Reseña literaria: «Cuando muere la niebla» de Nilton Maa, por Julio Durán

Por: Julio Durán

Las vivencias de un grupo de jóvenes de Collique, víctimas y victimarios de la violencia urbana, se condensan y transforman en Cuando muere la niebla, la más reciente nouvelle de Nilton Maa. La periferia limeña, sus carencias, sus relaciones sociales y su geografía e infraestructura marginales son el marco en que se desarrolla una historia heredera del realismo urbano que busca retratar el crecimiento de la capital, las penurias y destinos de sus habitantes.

Aunque el centro de la narración es el enfrentamiento de dos pandillas de adolescentes, el relato inicia con un juego de niños que involucra sí una aproximación violenta a la sexualidad, un señalamiento que marca el destino de Chino, primera voz narradora del relato.

Asistimos, primero, a la voz del joven que narra en primera persona su melancolía, sensación que cubre todo lo que observa en el barrio (y que, de alguna manera, permea los demás testimonios). Esa mirada lo distancia, pero no lo hace ajeno a la realidad, sino que lo lleva a reflexionar sobre ciertos elementos de la vida cotidiana: la comida de la semana, la que se reparte en comedores o la que se obtiene con los esfuerzos de una abuela que sobrevive con un solo salario, las agresiones del barrio para someterlo a una categoría; llega incluso a observar y cuestionar el sentido de la esperanza misma.

Desde ese lugar melancólico, el ensimismado protagonista se siente ajeno a un mundo que, debido a su origen, solo le devuelve su propia fragilidad, su sentido de no pertenencia. Pero es con la adolescencia que se manifiestan la violencia ritual de las pandillas, las demostraciones de fuerza, burla y hostilidad que sufre el protagonista, manifestaciones cuyo objetivo es la subordinación de su identidad. De ellas, el protagonista se refugia en la imaginación.

La narración de la bronca decisiva, hecho que define la existencia de los personajes, resulta vívida e impactante. Pero la narración de Chino sobre el hecho se centra en algo más vital e íntimo: el descubrimiento del propio deseo, refugio ante la muerte y la pérdida, y la culpa de ese mismo sentir.

Otro mérito de Cuando muere la niebla es su construcción polifónica. El punto de vista de cada miembro de la pandilla amplifica la realidad. El mismo evento y sus consecuencias son narrados por los agresores del protagonista, que a su vez son víctimas del círculo de violencia. Así, podemos conocer el orden de ideas en que se desarrolla su mundo, sus afectos, el temor de que la violencia llegue a sus seres cercanos, sus propias contenciones y limitaciones. Además, los saltos en el tiempo ayudan a dejar en claro que la historia de Cuando muere la niebla está viva en cualquier ciudadano de la ciudad de Lima, que sus hechos nos alcanzan e interpelan.

En Cuando muere la niebla, es el juego con la violencia —“adolescentes que buscan emociones más fuertes para hacerse los valientes, porque no se tolera la inocencia”— la que determina el destino y obliga a cada miembro de la pandilla a tomar una decisión.

La nouvelle de Naa está emparentada con relatos de contemporáneos como Enmanuel Grau y su libro de relatos Hijos de la guerra y J. J. Maldonado y su libro Los Buguis, que a su vez son herederos del realismo limeño de Congrains y Reynoso. Quizás el mayor mérito de Cuando muere la niebla sea la oralidad fiel de sus personajes, los monólogos interiores de los personajes en los que se percibe una comprensión propia del autor, un deseo de dar sentido al caos en que sus personajes crecen envueltos.

Biografía de Julio Durán:

Es un escritor peruano, autor de la novela «Incendiar la ciudad» (2002) y el libro de relatos «¿Y quién eres tú para juzgarme?» (2017). Su más reciente novela, «A un lugar que ya no existe», fue publicada por entregas en el diario Peru21. Ha formado parte de distintas antologías como «El Cuento Peruano 2001-2010» (Petroperu, 2010) y «Selección Peruana II» (Estruendomudo, 2007). Algunos relatos suyos y extractos de su novela han sido traducidos al inglés y publicados en A Public Space, Words Without Borders y The South Carolina Review.

Julio Durán, autor de la presente reseña literaria

Portada de «Cuando muere la niebla» de Nilton Maa
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Las venas de un árbol chino andino, por Julia Wong

Reseña del poemario Mientras caen mis hojas, de Nilton Maa

Nilton es el primer poeta chino andino que conozco.  Mi objeto de estudio sobre lo sino amazónico habían tenido prioridad. Y es un poeta que dentro de sus pretensiones comunicativas está   que nos enteremos que significa ser un “chino andino”. Empezar por cuestiones identitarias en una poesía que se interrelaciona en una ecuación subliminal  con la naturaleza diferenciada para  conmemorar su apellido, cual semilla madura  y la reválida.  Parte de intervenir en la alineación de  un sistema de símbolos que dialoga informando y creando un  abstracto donde la  ética hacia  la naturaleza filial y belleza se complementan. ¿Qué es un árbol? Si no una organización perfecta de la raíz a las hojas.

En esta entrega de Nilton, poeta que aunque conozco en persona hace poco más de  un año y me unen simpatías por el trabajo étnico y expresivo de la comunidad tusán en el Perú, me atrae por su dedicación y constancia en revitalizar, esa cosmovisión eco- sistemática de este jardín que los tusanes no queremos dejar perecer, a pesar de todas las desventajas, plagas y “enemigos “de este imaginario.  Este árbol que en este conjunto de poemas asume una voz poética confesional, íntima, desgarrada, elogiando la honestidad de lo inefable, en el primer capítulo acepta la muerte del padre como una caída, pero no es una caída en el sentido de fracaso, abandono o abismo. Es una caída dentro de un ciclo esperanzador.  Quién fuera rama, hoja, observador, raíz y jardinero y guardián.

Sin tratar de generalizar los múltiples lazos que se han encontrado siempre entre naturaleza y literatura, a veces ociosos, a veces necesarios, no quisiera llevar a la voz poética de Maa en esta entrega  al mismo espacio donde el naturalismo usa de estandarte a la biología, la vegetación o la ciencia natural, para adentrarse en el mundo de los sueños, las pasiones, la belleza o una ética para un curioso de su propia estirpe. Sino ponerla  bajo la luz de  un sol andino, solidario y nostálgico.

Me conmueve la forma como Maa ha dividido el libro,  1.-papi,  2.-princesa,  3.- Zurita y  4.-des-amores.  Constatando que el peso de  la hoja caída más grande es la del padre, abandona la hermosa rama para que el ciclo vital siga su continuidad causal sin llamar   a la muerte como fin , sin desesperar , sino asumiendo el ciclo  transcendental  que es  ser parte de un organismo vivo.

Encuentro casi un conjuro en este conjunto melodioso de elementos, que en su musicalidad tocan una gran lejana pena, ambas tierras China y los Andes muestran una altura, que Nilton no puede superar. Son elementos que le han hechizado desde su raíz, la abuela, el padre que ya ha caído y sin embargo no compite con la otra parte de la naturaleza del árbol sino que la complementa, a tal extremo, que  Zurita es más Zurita por que Maa le ha permitido mostrarse en su esplendor.

Te llamo, te añoro y te abandono,

y mientras deshago el camino,

me despojo del tiempo, del silencio,

de las luces que me resguardan

de la amarga noche.

Y en algún momento agrega en este acápite…cito:

tampoco deseo que te vayas.

Hipocresía matizando mis palabras.”

El árbol Zurita sabe que la hoja “papi” tiene que caer por fuerza de su propia gravedad y entre la aceptación del ocaso, y la sabiduría del destino, no puede más que reconocerse como un simple observador hipócrita.

Sólo la caída de esa hoja permitirá que una princesa limeña arda en la ciudad y reinicie el ciclo en el huerto.

Dicotomías, entre andino- chino, viejo- joven, abuelo- nieta, abuela -nieta, observador-observado se terminan porque el árbol es uno solo.

Cierra con un acto de desconsuelo, que cuestiona un presente vacío y sin historia en Desamores. No hay peor traición que no haber podido decir adiós.  Y esa nostalgia infinita por un padre amante, Nilton nos clava su propia daga de ignominia por no sentirse merecedor de ambos linajes.

Y sin embargo el riesgo de decirlo, como él lo poetiza, es como sábila nutriente que ha permitido otra vez reivindicar el follaje en su corazón.

Biodata de Julia Wong Kcomt:

Hija de migrantes chinos, heredó el Nomadismo como ejercicio. Nació en Chepén en 1965, es escritora y gestora cultural. Viajera por convicción. Cursó estudios de Derecho y Ciencias políticas en la Universidad de Lima y Humanidades y Literatura en la PUCP, llevó cursos en Romanística, Teología, Sinología y Religiones Comparadas en Alemania. Tiene 16 libros de poesía publicados, 4 nouvelles y dos conjuntos de cuentos. Es fundadora del Festival de poesía en Chepén Chepén.

Julia Wong, autora de la presente reseña literaria