Una firme determinación en cada músculo feroz. Un grito desgarrado en las vértebras del hambre.
Una larga cicatriz en la alegría. Un cisne que se ahoga en su belleza más inútil.
Un aroma indescifrable que baja desde las montañas. Un crepúsculo manchado de ángeles promiscuos.
Una trompada con violencia y precisión. Una palabra luminosa de una niña de seis años.
Un abrazo que nos nutre la raíz. Un insomnio que termina donde nace el arcoíris.
Un milagroso amor sin almanaques ni exigencias. Una caricia con regusto a ingenuidad y mariposas de menta.
Una poesía como un hacha que atraviesa la mentira. Un mundo de ilusión donde pululan marionetas.
Canto de guirnaldas
Existe una mujer con quien siempre estoy en éxtasis y acompañado como arriba de un bellísimo milagro que atraviesa las tinieblas.
Existe una mujer cuyo abrazo es como un canto de guirnaldas. Que da el calor del paraíso aunque llegue el invierno. Que libera mariposas en delirio cuando dice buen día.
Existe una mujer cuya cálida luz irreprochable me lava la esperanza y me enciende los huesos.
Necesidades terrenales
Un deseo insatisfecho me hiere de nunca. Un puñado de cenizas me cubre la inocencia. Un cuervo diminuto me agrede las felicidades.
Oigo esa leve melodía del vino macerando.
Sé que la muerte es un portal, sólo un despojo de lo transitorio. Sé que hay una quietud como un orgasmo. Que hay un amor errado que llega hasta el suicidio.
Cuando un sendero se bifurca ya hay una encrucijada. No debo ahogarme por completo absurdamente en las poquísimas necesidades terrenales.
Damián Jerónimo Andreñuk nació en City Bell en 1986 y reside en Villa Elisa, ambas localidades ubicadas en el partido de La Plata, Buenos Aires, Argentina. Publicó diez libros, todos a través de Certámenes en diferentes editoriales: Omisiones (2010), Portales al vacío (2011), Formas concretas (2013), Silencio de crisálidas (2015), Metástasis (2015), Vértigo insondable (2017), Música del polen (2021), Yamila (2021), Donde orinan los lobos (2021) y Dimensiones de lo breve (2022)
No, no quiero los sueños. Es la vida, la realidad la que nos llama. Escucha. Leopoldo de Luis
Deja que te lo explique, no en palabras — que con palabras no se entiende a nadie — sino a mi modo oscuro, que es el claro. Mirta Aguirre
Está aquí, déjame que te lo muestre, en este pequeño espacio de aire, esta dimensión, toda esta anchura de trazas, de briznas aciculares, está en esta brisa ingenua que tanteo con los dedos, que trato de asir para hacer mía, es de sí misma, está aquí. Está en este soplo hecho de desgarros, está en el lápiz que me cae de las manos si abro la palma, está en esta corriente alterna, está en genios y mediocres, en las nubes de las partículas, en las ínfulas extrañas y en el pliegue de las alas de un cóndor negro, en la precipitación de un vidrio que no nos hiere apenas y en los resquicios invisibles de nuestras cicatrices más finas, está en el cieno de los ríos que arrastras a las cimas, en la cima lozana que hallas en la mirada, las miradas tiernas que no adviertes, y las que adviertes, está aquí, no puede estar en ningún otro lado. La recogemos, este soplo que resollamos está hecho de ella. Este vasto espacio que media entre tú y yo, los lugares entre nosotros que no habitamos y que alcanzamos al vuelo con esfuerzo y devoción de céfiro, la verdad es que es esto, está aquí.
(Poema de «La verdad que no vemos», XVI Premio Águila de Poesía 2020)
Viejo puente otomano
Un poema es un puente otomano que conduce al poema siguiente, que retorna a las ciudades viejas donde ocurrieron las batallas más sangrientas y salva geográficamente las pequeñas distancias del alma. En sus arcos perfectos se apoyan metáforas, metonimias y otros hechos salvajes, ondea el río viendo la arcada lejana desde abajo y al poner el poeta los pies sobre la baranda sabe que la distancia de sus rodillas hasta el río Neretva no tiene en realidad importancia.
(Poema de «La verdad que no vemos», XVI Premio Águila de Poesía 2020)
Ángeles Es preciso que lo sepas: los ángeles existen.
Yo misma los he sentido volar dentro de mis brazos intactos, con la piel pulsándome, ceder en los límites de mi corporalidad andrómina, yo misma los he oído arrancando a cantar en la cabeza y sonaban a cuchichí de perdiz mezclado con cante jondo y he ladeado el cuello, empujado mis orejas, para oírlos mejor.
Yo misma los he olido en algunas noches pétreas, en residuos de mañanas exactas como esta y huelen a carmesí y a ambientador para el baño y sus alas saben a lo que sabe la corteza de los árboles tras la lluvia o a lo que le supo un pedazo de gaviota a Luis Alejandro Velázquez.
Yo misma, yo, los he besado intacta y su transparencia blanca plácida se ha volcado en mis labios, a mí me han derramado verdades como hadas, yo misma, yo, intenté tocarlos, traté de hablarles con lo que quedaba de mi boca.
Y mudando, ellos, los ángeles, sus cuerpos diminutos, pegándome en mi espalda sus alas, preguntaron: ¿Yo misma quien es?
Solo así supe lo supe: los ángeles existen.
(Poema de «Habitantes de un paraíso minúsculo», II Premio de Poesía La Equilibrista)
Huida hacia adentro
Bajar hasta uno mismo y ensuciarse de materia, de mundo… Vicente Gallego
Vengo huyendo de estos hilos rojos, seda cubierta de intestinos, pelos, cicatrices y nervios, me lanzo intrépida hacia el interior mismo y encuentro, más allá de todo esto que debía ser tanto y es tan poco, esto que no somos.
Parece que lo dejé todo donde lo dejaste hace años, lo escondí tan al fondo de nosotros que no puedo encontrarlo.
(Poema de «Habitantes de un paraíso minúsculo», II Premio de Poesía La Equilibrista)
Cuando ya no esté aquí
Se murió diez centímetros tan solo: una pequeña muerte que afectaba a tres muelas careadas y a una uña del pie llamado izquierdo… Ángel González
Mis uñas seguirán creciendo, cuando no esté aquí y siga estando de alguna manera, dejaré de morderme las uñas, mi sangre seguirá corriendo disecada, las plaquetas funcionando, mis pulmones quejumbrarán todo lo que no respiro, y de nadas bombeará el corazón con soplo incontingente estos latidos extraños, mis articulaciones engranarán las poleas graznidas zurrirán inflamados los tendones de la espalda intermedia, crepitarán mis manos pequeñas intentando asir el tiempo tan naranja, hecho de alambres de paraguas rotos los días que no llueva.
Cuando ya no esté y siga estando de esta manera tan tibia y seca, empezaré a decrecer, menguarán las bárbaras tripas de mi estómago encogido, hogar que acogerá entre colonias los parásitos benévolos comiéndose mis uñas.
Pero ahora estoy aquí y me estoy mordiendo las uñas.
(Poema de «Habitantes de un paraíso minúsculo», II Premio de Poesía La Equilibrista)
Remei González Manzanero (Barcelona, 1990). Es poeta y profesora y realiza estudios de doctorado. Autora de La verdad que no vemos (XVI Premio Águila de Poesía, de Aguilar de Campoo 2020), de Habitantes de un paraíso minúsculo (II Premio de Poesía La Equilibrista 2020, publ. 2022) y los cuadernos de La confesión de la carne: Desdenes del vacío (2017) y de El mundo de las almohadas (2017). El resto de su obra se encuentra diseminada en varias antologías y revistas y su próximo poemario, inédito por el momento, ha sido finalista en varios certámenes internacionales. Recientemente, le ha sido otorgado el accésit en la última edición del Certamen Calamonte Joven por el poema «Besos».
Nadie quiere verse desnudo sin furia sin calcio, sentir lo perdido por el tiempo —envejecer y decirse su padre. Regreso al útero donde la música es sad y los colores púrpura y las razones de los colores una reacción hormonal. Regreso al útero donde reside lo explicativo y contemplo el resto de mis dientes.
Baby we rolling
Sonámbulos en un motel a la ribera donde teorizo con el fémur si soy quien digo ser, tal vez un chico rudo junto a otro menos rudo. Un motel a la ribera donde es fácil cuestionar mi nombre a gritos, el eco que rasga cuando un hombre entra dónde ningún hombre entró, la lengua como una arteria entre la pelvis y el latido. Sonámbulos pero no iguales, nunca iguales, ahí la gracia de la piel sudorosa: brilla como lo nuevo, un diamante en la carne. La mañana siguiente diremos haberlo perdido.
I
Nací al límite de la soviet donde los árboles, recuerdo, las hojas, recuerdo, se abrazaban a la tibieza de julio como las manos pequeñas y grises del recién nacido. Lo demás se diluyó en la nebulosa de los primeros días tal cual la juventud paterna se diluye en lo cirílico. Taskent se olvida y avanza y se adhiere a la gangrena del tiempo, repta, sí, con el cuerpo acercándose a la descomposición necesaria, inevitable. Mi enfisema es signo de varios trabajos de call center y los kilómetros equidistan los años, un bólido es para soñarse ¿o no? Un bólido me lleva a una isla microscópica del atlántico. Mis abuelos viven en Mindelo con algo de sosiego a pesar de pertenecer a un pueblo vibrante y pienso en la morabeza y pienso en la morna y los barcos son temporales.
Diego Quintero Martins (Taskent, Uzbekistan, 1990) es autor de los poemarios Estación Baudelaire (Ediciones Espiral, 2015) y Taskent soledad ultra (Ediciones Espiral, 2017/Ediciones liliputienses, 2019).
Tacto
El nocturno corre
como la sangre por mis venas,
se extiende para cubrir
las memorias grises que cargaban
las extremidades de mi cuerpo.
Ya no puedo ser la misma,
porque ahora
mi carne,
se pudre con el tacto.
La bestia…
marcó mi vida de un zarpazo,
sin llegar tan profundo sangré una vida,
me vendé los ojos
para andar con la cicatriz
que la marea cubre
seguí
como si el viento no afectara el barco,
como si poseidón fuera piadoso,
como si Ítaca fuera el fin.
Hoy
la veo sangrando,
y lloro por ella,
porque entiendo el dolor
de vivir sin motivos suficientes.
Te arrancaron de los huesos de tus padres
Te cortaron de las venas de tus hermanos,
Secaron la vida que germinaba dentro de ti
Y te volviste un árbol
donde tu madre se hincaba a orar por tu regreso,
en tu vida o una tu muerte…
Seguimos implorándole por ti,
Todavía sigues arrancada
Pero te plantamos en la cumbre de nuestro corazón
Porque sin importar el tiempo,
En ruido o en silencio
El grito de todos ruge
Para matar la bestia de tu ausencia.
Mercedes Janeth Soto Sánchez (7 de enero de1994). Oriunda de Los Reyes de Salgado, Michoacán, México. Coordinadora de Cardenal Revista Literaria en GDL, 2022. Presentó su obra literaria en el XIII Festival Cultural de Atenas, Grecia, 2021. Ha publicado en diversas revistas literarias tales como: Nueva York Poetry, Buenos Aires Poetry, Por Escrito, Monolito, Sindh Courier, Cardenal, entre otras. Licenciada en Derecho por la universidad Jesuita de Guadalajara, ITESO, 2018. Becaria en Festival Cultural Interfaz del ISSSTE, Guanajuato, 2018. Coautora del libro Igualdad de género, editado por el Centro de estudios de Derecho Contemporáneo y de Consultoría Integral, (CDC), 2017. Tercer lugar a nivel estatal en el concurso de oratoria de Toastmasters International en CDMX, 2014. Primer lugar en el concurso de poesía en lengua inglesa por la Universidad de las Américas de la Ciudad de México, 2013.
EN CASI TODAS LAS PELÍCULAS DE ACCIÓN
hay edificios que se destruyen
también autos
esas calles
a las que les explota el pavimento
con aceras llenas de árboles
personas
flores
¿Qué verdad se oculta en todo ello?
¿Cuánta violencia debe ser necesaria para un gran final?
Las familias
la reconstrucción
los heridos de gravedad
los ilesos trastornados
toda esa serie y brutal caos
que dejan a la ciudad endeudada
y sin trabajo
ni inmuebles
¿Quién se responsabiliza?
¿Dónde quedan los protagonistas para hacerle frente?
¿Dónde los senadores y toda aquella gente que debe resguardar la metrópoli?
La realidad también es una película de acción
con personas que lo pierden todo
países con intereses
abren fuego
preparan guerras
a veces con armas
otras con ideas
nos convierten en héroes y villanos
En los créditos no hay finales justos
tampoco en la vida diaria
y nos miramos los unos a los otros
desde nuestro propio cine en casa.
ESCUCHO A MIS PADRES HABLAR CON SUS PROPIAS LENGUAS
mirarse y admirar su propio dialecto
analizar y aprender la lengua del otro
Alguien menciona una frase
y hay un silencio
mientras se toman de las manos
ambos entienden esa cuarta lengua
que no es la nativa
ni aquella que usan en la ciudad
Es la lengua con que dieron descendencia
las que extendieron fuera de sus raíces
la lengua con la que ahora entiendo
que un idioma no sólo nace del corazón de un pueblo
A LAS DOS DE LA MAÑANA un hombre espera que cambie el semáforo para cruzar
Al extremo una mujer se sostiene reclinada en alguna pared de la avenida
El semáforo está en rojo
Un coche se acerca tres sujetos bajan armados bruscos la levantan y avientan al auto.
El semáforo está en rojo
El hombre que espera no sabe que ella desconoce que su cuerpo será arrojado en una bolsa negra rumbo a otra ciudad
La luz ya es verde
Natalia Gómez (Campeche, 1991) Comunicóloga y profesora. Ha sido beneficiaria del programa PECDA 2020 en Campeche y del Festival Interfaz ISSSTE Yucatán en 2017. Egresada del II Diplomado Virtual de Creación Literaria del INBAL. Ha participado en algunas antologías como Fractal, Anuario bilingüe de Poesía de San Diego y Novísimas, reunión de poetas mexicanas Vol. II Algunos de sus textos se encuentran en revistas electrónicas como Letralia, Círculo de Poesía, Carátula, Con la A, Ablucionistas, Santa Rabia Magazine,The Ofim Press Magazine y Beltway Poetry. Actualmente es miembro del Proyecto de Escuela de Escritores Campechanos (ESCESCAM) y del consejo editorial de Cracken Fanzine.
Vivo en la ciudad que fue líquido en su génesis: espejo con monstruos hipnotizados ―como los enfermos de ojos amarillos que acostumbran dormir con las cortinas abiertas, por si acaso sueñan con los astros y, al despertar de súbito, presencian su esquirloso escape de huesos y de luces―. Soy el que escribe la vida y sus ruidos a bordo de un camión que cruza la urbe, de norte a sur en su desierto. Otear es mi forma de reconvenirme, mientras las cosas del mundo transcurren por una ventanilla. Busco otros motivos y sirenas, otros lagos para soltar los peces de mi voz, como cardumen de sangre, desde los órganos heridos.
Aquella vez, después de darme un beso, mi madre me dejó un surco en el rostro. Luego la ingresaron al hospital en una camilla. Vi su cuerpo a lo lejos, pálido de voz, y parecía una escultura en porcelana a punto de quebrarse. Su enfermedad pintó de ocre mi mejilla, como el sol pinta las nubes del ocaso. He tratado de arrancar su beso de mi carne, pero no hay filo en la zarpa del poema.
Mi corazón se redujo al espinazo de un pez. Escucho sus ruidos y siento la punción de sus astillas. Piensa que soy agua, pero soy casi costra en esta soledad. Que aguarde, le digo, porque ha de llover mañana —cuando exista razón para llevar una imagen diferente a la poesía—.
Hoy encendí, desde muy temprano, el cigarrillo oculto en el cajón de mis nervios. No recuerdo haber soñado durante la noche. Después de la ducha, volví a estar seco de la piel y del sonido. Ahora sigo, aridozo, la misma ruta de siempre. Me sostengo de esta voz quebrada para no caer de rodillas ―por no decir «quedarme sin cuerpo»― y limpio el cristal empañado para ver mejor las cosas. Si pudiera soñar, seguro sería, otra vez, la escena donde me corto la mano con los vidrios de un vaso, mientras intento borrar de su fondo la mancha de la muerte.
¿En dónde está, por qué calles pudo perderse el amor de mi criatura? No todos los cuerpos que se ausentan están muertos. Hay corazones que laten y esperan la luz entre el agua y los juncos, como el que espera un rostro conocido para saberse de nuevo carne viva.
Fragmentos de Esdrújulo monstruo, animal de lágrima en sus ojos amarillos (Editorial Praxis, 2022)
Francisco Trejo (Ciudad de México, 1987). Poeta, ensayista, investigador y editor. Entre otros reconocimientos, obtuvo el VIII Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2012, el XIII Premio Internacional Bonaventuriano de Poesía 2017, el VI Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2019 y el XIV Premio de Poesía Editorial Praxis 2021. Algunos de sus libros publicados son: Penélope frente al reloj (2019/2021), De cómo las aves pronuncian su dalia frente al cardo (2018/2021), Canción de la tijera en el ovillo (2017/2020) y El tábano canta en los hoteles (2015).
Gestión por María Macaya
LA ESTRELLA COYOTE
Un millón de ventanas se abren
escalamos la culebra
su cúspide llega al centro
el cordón de cada llave
engancha una campana;
en su vientre
nos hundimos.
Dividiéndose las puertas
el viaje:
nuestros dedos esparcidos por el suelo
tocan el agua sobre un cachorro lienzo.
Lenguas sagaces
cortan el cabello de las hienas
birretes imprimen anillos; en los brazos
lunares.
La mirada somete al cauce sin orillas
en ojos cerrados
la luz no resplandece.
LASACERDOTISA
Entre el corazón y los ojos
estamos
dentro del cuello
luna
agua
viento invertido.
El día se agita
la oscuridad su destino cede
desnudos
enraizamos las corrientes
barajamos las preguntas.
LUNA DE FUEGO
Su garganta serpentea voces
exhuma a los muertos
divide.
Su lengua
como serpiente
desciende por el ombligo
golpea la tierra
se vuelve raíz.
Sus ojos invocan el fuego.
Ella dibuja círculos en las hojas
un remolino devora cuerpos
damos vueltas en él
soltamos nuestros miedos
estamos dentro.
En la boca hay hormigas
atraviesan nuestros labios
sentimos su poder.
Cuando nos escupen debajo
nos cortan las alas
nos volvemos bestias.
El PARAJE
Entre la lengua y las manos
gira la rueda
donde se unen
las palabras
tejidas con aire
voces
parpadean sin hundirse.
Habitar el lado secreto
domina a la serpiente
detiene los ríos
altera el curso de la luna.
Seres de fuerza
cambian el tiempo
guían
los sueños
en la tierra del fuego
y la memoria.
*Ilustración por Sergio Sánchez Santamaría
Masiel M. Corona Santos M.A. en Literatura Hispánica, Lingüística y Civilización (California State University of San Bernardio). Se certificó en la enseñanza del idioma inglés (California State University of Fullerton). Lic. en Literatura Hispánica y Cultura, Especialidad en Estudios Chicanos/ Latinos (University of California Irvine). Es autora del poemario Cantos Revolucionarios (Editorial Letras Huastecas, Nuevo León, México) y fundadora, editora de Revista Raíces. Colabora como editora de Revista Quimera (Costa Rica). Ha publicado en diferentes espacios impresos y digitales como Literary Journal Voices (CSUSB 2019, 2020), Punto de Partida, UNAM, Periódico Poético, UNAM (México), Nueva York Poetry Review, El Beisman (Chicago), La Ninfa Eco (Reino Unido), Pruka (Venezuela), Alma América (España), Somosenescrito (California), entre otros. Sus poemas también aparecen en varias antologías.
«Os juro por lo que fui Que me iría de aquí Pero los muertos están en cautiverio Y no nos dejan salir del cementerio.»
Joan Manuel Serrat – Pueblo blanco
Para abarcarte. Sufro yo a tu costa, Dios no existente, pues si Tú existieras existiría yo también de veras.
Miguel De Unamuno- Oración del ateo
La grisácea amenaza, crece a paso de sol y luna
Se extiende cual maléfica enredadera que de un muro se apodera y lo vuelve todo hiedra retoñando espantos.
Las raíces extendiéndose aprisionan pequeñas manos que pasan cuentas de rosario
Que en temblores puede apenas una voz terminar un dios te salve.
Un padre nuestro ¿ qué estás dónde?
Padre, Al cual se le implora que retoñen piernas de dónde hay muñones.
Al cual se le ruegan alas puesto que solo hay vacío de paso y libertad.
En Torrelodones o en el Pardo, se extiende cual maléfica marea la avaricia del hombre, de nuestros viejos se apoderan y los vuelven a todos mármol.
El óxido se hace uno con la carne y lo desgastado de las llantas de una silla de ruedas.
La televisión les da una voz que habla sin calor ni cena
Mientras se coleccionan úlceras de sofá a como fue una vez estampas y coloridos pajarillos en una subasta furtiva.
Las últimas voces de la guerra, se ahogan en flema , en tos percuten un reclamo al espacio que dejó la nada.
Y ese eco no lo contesta nadie…
Solo una abeja pútrida les sobrevuela, dando a traición un aguijón ardiente o cápsulas de sueño e hiel.
Con su boca seca de yute ajado dan un beso y una bendición, una mano con Parkinson nos persigna y nos retoña una flor de muerto…
Que se enraíza en este poema y en esta casa
Donde la vida por los ventanucos se precipita
Es esta casa, en la cual solo permanece viva la muerte.
Y mañana, ¿es navidad?
No quiero a hablar de los huecos de las calles, sino de sus vacíos.
Los que pasan por las aceras con pesos de cartón las espaldas, con ojo muerto, manos callosas que no encuentran la proximidad de otra palma.
No quiero hablar de los pilares ni de lo que sostienen, sino de las espaldas rotas que se abren contra la tela y el alquitrán del suelo.
Los espectros de trapos manchados y alambrina en el rostro a los que nadie les ha contado que en ellos cabria un dios.
Mañana es Navidad para los que pueden recibir a un niño de cerámica, cuando en el centro de una mujer sin hogar duerme el Emmanuel.
A como habita en todos, por en el hoy mas en él que en cualquiera de nosotros.
Porque mañana es navidad y su madre aún no encuentra una posada dónde nazca el niño.
Los portales siempre me han aterrado, el cobijo del niño Dios de cerámica pudo ser el de un niño de carne que duerme hoy en alguna caja.
Niña de papel y tiza (Susanita)
Susanita intenta despertar a su madre para que la lleve a la escuela.
En sacudidas balbucea un regaño con voz de ginebra y tabaco, un «no» innecesariamente largo. Tres kilómetros de sol y acera
Una lonchera percudida de princesas
Y un moño echo con una la liga que le quitó al cilantro
¿Pequeñita cuando te pariste?
¿Quién te peina el cabello?
¿Quién te saca las liendres?
Niña de papel y tiza, entre risas sale al recreo
Se arrecuesta a un poste poniendo sus manos en la cara.
Acumulando números para que sus amigas se vayan a esconder.
«98,99,100 no se vale perrito guardián»
De sus amigas escondidas muchas no aparecieron
Y a veces ella se recuerda buscándolas en el pabellón.
Ahora sale del colegio, décimo año
Le recoge todos los días en la salida un auto
Alguien que es menos que hombre y no es su padre la aguarda
Una sweater colombiana
Un cabello largo olor a reciente keratina
¿Pequeña cuando te tomaron?
¿Qué Judas te vendió por 30 monedas?
¿Qué manos pasan hoy por tus rodillas?
Mujer de labial y falda, entre taconazos sale a las luces.
Se arrecuesta en un poste sin poner las manos en la cara.
Calculando números para terminar su turno.
Nadie sabe qué pasó con Susanita
Pero todos saben dónde encontrar a Susy.
Nimrod
Los multimillonarios han hecho una escalera de cadáveres hasta llegar al espacio, y el dinero compra el derecho a una torre de Babel.
Armando Calvo (1996) Hatillo, San José, Costa Rica. Estudiante de psicología, poeta emergente introducido al mundo de las letras por accidente y tradición familiar de escritores y poetas. Concentra su obra en temáticas de desamor, existencialismo, mística, su crianza en un barrio marginal y critica social; Es subdirector del «Escenario Poético Viento De Cristal» y miembro de la editorial «Astillero«. Trabaja actualmente en su primer poemario «Muy viejo para morir joven» el cual aún no tiene fecha definida.
Gestión por María MacayaPoemas del libro CeEmeYeKa
(2019,Amargord Ediciones)
PEQUEÑO ESPACIO VACÍO
El tigre da vueltas en una jaula (barrotes, soldadura, concreto). Está sordo y solo puede pintar. entonces se rebana una oreja. Cuando se mueve desesperado, sus cadenas se escuchan con el crujido metálico de lo indestructible. ¿Quién le dijo al tigre que sus rayas no eran manchas? El tigre quisiera ser un felino de rango sencillo, quizá un ocelote, pero un animal tan poderoso no puede ser otra cosa que sí mismo y cargar con el peso de su grandeza. La cuestión no es ser una fiera que asusta, la cuestión es ser carnívoro, un monstruo comecarne en 2.5 metros cuadrados. El amor, ¿qué era, si no clavar los dientes en el lomo, diseccionar partes de sí, darlos en ofrenda? Correr en línea recta no tiene el mismo efecto que recorrer campos abiertos y con grama. Sabanas y sabanas para la dominancia del paso, extensiones de tierra hasta donde la vista llega. todo para el tigre. Tanta ausencia para simular su ausencia, millas náuticas de soledades para quizás completarse. Así que el tigre escribe, pero las palabras son ininteligibles. entonces él pinta, se pinta con tinta a falta de lienzos, pero ya no parece un tigre, sino una pantera. Tan hermoso como antes, sigue desesperado en una jaula, en el espacio reducido de su mentira. Tiembla porque su rugido, es estruendoso y destruye, el último domador perdió la llave cuando perdió su brazo de un mordisco. El tigre piensa en el tiburón y quiere abrazarlo. pero él está aquí, en la sequía, mientras el tiburón habita entre sus lágrimas. La pantera ya no es más el tigre, tiene miedo de abrir la puerta de la prisión. Ella sabe que debe comer: inicia por su cola, sube por las extremidades inferiores, el lomo y la barriga llena, los brazos, el cuello, la cabeza. La última oreja que le queda.
Cadena y jaula devuelven el eco del viento.
¿A dónde se ha ido?
ESCENA JAPONESA
Alguien llega al santuario, lo dejo entrar. pido que se quite los zapatos, se arrodilla en el suelo. ejecuto la ceremonia del té, nos escrutamos hasta que el día se hace noche. Lo dejo quedarse en el planetario del jardín, allí pasta con los dragones. me alejo para escuchar el rumor de la fuente. Volteo: se ha ido. limpio las huellas del piso. cierro la puerta. Las constelaciones siguen en el firmamento.
Al pueblo Bribri en SalitreLA AMETRALLADORA
se trabó en el cuarto disparo.
En mis uñas se mezcló el epitelio con la carne.
Corté el hilo rojo de mi dedo
y el hilo rojo siguió el camino
hasta el escombro.
Sobrealimenté la esperanza.
Deseaba un mensaje en alas de paloma.
Seguí la tristeza con la vista,
con el oído atento a lo callado:
soplé el diente de león, su cabezuela,
y la espora cuando cayó no bebió agua.
A veces la humanidad me hace llorar a chorros,
por mis ojos
van lágrimas sin hallar un acierto.
Me rasqué las piernas hasta ver mis tendones,
pero yo no sabía correr.
La ternura se empañaba entre los gritos
de las casas quemadas.
Preferí ser lobo y desgarrar
el plumaje blanco de los cisnes.
Coloqué mi cuerpo a manera de muralla.
¡Si nos cortasen las manos
con los dientes anudaríamos atrapasueños!
Machetazos sobre las espaldas.
La tierra rezó su mortal canto, sobre los invasores lloverán
las mil plagas.
Tanto hemos visto pasar la tristeza, tanto.
Nathalie Crum (1987). Aserrí, San José, Costa Rica. Ingeniera biotecnóloga y gestora de proyectos. Ha participado del XV Festival Internacional de Poesía de Costa Rica (2016) y del Festival de Poesía de Aguacatán (2017). Es coeditora de elrepertorio.org, plataforma web para la difusión de las artes literarias latinoamericanas desde 2016. En 2019 Amargord Ediciones Centroamérica publica su primer libro CeEmeYeKa, una oda al color y la complejidad humana. En 2020 es seleccionada como una de las representantes de los poetas para la muestra de Nueva Poesía Costarricense; Antología de poesía joven. Trabaja en su segundo poemario que verá la luz en 2022.
Silvestre, espíritu
Cuando era niña
la irascibilidad trazaba
cada uno
de mis pasos
Vaivén de fuego
en mi sangre mamífera
salvaje, libre
Las huellas marcadas
en el hogar, mientras
lo invisible
se tornaba visible
huellas celosas de la
volatilidad
de mi espíritu
Cuando
la temporalidad
y la adultez
desearon irrumpir en mí
Mordí sus pieles
con aquellos incisivos
tan propios
de la niñez
marcas violáceas,
tiñendo aquellos animales
heridos
dolor lacerante
estampado en sus miradas
Miradas
que sentenciaron
civilizarme,
convirtiéndome en una joven
silenciosa
inmersa en un estanque
monótono y grisáceo
Pero mis pulmones
Implacables
como siempre
me ayudaron a sobrevivir
Nadando en el océano
de mi propio silencio
encuentro a Silvestre,
mi espíritu
en diversas formas
onírico
cotidiano
fantástico
y puedo ser esa niña
de nuevo
la mujer que huye
entre escritos
para proteger
su fuerza indomesticable.
El cuerpo saqueado
A través de las miradas
colonizadoras
de hombrecitos que juegan
a ser hombres
soy
idealizada
y
nombrada «una gran musa»
La caída del título
es parte de un microsegundo
Bestial
Vertiginoso
Ahora soy nombrada «una gran puta»
porque mi expresión
de seriedad
les ofendió y destruyó
sus ansias de conquista territorial
sus risitas
su imaginación
y sus instintos
Los instintos dirigen
la mano y el ojo
para saquear mi cuerpo,
durante días queda vacío, estropeado
desdibujado
Pero ellos no saben
no entienden que
soy una artista
que reconstruye su cuerpo
escribiendo
existiendo.
Quien escribe
Quien escribe,
se transforma
Quien escribe usurpa historias
Quien escribe habita
entre obsesivos puntos
y comas
Quien escribe
respira tanto la belleza
como el terror
Quien escribe
se encuentra
en estado de subordinación,
bajo los sentidos
y la estética
Y ahora digo que
escribir,
es autoexcavación
entre venas,
entre nervios;
océanos
hay un aguajero negro, sin fin
sólo hay más y más
Moira Meléndez Castro. Estudiante de Pedagogía en Francés y español como lengua extranjera, UMCE, Chile. Autora del artículo: Littérature française: Antonin Artaud et le corps souffrance, Revue REF, deuxième édition 2020 y de los poemas Ansiedad, Nostalgia y La mano, Revista Phantasma, edición 2021.