No vi a un hombre perdido con las manos puestas en la cabeza levantándose en un día equivocado. Tampoco vi al rechazo como el compañero de escuela al que uno debe de ignorar. Ni vi a la decepción fumando sus últimos cigarros ahora que comienza a ser más vieja. Ni el futuro se veía como un muro tan alto al que nadie podía rodear. Tampoco vi al sueño resignado por no volver a tocar la cama, ni a la vergüenza escondiendo de nuevo sus manos rojas. - Y te lo juro - No vi a la desesperación acomodando pedazos de palabras en una solicitud de empleo. Se toca el pene y busca romper en hojas mi ventana. A.E. Quintero El hombre detrás de la ventana ve a unos chicos orinando afuera de su casa, desde su encierro voluntario él los ve como un niño escucharía detrás de la puerta de sus padres cuando hacen el amor. Es un hombre que no se contradice porque sus días se cortan ligeros por su rostro como un cajón abierto lleno de cuchillos. La soledad que los mira detrás de las cortinas es un vidrio de manos exiliadas, una soledad elocuente, soledad de minorías. Estoy seguro de que cuando nos ve palpa nuestros penes desde su cristal y años atrás cuando él orinaba en algún lugar publico le hubiera gustado saber si alguien lo vio como él nos mira ahora. El hombre detrás de la ventana sabe que me han dejado solo cuando se escuchan ruidos en la casa, supongo que él también entiende de las compañías que pertenecen pero no están con nadie. Escucho su puerta abrirse ahora que la lluvia es la única caricia contra el miedo. El hombre detrás de la ventana me saluda y me invita a pasar. Mi abuelo dejó colgada su vejez, la ha dejado para alguien desocupado. Porque dentro de sus ojos hay muchos niños con linternas jugando en un bosque por las noches. Su prolongada infancia ya no quiere sentir como cae granizo sobre sus zapatos en tallas que nunca le quedaron. Y me invita a pasar a su mundo, con sus ochenta años de arrastrar raíces, con gavetas entreabiertas llenas de veranos donde guardaba su juventud bajo llave entre poemas que nunca terminó y ahora están volando. Cuando sea mayor quisiera ser el niño que es mi abuelo.
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Ángel Díaz. Poeta mexicano, estudiante de Lengua y Literaturas Hispánicas en la FFyL de la UNAM. Cursó la maestría en Educación en la UFLP. Actualmente es profesor a nivel preparatoria y licenciatura.