Interpretación de «Mi abuela tenía las caderas anchas», de Mercedes Alvarado

Por Mercedes Soto y Kevin Aréchiga del Río

Mi abuela tenía las caderas anchas es un poema de Mercedes Alvarado, incluido en el segundo número de “Cardenal Revista Literaria”, publicado en el mes de noviembre del 2019 dentro de la sección Cardinalidae Cornu.  El yo lírico del poema se encarga de dar sentido a la fertilidad de su propio árbol genealógico desde una perspectiva matriarcal, hasta particularizar su historia.

Es mérito de este poema la empatía que despierta en el lector respecto a un tema tan sensible como la maternidad, o su ausencia, y todo lo que ella implica en una sociedad como la nuestra. La obra se desarrolla dando cuenta del paso del tiempo, y se remonta a los inicios de su árbol genealógico para poder inquirir en la historia de fertilidad que sus antepasadas. El tema de la maternidad funciona en el poema como una introspección sociocultural sobre la reproducción.

Mi abuela tenía las caderas anchas.
Pudo haber dado a luz un ejército numeroso
pero tuvo solo dos partos: una cuadrilla reducida,
suficiente para llenarle la vida de incendios.
 
Mi madre tenía las caderas altas y discretas.
Se abrieron una vez y otra vez no. Decidió la ciencia
que fuéramos par, aunque la estadística tendía a una y
                                                                        [muerto.
 

La fertilidad femenina tal como se la aborda en el poema es una declaración contra las instituciones antropológicas que se imponen lentamente, pues desde que nace una niña se le atribuyen determinados roles como la maternidad. Sin embargo, nos podemos dar cuenta al avanzar en la lectura del texto que no todas las mujeres satisfacen las expectativas que la sociedad coloca en ellas. Es decir, una madre puede dejar de serlo repentinamente y una mujer puede nunca ser madre, dando al traste con el destino que para las mujeres de la familia estaba prescrito, más por la sociedad que por el azar.

En este sentido, es preciso entender que la feminidad en el poema no está en función de la maternidad, y que este texto es una invitación a trascender o reconstruir el plano sociocultural del que formamos parte. En el texto se puede observar que no hay presencia de adjetivos masculinos y que el énfasis está en la importancia del matriarcado familiar, en las mujeres de la familia.

A mi madre y mi tía
se les ha ensanchado
el modo de andar.
 
Dos mujeres han parido sangre de mi sangre.
Mi prima abrió sus propias caderas para traer otra niña.
Somos un matriarcado sin disimulo.

Así mismo, uno de los recursos literarios mejor utilizados por Mercedes es la anáfora, cuya retórica embellece y da musicalidad al texto haciendo más ameno el trayecto del lector a través del poema. Usadas con cautela, las anáforas no propician aquí una reiteración inoportuna de sonidos, sino que proporcionan a la lectura en voz alta una melodía particular.

Bisabuela mi abuela, tía mi madre, abuela mi tía.
Yo: tía que baila y cuenta, que cuenta y anda.

Por otro lado, es preciso destacar que la estructura de este poema descansa en el verso libre. Desde una perspectiva formal, podemos decir que todas las estrofas prescinden de metro y rima. Ningún verso mide lo mismo y no debemos engañarnos con el final de algunas líneas que terminan con adjetivos o sustantivos femeninos, pues no es la intención del poema basar su musicalidad en las pocas rimas consonantes que presenta como fortuitamente, sino en las repeticiones simples.

Por último, es irreductible hacer hincapié en el final del poema, ya que es el lugar en donde se funda la estética del fondo de la obra, donde recae la empatía que generan los versos al trazar un vínculo horizontal entre los sentimientos escritor y del lector. Es decir, son los últimos versos los que forman y dan el giro a la construcción literaria que le antecede.

Mis caderas fueron siempre más bien escuálidas.
Las distancias y las muertes las redondearon.
Quizá se me abrieron
           por dentro
para darme a luz
cada vez que nada me estaba naciendo.

La maternidad que nunca se dio no puede impedir, sin embargo, el renacimiento del yo lírico y la aparición de una nueva mujer en la familia. Mujer que no ha parido, que no ha perdido hijos, pero mujer al fin. Gran forma de problematizar el sentimiento de pertenencia y de realización femeninas, a partir de un ensanchamiento de caderas más espiritual que biológico.

¡Te invitamos leer el poema completo en el segundo número de Cardenal en el siguiente vínculo!

https://cardenalrevista.com/revista-impresa/

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Mercedes Janeth Soto Sánchez (1994) es oriunda de Los Reyes, Michoacán. Ganó el primer lugar en el Concurso de Poesía en Lengua Inglesa por la Universidad de las Américas de la Ciudad de México, 2013. Es licenciada en Derecho por el ITESO desde 2018 y fue becaria del Festival Cultural Interfaz ISSSTE ese mismo año. Actualmente es editora y coordinadora de Cardenal Revista Literaria.


Kevin Aréchiga del Río es licenciado en Sociología por la UNAM y licenciado en Letras Hispánicas por la UAM Iztapalapa. También ha cursado estudios universitarios en la Universidad Nacional de San Juan (Argentina) y en la Universidad Católica de Uruguay. Fue becario del Festival Interfaz ISSSTE-Cultura “Los signos en rotación”, Mérida 2018. Actualmente es Jefe de Redacción de Cardenal Revista Literaria y estudia la maestría en Historia en el CIESAS Peninsular.

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