Sangre materna Soy exilio del cuerpo de mi madre la escucho llorar en mis huesos pero no logro que mi piel se abra y me deje entrar para que mi mamá me consuele del revés de su mano contra mi cara, de su letra que con sangre entra y del miedo a recordar la difunta primavera. Mi mamá trata de cocer la herida de mi nacimiento con las manos de dios pero ella nos inunda de sangre seca y un llanto amargo. Y yo no logro escapar de la sangre de mi mamá Sangre de Ángel Me sangran las encías por todas las mentiras que arrastra mi boca puedo sentir como mi alma se desprende de mi cuerpo con violencia voy a arrancarme la piel para comprobar el vacío y cubrirte del frío que exhalan mis paredes Del amor solo conozco el canibalismo sus manos rojas están jalando mi vestido mientras trato de leerles un poema quieren comerse mi corazón mientras palpita Un Ángel se desangra porque dios cortó sus alas mientras agoniza me pregunto cómo se sentirá ser pura Insaciable (Sadismo) Las palabras me raspan la garganta hambre de nuevas heridas saciar la sed de sangre desgastar las rodillas ir detrás de la vida con alas podridas Ven y cuenta mis huesos que podría jurar que no están completos Anatomía de la exiliada El cuerpo exiliado se desdobla olfateando entre los huecos del recuerdo, se busca el calor bajo la piel adormecida, toca esa carne tierna con olor a tierra mojada, y se saca las piedras acumuladas en los bolsillos. La lengua del exilio es muda, su peso hunde el silencio en el centro del pecho, y en la noche le lame los ojos al rostro que exhala cenizas. Eso que al atravesar la carne exhausta se siente como un abrazo, es lo familiar, lo que rompe al cuerpo exiliado. Divinamente Frente a mi espejo de cenizas bajo dos dedos por mi garganta desgastada intentando salvar mi corazón de los huesos que amenazan con atravesarlo todo. Mi cuerpo es un jardín de flores abriéndose como heridas. Todo lo bello rompe, y yo me estoy partiendo en dos: pariéndome; pujándome fuera de las paredes ensangrentadas y resbalosas de este baño, escapó de la herida con una corona de púas adornando mis caderas desgarradas Estoy creciendo sobre el cadáver de mi infancia. Suspiro Voy vestida de mentiras a atravesar el umbral de la herida. Afuera el sol pone a hervir a la tierra y la briza es violenta, arranca las hojas de los árboles, lleva el polvo a mi cara, cierra de golpe las puertas. El calor evapora las lágrimas incrustadas en los ojos, la nariz, adormecida, solo reconoce el olor a óxido, los oídos intentan reproducir el sonido del silencio, la boca va empuñada y seca, y las manos buscan donde esconderse. El tiempo camina sobre mí dejando huellas, carne translúcida, cuarteada y gastada. Voy dejando la piel regada por la carretera, mientras que el asfalto se derrite por las lágrimas del sol. Mis pies cargan el peso muerto de viseras desteñidas, llevo humo ajeno en los pulmones, y unas manos de metal me atraviesan la espalda rompiéndome los huesos lentamente. De vuelta al umbral de la herida, lo único que me queda es un suspiro

Valeria Burgos Nascimento (Cartagena De Indias, 2002). Poeta, estudiante de lingüística y literatura en la Universidad de Cartagena y artista de collage análogo. Sus poemas han sido publicados en Mi Máquina De Escribir Escritores del Mundo, 2021, su poemario De Abismos, Sangre, Olas y Mar, 2021, fue publicado en la antología poética Delirio de Amor, 2021, de la editorial colombiana ITA. Su última colección de poemas, El Exilio de la Inocencia, 2022, fue publicada en La Mal Crianza, la primera revista de las artes escénicas y visuales juveniles de Colombia.