentos despiadada en su detalle, y si a esto le agregamos la ausencia de personajes, nos sentiremos dentro de la escena, apremiados por huir. Una sensación que se parece a la que nos genera leer El castillo de Otranto de Walpole (quizá la novela que inaugura el género gótico), ya que el autor nos hace ir y venir tantas veces por galerías oscuras o ingresar en celdas donde la humedad escapa a su mención y nos hostiga, que, por un momento, la trama se anula y disfrutamos/sufrimos el diseño de la atmósfera.

Sin embargo, lo gótico en este libro de Francois Villanueva Paravicino, además de funcionar como utilería, o mero escenario de los hechos, se revierte hacia los personajes, a partir del discurso que cada uno ejerce y ofrece, por lo que lo gótico se convierte también en la decoración de la psiquis de cada uno de ellos; así, en cada soliloquio de los personajes es fácilmente reconocible ese camino de tenue iluminación, lleno de pasadizos estrechos por donde, más que ideas, transita la turbación de cada uno de ellos. No estamos, entonces, ante ese raciocinio luminoso de los relatos de Poe, sino más bien en la oscuridad de lo desconocido, en las tinieblas de la incertidumbre que, a su manera, incide en las reacciones de cada uno de los personajes de los cuentos de Francois Villanueva Paravicino.

Hay matices de estos rasgos, como en Las heladas, que ya he comentado, y también en La familia de un conocido, donde lo absurdo de la situación nos genera un extrañamiento genuino que se ve reforzado, una vez más, por la descripción de la escenografía narrativa que nos propone el autor; si a esto le agregamos ese temor a la inmortalidad (que ya ha sido explorado por otros autores como Swift o Borges), tendremos una muestra precisa de lo que persigue este libro en cuanto a sus propuestas estéticas.

Algo parecido, aunque con otros resultados, encontramos en el relato central y que da título al libro. En él asistimos a un retorno al lugar de origen, el cual encierra una serie de conflictos aún no resueltos, latentes, y con los cuales el narrador se ve enfrentado, algo bastante usual y que se ha explorado innumerables veces en la literatura (no quiero citar algo obvio como Pedro Páramo; prefiero mencionar La luna y las hogueras de Pavese). Nuevamente vemos el desconcierto del narrador, como en La lotería de Shirley Jackson, ese desfase con respecto a las formas originales, esa apariencia con que la realidad, dentro de la ficción, embiste a quien presencia los hechos. Aquí lo indescifrable o, mejor dicho, aquello para lo que no se encuentra una explicación oportuna y puntual, es también otra de las formas con que el legado de lo gótico decreta su presencia.

Recordemos las intrigas en El italiano de Ann Radcliffe o en La dama de blanco de Collins para hacernos una idea de cómo es que Francois Villanueva Paravicino establece los tiempos dentro de su relato, aunque su manera de presentar los hechos escape del sensacionalismo del dato escondido y se enfoque más en transmitir, con sensatez, sensibilidades y reacciones. Lo que podría ser una burda narración de muertos que acosan la cotidianeidad de los vivos se convierte, gracias a la pericia del autor, en una ocasión para develar cómo es que la personalidad de sus personajes hace frente a situaciones extravagantes; creo que el valor de estos relatos radica precisamente en ello, en cómo el lector puede asistir, desde la distancia benevolente de la ficción, a eventos excepcionales y que contradicen todo aquello que asumimos con nuestra normalidad. Con todo esto, y a pesar de la primera impresión que despierten estos relatos, Francois Villanueva Paravicino ha construido un conjunto que escapa de la convención del terror llano y se acercan, felizmente, a la estética privada del autor.

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*Cristhian Briceño Ángeles: Ha publicado el poemario Breve historia de la lírica inglesa y el conjunto de prosas La trama invisible. Ha sido antologizado en El fin de algo. Antología del nuevo cuento peruano 2001-2015.  En 2012 obtuvo el primer lugar de la XXV edición de El Cuento de las 1000 Palabras, organizado por el semanario Caretas, con el relato «Fiebre». Asimismo, en 2013 ganó el premio Copé de Plata de la XVI Bienal de Poesía con La comedia inmóvil (Petroperú Ediciones Copé, 2014). Sus textos han aparecido en revistas peruanas y extranjeras como Buensalvaje, El Hablador, Lucerna, Poesía (Venezuela) y Luvina (México). En 2018 fue incluido en la antología País imaginario. Poesía Latinoamericana 1980-1992 y, también, se reditó su primer libro de cuentos, La literatura en Alaska.

Portada de Cementerio prohibido de Francois Villanueva.

Nota de prensa: Taller de redacción de crónicas con Alex J. Chang

¿Quieres ser cronista? ¡AHORA ES EL MOMENTO!

Disfruta de este taller y viaja de la mano del periodista cultural y profesor Alex J. Chang Aprenderás conceptos básicos, estructura y elaboración de crónicas.

Metodología:
Clase magistral participativa online en donde se incluirán videos y lecturas breves y amenas. 
Plataforma: Google Meet

*Duración: Taller de cuatro semanas.
*Inicio de clases: Sábado 16 de abril de 2022, a las 17:00 PM (Perú).
*Tiempo: 2horas por semana (Sábados de 5:00 pm a 7:00 pm).

Certificado:
Al finalizar el taller.

Que se busca lograr:
*Que el participante disfrute de aprender y desarrollar una crónica dando valor a cada avance
*Que el participante descubra de forma amena este género hibrido –periodismo y literatura-.
*Que el participante analice la importancia de conocer este espacio como una alternativa laboral.

Inversión:
30 DÓLARES AMERICANOS (incluye material)😉
¡¡¡NUESTROS CURSOS SON SUBVENSIONADOS COSTO FINAL 30 DOLARES AMERICANOS!!!

Inscripción:
Reserva tu cupo.
*Inscripción Ordinaria: Hasta el 12 de abril de 2022
*Inscripción Extraordinaria: Hasta el 16 de abril de 2022, una hora antes del taller.
*Informes: https://forms.gle/96Ri3NvpUURSWEEW8

Forma de pago:
Información por interno.
Se considerará inscrito una vez que envíe una captura del depósito por correo: literatura.wabisabi@gmail.com – ASUNTO/ CRONISTA

Contactos:
Ecuador: +593 991261319
Perú: +51982500535 

Fan Page de Facebook de Comunidad Wabi Sabi: https://www.facebook.com/cultura.wabisabi

Facebook de Alex J. Chang:  https://www.facebook.com/alexjunior.changllerena

Biografía de Alex J. Chang:

(Lima, 1996) es poeta, escritor y periodista cultural peruano. Ha publicado su primer poemario Entropía (Golem editores, 2019), que fue presentado en la FIL Lima 2019, Culturaymi Lima 2019, etcétera. Este libro fue reconocido en la Casa de la Literatura Peruana (Lima, 2019) y fue llevado a España en manos del reconocido escritor peruano Mario Vargas Llosa. Trabajó en Trilce Radio (España), en un programa radial llamado Cruzada Cultural; así mismo, dirige un programa virtual multiplaforma con el mismo nombre. También colaboró con algunos artículos para la Revista Trilce (España), para la Revista Gato Negro (Perú) y para la Revista Cocktail (Perú).

En la actualidad es columnista de la Revista Kametsa (Perú), de la Revista Cardenal (México) y columnista de la asociación peruana ¡Soy Autista y Qué! y colaborador del Portal Web literario Lee Por Gusto(Perú). Además, es periodista cultural de la Comunidad internacional Wabi Sabi (Ecuador).

Docente: Alex J. Chang

Flyer que circula en las redes sociales de Comunidad Wabi Sabi

Nota de Prensa: Iniciación a la Teoría Literaria para Escritores con Ricardo Sumalavia

Docente: Ricardo Sumalavia

Este breve curso está destinado a ofrecerte las bases teóricas de la teoría literaria, pero con el objetivo de estimular tu creación literaria y darte mayores herramientas de lectura.

Programa:

  • ¿Qué es la literatura? Aproximación histórica/teórica.
  • Primeras teorías literarias contemporáneas. El formalismo ruso.
  • El estructuralismo. Modelo actancial. Aproximaciones al hecho poético.
  • Estética de la recepción. Competencias del lector / convenciones de la lectura. ¿A quiénes les escribimos?

INICIO: 4 de abril.
FIN: 23 de mayo.
Pago único: 580 soles/mes. (8 sesiones=16 horas) Duración: 8 sesiones de 2 horas.
𝐇𝐨𝐫𝐚𝐫𝐢𝐨: Lunes de 7 a 9 pm
𝐏𝐥𝐚𝐭𝐚𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚: Zoom.

Inscripción:
Nacional: Para inscribirse se debe hacer el depósito en una cuenta Ahorro soles del Banco Continental a nombre de Ricardo Sumalavia:
Número de Cuenta: 0011-0120-0200296039
Código de Cuenta Interbancario (CCI): 011-120-000200296039-37 Internacional: Vía PayPal (rsumala@yahoo.com) o Western Union

Luego de realizado el pago se debe enviar el comprobante al correo: laislaescuelaescritura@gmail.com Las inscripciones se realizarán hasta completar los cupos.

Audio de Ricardo Sumalavia explicando los pormenores del curso «Iniciación a la Teoría Literaria para escritores»:

https://drive.google.com/file/d/19KfUqLJqi726reH5EgX5C7L9SYG0AP4F/view?usp=sharing

Ricardo Sumalavia nos ofrecerá el curso Iniciación a la Teoría Literaria para escritores

Nota de Prensa: Carlos Contreras Chipana presenta «Una carta sin Paul McCartney y otros relatos»

Bajo el sello de Caja Negra, el periodista ingresa al campo de la narrativa. “Estos relatos son un homenaje a la tradición literaria”, comenta en la contraportada del libro la poeta Carmen Ollé.

El periodista Carlos Contreras Chipana, tratando de no perder el equilibrio, ha pegado un arriesgado salto hacia las veredas literarias. Acaba de publicar «Una carta sin Paul McCartney y otros relatos» (editorial Caja Negra), su ópera prima con la que ingresa al campo de la narrativa.

En los diez cuentos, que componen esta publicación, los personajes no defraudan a su destino y se sumergen en la tentación de ser, imposiblemente, humanos. El autor confiesa que con el libro pretende retratar las vivencias de una generación a través de múltiples voces que presentan sus desamores, traiciones y soledades.

“Desde Una carta sin Paul McCartney, pasando por Matalayunza, hasta La tumba sin dueño, Carlos Contreras nos ofrece diversos mundos posibles. Al sumergirnos en ellos, surge la inminente pregunta: cuál de estos cuentos que destacan en este libro es el más próximo a lo real. ¿Acaso el primero, sobre un amor de ocasión, que se desvanece como recuerdo juvenil? ¿Tal vez la resolución de una muerte, en el segundo, que pesa sobre la conciencia de los invitados a una celebración andina? O para mayor sorpresa, ¿el desdoblamiento de un personaje que lleva flores a la tumba de un difunto desconocido? Estos relatos son un homenaje a la tradición literaria: un cuento de amor rockero con dicción adolescente y citadina; seguido de la narración costumbrista que reconstruye el habla dialectal del campo, para culminar con un texto de efecto Rulfo. Todos escritos con mano diestra y gran habilidad expresiva”, ha escrito en la contraportada la poeta Carmen Ollé.

El libro ya se puede adquirir en la página web de Caja Negra y en diversas librerías de Lima, como el Virrey de Miraflores, Book Vivant, Escena Libre y Communitas.

Sobre el autor

Carlos Contreras Chipana (Lima, 1988). Estudió Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza. En sus más de 10 años como reportero ha trabajado en radio, TV y prensa. Actualmente, escribe crónicas y reportajes en el diario La República. También ha sido becario de la Red de Periodistas Latinoamericanos Cosecha Roja y es colaborador de la revista Anfibia. Ocupó el primer lugar en el Primer Concurso Nacional de Periodismo sobre Políticas Sociales (CIES-2015). Sus cuentos han sido publicados en antologías literarias. Es coautor de La banda sonora de tu vida (Autómata, 2019) y de Generación B, jóvenes del Bicentenario (Artífice, 2021).

Carlos Contreras, autor de Una carta sin Paul McCartney y otros relatos

Nota de Prensa: «Circe ascendente», reciente novela de W.A Flores:

Sinopsis:

CIRCE ASCENDENTE es la historia de un fugitivo que cometió un crimen por amor al arte, pues pretendía proteger a la víctima a quien, en muchas formas, envidiaba.

El lector debe, primero, ensamblar el caso, y luego acompañar al fugitivo por los recovecos de sus argumentos que él supone, lo justificaron para cometer el crimen. Esto implica un riesgo pues se puede caer en las artimañas del personaje y aceptar sus explicaciones, puede que le guste ser parte del delirio y, entonces, quedaría atrapado pues son muchos los laberintos absurdos que, con su supuesta simplicidad, van atando una historia delirante que no se abandonar.

¿Es una fantasía, un thriller psicológico o ciencia ficción?

¡Bienvenido a este viaje sin fin!

Adelante, ocupe su asiento. El tren pronto partirá.

Disponible en:

Mercado Libre Argentina:

https://zetacenturiaeditores.mercadoshops.com.ar/MLA-1123623409-libro-circe-ascendente-de-wa-flores-zce-_JM

Web de editoriales de Juarez:

https://www.editorialesdejuarez.com/zeta-centuria-editores-narrativa/libro-circe-ascendente-de-wa-flores?fbclid=IwAR0p0zb7sGtRw3JY1OLv5kqoiiqqKynkpwsvW8Nb2RFPNqaAcczNqpk9tac

Precio: $1.200,00

CITA:

“Para entonces mi respiración era agitada y el pulso golpeaba mis sienes. Sentí el sudor en mi frente. Mi conflicto interior era mental, pero se había extendido a mi metabolismo. No podía explicar cómo, pero supe que mi salud estaba en peligro. Mi cerebro, exhausto en la búsqueda de un asidero con la realidad, enviaba señales pidiendo que se abriera una válvula de escape que liberara las energías infinitas que emanaban a raudales al fisionarse los núcleos de los átomos mismos. No lograba emitir una respuesta o una reacción racional, pero algo tenía que hacer o sucumbiría con torpeza ante la divinidad.

Me arrodillé y me puse a llorar.”

SOBRE EL AUTOR:

William Antonio Flores García, nacido el 5 de mayo de 1961 en San José, Costa Rica. Escritor y diseñador gráfico, estudio Artes Plásticas y Filología. Ha cultivado la narrativa fantástica en sus diversos subgéneros. Fue premio Joven Creación de su país Ha publicado: “Dinosaurios en la noche” y “Miss Barbi y otros desfaces” (cuento fantástico), “La saga de los bribris: Los umbrales eternos”, (novela de fantasía épica) y “Ajeno a la Tierra” (cuentos de ciencia ficción). Dirige los grupos Taller Experimental de Narrativa Fantástica y Escribamos tu historia.

Autor: W. A Flores

Presentación virtual de la novela Circe ascendente:

https://www.facebook.com/zetacenturiaeditores/videos/1812260665777454