Nueva Santa María
a la de ella menos de mango y más de guanábana
dijiste
pidiendo mi agua
miré nuestros pies
caminábamos al parque
escuchaba tu voz
se confundía con la fuente
nunca pensé que la última vez que te querría sería en sábado
en qué esquina
y a quién
te diré
por última vez
Gansos salvajes
me pregunto si he visto a tu boca
decir todas las palabras
si hay algún día del año
en el que no te haya amado
alguna hora
en la que no te haya besado
verte despertar,
cada mañana,
se siente igual que estar en segundo de primaria
y contemplar
la primera vez que brota un frijol
de un algodón mojado
cuidadosamente guardado en un frasco
quisiera llevar,
como entonces,
un meticuloso diario:
documentar cada uno de tus sonidos
mi lenta y espirada manera de entenderte
el suave susurro con el que me dices que me quieres
Poeta de Eugenia
guardar una flor entre las páginas de un libro es lo más parecido al gesto físico de hacer una promesa
de entre todas las flores una bugambilia no sabías lo que para mí significan
tu flor, tu promesa ambas frágiles pequeñas quietas cómo pedirles transparencia sin atentar contra su naturaleza
será mejor olvidarla, perderla de qué otra forma tu mirada de qué otra forma las mañanas
el silencioso acomodo de las vidas con quién pasarás las noches, con quién yo las mías
Lia Quezada nació en el 2000 en Guadalajara. Lo primero que escribió fue un sueño. Le han seguido sobre todo poemas. Ocasionalmente los entrega en sobres con dedicatorias en tinta roja. Desde 2019 estudia una licenciatura en Sociología.
Sangre materna
Soy exilio del cuerpo de mi madre
la escucho llorar en mis huesos
pero no logro que mi piel se abra y me deje entrar
para que mi mamá me consuele del revés de su mano contra mi cara,
de su letra que con sangre entra y del miedo a recordar la difunta primavera.
Mi mamá trata de cocer la herida de mi nacimiento con las manos de dios
pero ella nos inunda de sangre seca y un llanto amargo.
Y yo no logro escapar de la sangre de mi mamá
Sangre de Ángel
Me sangran las encías por todas las mentiras que arrastra mi boca
puedo sentir como mi alma se desprende de mi cuerpo con violencia
voy a arrancarme la piel para comprobar el vacío
y cubrirte del frío
que exhalan mis paredes
Del amor solo conozco el canibalismo
sus manos rojas están jalando mi vestido mientras trato de leerles un poema
quieren comerse mi corazón mientras palpita
Un Ángel se desangra porque dios cortó sus alas
mientras agoniza me pregunto cómo se sentirá ser pura
Insaciable (Sadismo)
Las palabras me raspan la garganta
hambre de nuevas heridas
saciar la sed de sangre
desgastar las rodillas
ir detrás de la vida con alas podridas
Ven y cuenta mis huesos
que podría jurar que no están completos
Anatomía de la exiliada
El cuerpo exiliado se desdobla
olfateando entre los huecos del recuerdo,
se busca el calor bajo la piel adormecida,
toca esa carne tierna con olor a tierra mojada,
y se saca las piedras acumuladas en los bolsillos.
La lengua del exilio es muda,
su peso hunde el silencio en el centro del pecho,
y en la noche le lame los ojos al rostro que exhala cenizas.
Eso que al atravesar la carne exhausta se siente como un abrazo, es lo familiar, lo que rompe al
cuerpo exiliado.Divinamente
Frente a mi espejo de cenizas
bajo dos dedos por mi garganta desgastada
intentando salvar mi corazón
de los huesos que amenazan con atravesarlo todo.
Mi cuerpo es un jardín de flores abriéndose como heridas.
Todo lo bello rompe,
y yo me estoy partiendo en dos: pariéndome;
pujándome fuera de las paredes ensangrentadas y resbalosas de este baño,
escapó de la herida con una corona de púas adornando mis caderas desgarradas
Estoy creciendo sobre el cadáver de mi infancia.Suspiro
Voy vestida de mentiras a atravesar el umbral de la herida.
Afuera el sol pone a hervir a la tierra y la briza es violenta,
arranca las hojas de los árboles, lleva el polvo a mi cara, cierra de golpe las puertas.
El calor evapora las lágrimas incrustadas en los ojos,
la nariz, adormecida, solo reconoce el olor a óxido,
los oídos intentan reproducir el sonido del silencio,
la boca va empuñada y seca,
y las manos buscan donde esconderse.
El tiempo camina sobre mí dejando huellas,
carne translúcida, cuarteada y gastada.
Voy dejando la piel regada por la carretera,
mientras que el asfalto se derrite por las lágrimas del sol.
Mis pies cargan el peso muerto de viseras desteñidas,
llevo humo ajeno en los pulmones,
y unas manos de metal me atraviesan la espalda rompiéndome los huesos lentamente.
De vuelta al umbral de la herida, lo único que me queda es un suspiro
Valeria Burgos Nascimento (Cartagena De Indias, 2002). Poeta, estudiante de lingüística y literatura en la Universidad de Cartagena y artista de collage análogo. Sus poemas han sido publicados en Mi Máquina De Escribir Escritores del Mundo, 2021, su poemario De Abismos, Sangre, Olas y Mar, 2021, fue publicado en la antología poética Delirio de Amor, 2021, de la editorial colombiana ITA. Su última colección de poemas, El Exilio de la Inocencia, 2022, fue publicada en La Mal Crianza, la primera revista de las artes escénicas y visuales juveniles de Colombia.
Había hormigas en tu cuerpo, observé el camino tembloroso por el que se dirigía una de ellas. No entendía por qué corrían por todo tu cuerpo si aún estabas vivo. Con delicadeza las aparté de tu rostro y piernas y una vez en mis manos las maté con tanta ira. Las maté en un instante y yo estaba muriendo igual que ellas.
II
A veces creo que la muerte se enamoró de las mañanas de mi madre y las noches de mi padre, por eso despierto tan temprano y duermo con sigilo. La ausencia de sus rostros me ha abrazado durante las caminatas del pasillo a la cocina, de restar tazas de café para el desayuno y constatar que ahora hay menos luces encendidas. La muerte me ha dejado claro que no era a mí a quien buscaba desde entonces me dedico a cancelar toda clase de manía que desató en mí ya no siento a la muerte escurriéndose en mi habitación y no identifico la humedad de su presencia quizá es que ahora me toca una larga vida.
III
A veces te sueño hundido en el agua y yo meto mis brazos para sacar tu cuerpo y extenderlo en la cama lo conservo por unos días para ver si te recupero pero la muerte ha hecho en ti un excelente trabajo: se ha llevado tu calor y la melodía de tu vida… Es entonces que veo cómo tus ojos han volado, tus manos ya no pesan y el pulso de tu cuerpo se convierte en ceniza. Luego viene la nada a despertarme sin agua, sin calor, sin tu melodía.
Andrea Broca. Actriz y productora originaria de Coatzacoalcos, Veracruz. Estudió la licenciatura en actuación en la Universidad de Londres. Ha trabajado en proyectos cinematográficos y teatrales enfocados principalmente en la transformación social. Entre ellos destaca su participación en la película “De las muertas” y la producción de la obra de teatro “El juego de la Gorgona” dirigida por Mar López. También ha publicado poesía en Cardenal Revista Literaria , Revista Kametsa y Buenos Aires Poetry.
Iveth Vega El lenguaje de las burbujas Editorial Efímera, Honduras 105 páginas
Por Margarita Leoz
Con El lenguaje de las burbujas, su tercer libro de poesía, Iveth Vega (Santa Bárbara, Honduras, 1991) ganó el Premio de Poesía «Los Confines» en su edición de 2021, el mayor galardón poético en Honduras, y situó a su autora en primera línea de la literatura centroamericana actual.
La poesía de Iveth no se somete al capricho de las musas ni a la veleidad de las modas. No escribe en el momento ni para el momento, tampoco muere en él. En sus poemas se manifiesta el oficio y la paciencia de una pluma que anheló escribir durante mucho tiempo antes de osar hacerlo. Estas cualidades la distinguen, la tornan brillante, flotante, ingrávida, igual que sus burbujas, libre y liberada de los excesos del yo y de la bruma de lo instantáneo. «Los siglos me han sellado los labios, pero aún así / puede guiarte mi voz en el lenguaje de las burbujas».
La primera parte del poemario, titulada «Caer», nos habla de la caída universal de la condición humana («Yo estoy cayendo en los abismos de mis propias manos. / En mis propios sacrificios y carencias») y del anhelo por recuperar la perfección de la que un día formamos parte («Quiero volver a ser noble»). Esta restauración solo será posible si el ser humano se despoja de los lastres que amarran sus pies a lo terreno (las percepciones sensoriales que por su parcialidad emborronan la conciencia, el yugo del tiempo, la noción de la propia finitud) y emprende, a continuación, un viaje ―uno de regreso, en sentido ascendente― hacia el universo celeste del que partió, del que es originario.
«Los brazos quieren volar, nunca nadar. Volar, para eso nacieron». De este modo, en «Flotar», la segunda parte del volumen, la voz poética ―múltiple, variada, poliédrica― emprende este ascenso, se eleva. Con el fin de alcanzar su meta, el reino del sueño se reivindica como vía de manumisión de la psique: «Solo en los sueños exclamamos sin culpa las palabras que nos definen y los deseos que nos pueblan. / Solo en los sueños la muerte y el tiempo pierden su imperio». La obra de Iveth Vega ―en este punto queda patente― bebe de André Breton, de las fuentes del surrealismo; el sueño surge como paraíso donde la lógica se estanca y la percepción se distorsiona y, en consecuencia, nos acerca a la auténtica verdad. No obstante, a diferencia de los poetas surrealistas, el cauce de Iveth no desborda en el torrente de la escritura automática, sino que reposa antes de entregarse a los versos.
«Vivirás largos y luminosos años, pero no te bastará». La humanidad es limitada, es ruidosa, es contradictoria; está marcada por la insatisfacción, sobrecargada por la apreciación sensible, traicionada por el cuerpo («el cuerpo solo es un envase desechable»), ese recipiente sojuzgado a la podredumbre de su caducidad y al despotismo del olvido («la muerte vendrá a lavar nuestros rostros también»). Y, no obstante, en su paradoja, el género humano aspira a la sabiduría, a la pureza, a lo infinito, a lo eterno.
«Intento descifrar los mensajes de los astros». Al final de El lenguaje de las burbujas, la reconciliación se intuye posible, aunque la belleza y el conocimiento y la plenitud pasen por el silencio y por la aniquilación de la temporalidad. Para aprehender lo profundo es preciso no mirar, no hablar, adoptar otro lenguaje, porque el lenguaje humano se muestra incapaz («La voz quiere nombrar, quiere crear, quiere invocar, pero las burbujas ahogan los intentos»). En este libro, como en toda la literatura de calidad que se precie, la escritura es también una búsqueda de la propia escritura, un afán por rebasar los límites de la imposibilidad de nombrar.
A pesar de su juventud, la poesía de Iveth no es titubeante, visceral o irreflexiva. Todo lo contrario: se desvela filosófica y cosmológica, matemática en tanto que pugna por comprender las propiedades de lo abstracto. En sus páginas hay telescopios, estrellas, capas terrestres y celestes, planetas, seres mitológicos y ruinas antiguas, aves acuáticas, proporciones áureas y relojes, preguntas sin respuesta. Su voz busca la exquisitez, la iridiscencia, aspira a la armonía, a la música de las esferas. Y, sin embargo, no deja de mirar con compasión nuestros afanes humanos, los nuestros, los de esas hormigas que somos y que, dicen sus versos, «llevamos sobre nuestras cabezas las semillas de la civilización, por un camino que no se acaba nunca».
Que el camino de la escritura de Iveth Vega sea largo. Luminoso ya lo es.
Disipación
El día en que murió, buscamos el recuerdo de su rostro y no lo encontramos. Recurrimos a las fotografías y a las especulaciones.
¿Sus ojos eran marrones?
Sus hijos lo buscaron en los diplomas y en los videos de cumpleaños,
pero ninguno lo reconoció.
Ningún rostro era su rostro. La muerte había hecho su trabajo.
Desde entonces tememos, porque la muerte vendrá a lavar nuestros rostros también.
Sueño que soy una hormiga roja
Los fenómenos nos tocan los pies, con relojes, con espejos, con mordiscos.
Caemos bruscamente en el Cañón de Bryce para iniciar la procesión de las hormigas.
Vamos enceguecidas por tanta luz, llevamos sobre nuestras cabezas las semillas de la civilización, por un camino que no acaba nunca.
El humo y el cielo; el pasado y el presente se confunden en el sopor del cénit.
Nos quedan doce segundos antes de que alguien nos despierte con la vulgaridad de una botella destapada con violencia.
Baia
Pasa tu mano por la sedosidad de las olas, pero no reposes en la superficie.
Examíname con tu ojo de cíclope y lánzate a las profundidades submarinas.
Los siglos me han sellado los labios, pero aun así puede guiarte mi voz en el lenguaje de las burbujas.
Todas las cosas cambian. Antes aquí todo era bermejo, como la sangre, como la carne, como el vino. Hay que entender cómo estas cosas se relacionan.
Ahora todo es azul verdoso, infinitamente bello, infinitamente mudo.
Cierra tus ojos y déjate llevar por la espuma.
Los tentáculos no le bastan el pulpo al acariciar los mosaicos, tus diez tentáculos tampoco bastarán.
Déjate seducir por la suavidad de mis ondas, que el tiempo no se detiene, pero aquí tiene prohibido correr.
Enrédate en mis algas y olvida el mundo de las superficies donde todo es violencia y presunción.
A
Aquí todo es frustración y su resonancia.
El océano oscuro y tempestuoso llena de algas y arena mi garganta.
La voz quiere nombrar, quiere crear, quiere invocar, pero las burbujas ahogan los intentos.
Los brazos quieren volar, nunca nadar. Volar, para eso nacieron.
Los brazos quieren salvar a este cuerpo que está abandonado junto a las naves.
El tiempo transcurre con su marcha orquestal, con sus giros de muerte.
Silencio
En aquellos años pensabas que para conocer la profundidad era necesario bajar los ojos.
Ahora comprenderás que la profundidad se alcanza al guardar silencio.
Llegas tarde a tu cita.
Buscas atar los hilos de la red, pero te vas quedando sin manos.
No quieres aceptar la inmovilidad, la no pertenencia, la sabiduría silenciosa.
Calma, el cuerpo solo es un envase desechable.
Iveth Vega (Santa Bárbara, Honduras, 1991)
Poeta y editora. Licenciada en Letras con orientación en Literatura (U.N.A.H). Ha publicado los libros: Elementos sucesivos (2021), Amatista (2021) y El lenguaje de las burbujas (2022). Ha sido galardonada en seis certámenes nacionales. Ha sido publicada en más de una docena de antologías y revistas literarias nacionales e internacionales. Ganadora del V Premio Nacional de Poesía “Los Confines” (2021).
Fotografía: Kevin García
Margarita Leoz (Pamplona, España, 1980)
Licenciada en Filología Francesa por la Universidad de Salamanca y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Barcelona. Autora del libro de poesía El telar de Penélope (Calambur, 2008), de los libros de relatos Segunda residencia (Tropo Editores, 2011) y Flores fuera de estación (SeixBarral, 2019) y de la novela Punta Albatros (Seix Barral, 2022). Sus artículos y sus críticas literarias han aparecido en revistas como Cuadernos Hispanoamericanos, Revista 5W y Litoral. En 2021 fue seleccionada para el proyecto «10 de 30» de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), que elige a los diez mejores escritores españoles menores de cuarenta años para promover su obra en el extranjero.
Gestión por María MacayaCoral mamífera
Mi cuerpo es una cafetera
que hierve en la madrugada
mi piel es de hule
y todo sabe a sal
como mamífera me arrastro
por la playa
lloro entre el coral muerto
Floto en la laguna del caos.
Hay un precipicio en cada paso
estoy hundida en ese charco
frente a casa.
Y ninguna voz me hace
despertar de este sueño
Crece dentro
a cada minuto que respiro
como animal nocturno me devora.
mi pálpito se duplica
Estoy al borde
corro y grito
en la habitación de mi vientre
Se desploma el pájaro
desde el árbol gigante
Me desangro en el centro de la selva
Huyo hacia el fin
Vida pasada
En mi continente de piel
no hay ayeres
solo una huella dactilar de la casa de tus manos.
Nuestro amor es una criatura no nacida
ahora el tacto huele a noche moribunda.
Nuestro intento se perdió
en la frontera de ilusiones y miedos
las caricias están envueltas
entre las sábanas asustadas de soledad
sólo moran las bucólicas telarañas.
Pido a los sueños que renazcan
tus labios en mi pubis lunar
que germinen
mis poros dilatados
como frutos caribeños
bajo los soles
de este amor necesario
ungido con olores tropicales.
Rezo a las hormigas
que trascieguen
dulce y jengibre
de mis pezones hasta tu boca
Haciendo una danza marina
en el no tiempo de una vida pasada
entre las olas de tu pecho y mi espalda.
A Roberto y a nuestro amor necesarioÚtero del mundo
Vibra el corazón
de la tierra
hasta el pecho del jaguar
el grito de las abuelas
desprenden el mal del ojo
Yemanja cuando
alguien renace a la orilla
del mar
muda de piel
es una sirena
entre llantos fúnebres
ensordece ballenas
porque ha perdido a su hijo.
Sus pezones son de sal
su boca se desmorona
sobre los ojos de dios.
Abre su vuelo por las noches
recorre las corrientes
del inconsciente
Alcanza en sueños
el vuelo de la sombra
la muerte es solo el portal
de sus entrañas
paren la luz en cuclillas
frente al útero del mundo.
De diásporas
Estamos hechas de frutas tropicales
de clamores y plegarias nocturnas
de plantas que sanan las heridas
estamos hechas de intensas músicas
de raíces despertando en las caderas
de tambores
de conjuros marinos
de sabores y de espíritus
que se alimentan entre cocinas
y recorren las costas
pariendo pueblos hechos de resistencia.
A mis afro hermanas
Kari Obando (1994, Limón, Costa Rica)
Poeta antes que socióloga. Afroactivista, gestora socio cultural del Caribe costarricense.
Estos poemas son parte de su poemario ¨Las Cortezas Cerebrales¨.
Maldad Las bestias que llevo adentro ya se mezclaron conmigo: raíces de un árbol centenario, gritos ahogados en mi casa de sustos, pasillos tenebrosos donde ni yo quiero caminar, eso son −así son−. Las dejo quitarme gota a gota la sangre y estoy segura de que no se cansarán hasta volverme un monstruo, quizá siempre lo he sido.
Síndrome de Ghosting Todos de alguna forma tenemos el síndrome de Ghosting. Huimos, hacemos del papel fantasmagórico algo tan común que se nos olvida que estamos vivos. Vos huiste de mí, de repente: no existías, no escribías, no besabas, no respirabas. Cualquier excusa es buena para borrarme como un garabato mal hecho del cual te sentís avergonzado. Imagino tus psicofonías como trozos de vidrio que pasan entre la carne. Y por último, lo único que queda es jugar con el teléfono mientras intentás hablarme desde la silla de al lado.
Literatura de supermercado El amor hay que traerlo como a una herida llena de sal o una roncha a punto de estallar. Anda lleno de curvas porque las líneas rectas no las soporta por mucho tiempo. Se ahoga fácilmente en la cúspide del pezón y cae en mi ombligo. Hay que verlo como el primer orgasmo donde se siente un renacer de algo desconocido, luego, ser adicto es la única salida. –Es ser esclavo más bien–. Colgarlo del llavero habitual para tener la fe de hallarlo frente a la parada de taxis. Dibujarlo en una banca de su color para reconocerlo antes y que nadie te lo robe. Al amor hay que soñarlo y meterlo por todos lados, porque es mejor unírsele que dejarlo al factor sorpresa.
I Usted y la neblina son de esas cosas que emborrachan y uno no hace por donde parar. He pensado inyectarme su neblina y pintarme de gris, quizá comprar una libra de frío e inhalarlo todo. Buscarme una noche congelada en alguna montaña suya, para que mis pies sean azules como el hielo, caminando en césped muerto. Como un limbo que me engaña porque me hace creer que si me pierdo usted y su agua fría son mejores que el Sol.
II Su neblina era perpetua. Decidió dejar pasar la luz, solo eso bastó para ahogarme y matar a golpes el témpano, hielo color sangre que reavivó otra vez. ¿Puedo retirar mis pies azules? Los quiero quitar del medio, usted no se merece los copos aguja que crecen en el zacate desangrado. Me llevo cada letra muerta, total lo estoy, y sus venas azules sirven para ahorcarse, más efectivas que una hebra de mi pelo. Déjeme caminar adentrarme en el volcán, quemarme en su plástico, tal vez así se me quiten sus espinas. Sus espinas son perpetuas, eso de la inmortalidad. es asunto suyo.
Johanna Picado Vargas, Cartago, Costa Rica, 1989
Escritora costarricense, publicista, máster en Comunicación Corporativa y Marketing Digital. Participó en el taller de poesía Tráfico de Influencias en 2013 del Ministerio de Cultura de Costa Rica. En 2019 publicó su primer poemario ¨Las Cortezas Cerebrales¨ con la editorial independiente Ediciones Perro Azul, que fue presentado durante la Feria Internacional del Libro de Costa Rica ese mismo año. Su trabajo se ha incluido en diferentes publicaciones como ensayos y revistas. Actualmente estudia canto lírico y trabaja en comunicación digital en su país.
7 de mayo de 1991, brotó un nombre difuso a espaldas de Dios. Ocho letras borrosas que no fueron acariciadas por banderas, un sustantivo olvidado en la bruma, parido en una maternidad a las 18:30: Tauro con ascendente en Escorpio. Cada letra, un cántaro partiéndose sobre luz y tierra. El primer llanto del nombre escurrió un mar, la sal pintó caminos azules que arrastraron a veintinueve mujeres a morar mis ocho letras. Una a una dibujaron la noche y el día de los años hasta que el lienzo escupió las primeras conjugaciones violentas y las cegó, dejando desprotegida la Tierra. Manos extrañas fundieron con monedas las lenguas de la infancia: restos de pelo y sangre sobre los hombros, afonías, arcadas de horror. A lo lejos, un Dios opaco despinta su espalda mientras las mujeres que fui gimen cenizas. En centro de la putrefacción, crece un árbol.
(Antología XIII Encuentro de Poesía en Paralelo Cero, El Ángel Editor, 2021)
Cinema
Hermano, tú y yo invocamos a un dios que nos mira, aburrido, desde un plano cenital, reconociéndonos por las espirales de nuestros cráneos.
Hay cierta tenebrosidad en tus pupilas, tiemblan y se retraen cuando la luz entra por el ojo del cíclope para atravesar el pecho mostrando nuestros colores.
¿Cuántas historias encierra el ojo?, me preguntas y te respondo: el cíclope deja ver el futuro y el pasado. Me sonríes, Somos dos niños cuyos pies flotan sobre un abismo con cadáveres de canguil y chicles.
En nuestras mejillas se dibujan formas de caleidoscopio pestañeamos, dios se ha sentado a admirar al cíclope junto a nosotros.
Sobre las butacas, hay pieles proyectadas en varios idiomas.
(Inédito, 2021)
El jardín del cíclope
Un regalo de la luz es poder explorar la pupila del amor cuando madura y se ensancha como un fruto redondo que creemos perdurable.
(Inédito, 2022)
Nuestros desaparecidos
son espinas que atraviesan la memoria. La memoria es una bandera desgarrada que ondea y salpica sangre en nuestras frentes.
Mi frente y tu frente, tu frente radiosa* son un puente tendido sobre crujidos de auxilillo lápidas y huesos sin nombre. A millares surgir, a millares surgir*.
Nuestros desaparecidos, son patrimonio nacional salvaguardado y conservado por la indiferencia. Son los muros heridos de una patria hueca como una “o” violenta dibujada entre las sienes.
Nuestros desaparecidos son la fecha y el sector de la ciudad donde se desintegraron sus nombres y apellidos.
Nuestros desaparecidos son un cartel adherido con lágrimas de un bosque invisible que se seca y se seca mientras los aguarda.
Nuestros desaparecidos, no saben que están desaparecidos hasta que reconocen el llanto de ese amor, que los busca a oscuras.
Versos del Himno Nacional del Ecuador*
(Inédito, 2022)
Huérfana
A Georg Trakl
Padre, la noche está herida, gime como un animal y las huestes del tiempo huelen mi miedo. en la superficie oscura los cántaros se parten derramando la sangre de los pájaros.
En la aldea de la huérfana, los niños se marchitan ante la voz de un dios sodomita. la niña viento busca dormir en los campos.
Oye cómo los ángeles lloran desplumando sus alas en un sacrificio de amor.
Hay un lugar en tus ojos, padre, donde las lámparas de aceite alumbran, cubres con hojas de otoño mi desnudez y el agua se tiñe de luna
La huérfana danza en los negros arbustos que coronan tu frente.
Padre, mi cuerpo rueda en el campo de rastrojos mientras la lluvia negra comienza a caer.
Desde la tumba, padre, la novia del viento nos cantará a los dos.
Padre, detrás de mí, los dementes muertos hieden. Asaltaré el bosque para buscar a la huérfana y a la hermana que perdiste.
Padre, lloverás siempre en mis ojos…
Llora la huérfana, la huérfana es mi espejo
Padre, arroja mi cuerpo a las parcas Para que tejan la nueva humanidad con mi carne.
(90 Revoluciones, Mecánica Giratoria, 2015)
CRISTINA PAVÓN BURBANO (Quito, Ecuador – 1991) Es licenciada en Periodismo y maestrante de Gestión Cultural de la Universitat Oberta de Catalunya. Varios de sus poemas fueron publicados en las antologías: 90 Revoluciones (Ecuador, 2015), Tea Party 4 (Chile, 2015), Silvestres y Eléctricas (Chile, 2016), Humo sonámbulo (Ecuador, 2021), Décimo Tercer Encuentro de Poesía en Paralelo Cero (Ecuador, 2021). Sus textos también han sido publicados en revistas y blogs como: Eterna Cadencia, Círculo de Poesía, Escrituras Indie, Cráneo de Pangea, Santa Rabia Poetry entre otros. Participó como invitada en el V Festival de Poesía de Lima (Perú, 2014), el Festival Mayúscula (Ecuador, 2020) y el Décimo Tercer Encuentro Internacional de Poesía en Paralelo Cero (Ecuador, 2021).
Pega-mente
Sigo tu espectro y en el camino me hallo a mí mismo:
al niño que hizo hogar en la calle de al lado
imposibilitado por la pobreza de no tener patria
de no tener manos, pies ni alma de refugiado
Sus caninos incrustados en el cemento
son mis centavos que perdí al lanzarlos a la fuente
pidiendo:
que el pecho de mamá no sepa a pegamento
que los puños de papá no lastimen el pecho de mamá que sabe a pegamento
que los chapas amarren los puños de papá para que no lastimen el pecho de mamá que
sabe a pegamento
Y lloro
Porque los puños que caen sobre mi cara
huelen a sangre y pegamento
inhalo
lo que un día fue el pecho de mi madre
rrenacerr
Santificado sea tu hombro
lleno de cicatrices provocadas por doce fantasmas de nicotina.
Retroceder a tus vertebras
es firmar una sentencia de vida, porque la muerte es algo celestial y en tus mejillas
reposa mi piel,
aquella piel que ha mudado de un cuerpo vacío e inquieto
para convertirse en la sombra de la soledad perpetua:
tu tranquilidad perturbada por lunas desnudas y soles danzantes.
Imágenes salidas de tu mente, de tus sueños, de tu pasado dibujado sobre arena
con tinta de odio y con sangre de razone.
SOLO POR HOY
danzo en el resplandor de tus ojos ansiosos y certifico mi declive hacia tu vientre para
morir y (re)nacer veintiséis mil veces, poco más pero nunca menos.
Cenizas
Quedarán reducidas a cenizas tus pestañas inquietas
Y gritaré
¡Por fin soy libre!
Pues, eran tus pestañas las cadenas que me ataban
A la vida
A la melancolía
Ahora que ya no tengo nada
Asomaré mi cara al lugar donde nací
Allí, desnudaré los atrofiados recuerdos de tu piel
Ante la beatificada fotografía de mi madre
Alzaré tu sombra con sogas de cristal
Alabaré con salmos tu nombre
Abriré mi pecho en dos
Cuestionándome
¿Tu alma o mi libertad?
Jonathan León (Loja, Ecuador, 1995). Estudiante de carrera Lengua Literatura de la Universidad Nacional de Loja. Ha publicado en la revista de la carrera “Ripio” en microcuento, poesía y ensayo. En la editorial independiente “Hidden Writers” publicó tres poemas. De igual forma en poesía publicó dos poemas para la revista boliviana de poesía “Margen de Luz”. Obtuvo el tercer lugar en el primer concurso de poesía organizado de la Facultad de la Educación, el Arte y la Comunicación de la Universidad Nacional de Loja y la Casa de la Cultura ecuatoriana Núcleo de Loja. Columnista frecuente de la Gaceta Cultural del Archivo Histórico de Loja. Ha participado como ponente en el Congreso Internacional de Historia “EDUCERE” organizado por el Municipio de Loja y el Archivo Histórico de la ciudad. Asimismo, participó como ponente en el XXI congreso desarrollado por la Asociación de Ecuatorianistas y la Universidad Nacional de Educación.
Meridiano
Con la frente inundada de peces
recorro los naranjos.
Anuncio que la memoria
jamás fallará al subir la peña.
Es allí donde está enterrado
el álbum de flores disecadas
el espejito
y la pintura de la mujer con tacones.
Busco una tarde de pelícanos
frascos y caminatas de selva
aullidos, moluscos y tazas de sal.
Duermo sobre el escritorio
en medio de tantas postales
que me inventan las estaciones.
Blue in Green
En la radio suena la trompeta
el cielo retumba entre los edificios de Nueva York.
Hay que quitarse la ropa y meterse en la cama para escucharlo.
Los despertadores se apagan
hay tiempo suficiente
adivinar el color de las prendas en las fotografías antiguas.
Vale la pena abrir un directorio telefónico
encontrar al que reveló las siluetas en los tocadores.
La trompeta sigue sonando
no hay necesidad de encender las lámparas al pisar las alfombras.
Los reflectores de los autos dibujan jeroglíficos en el rostro.
Colocar una silla frente a la ventana
oler el café del tarro y volver a la cama
esperar la noche para invocar a Miles Davis.
Llamar su atención
Inspirado en el bolero de Roberto Roena
Te miro frente al océano
tu espalda es la memoria que se desliza
y deja huellas de pintura como sendero.
Desde aquí intuyo tu rostro
es la canoa que encuentra al mochuelo.
Sano en la contemplación de tus manos
que señalan la llegada del candil.
Te hago llegar un vendaval recién nacido
o los cimientos de unas piedras al frotarlas.
Me convierto en una ráfaga de brisas
hago cuencos de agua para inventar
un movimiento sereno.
Quizá voltees a mirar algún día.
Vagabundo
A Yuri Buenaventura
Un muchacho moreno sale del platanal.
En un cuarto estrecho un hombre llora
desde la televisión.
El muchacho toca las congas en el metro
y París lo devora.
Ha caído en el río Sena
pero vuelve al metro y recuerda a Jacques Brel
el hombre en la pantalla.
Ha creado un universo lleno de pureza.
Regresa a la tierra ébano para cantarles a los niños
salsa en francés.
Ha nacido África en las profundidades de un puerto
lo inquietante es cómo arrastra la manigua
por todo el mundo.
Estefania Almonacid Velosa (Bogotá, 1991) es periodista y magister en Estudios Literarios de la Universidad Nacional. Es autora del poemario Zalamera, un homenaje a la salsa y el bolero, de la editorial Piedra de Toque (2021). Su trabajo cronístico y literario ha sido publicado en diferentes antologías nacionales e internacionales, y en su blog de periodismo literario Los desvelados. En el 2021 fue otorgada la beca Periodismo Cultural y Crítica Literaria, del Instituto Distrital de las Artes, con el proyecto titulado: “Un recorrido por Bogotá con Emilia Pardo Umaña”. Es autora del libro Emilia por Bogotá (Idartes, 2022), crónica que busca las huellas de una de las pioneras del periodismo en Colombia, Emilia Pardo Umaña.
Pongo la mesa, sirvo la comida y te observo marcharte.
Siento que tengo la cabeza metida entre las piernas, apenas contengo el vómito, las ganas de arrojar todas las sillas y romperle la sombra a la luna.
He buscado el descanso de las escaleras para sentarme a interrogar cada plato roto que ahora ya no puedo buscar en los basureros.
Nada responde, pero toda grita.
No se puede alcanzar ninguna paz con planes de regreso a lugares a los que nunca se ha ido, con una olla de carne a la leña cada sábado, con abrir el oído para que entre el estiércol que sale de una boca que dejó de encontrar tu beso.
El tedio le busca una miga de pan a la esperanza, pero es el mismo tedio el que repite siempre los rituales en los que se acaban las boronas.
Tres metros de soga se sientan en el mismo descanso de la escalera y simulan no ser una invitación a la condena.
El ventanal proyecta un horizonte lleno de luz, de luces; un espejismo que interpreta la Sinfonía Dante en el primer movimiento:
“Abandona toda esperanza, tú que entras aquí.”
Cierra en un fortissimo mientras desciendo con Franz Liszt a mi ajustado infierno personal sentada frente a dos platos de comida.
BUKOWSKI PIDE CHICAS TRANQUILAS Y LIMPIAS CON LINDOS VESTIDOS
“No traigan más una puta por acá” Bukowski
De pronto un hombre al final de su vida, después de repartir sus bienes y sus fuerzas entre mujeres que le han cobrado el amor, requiere una mujer “buena”.
La necesita tanto que logra imaginar todo lo que haría por ella.
Sin construir nunca la vereda, conseguir almohadas para su cabeza o provocar su risa.
La necesita, dice, pide a sus amigos que no le lleven más putas.
Sabe que existe, pero no la encuentra.
Volvé a nacer, Hank, y dejá el alcohol, los celos y los puñetazos en el papel, no en las mujeres que convertiste en putas.
LA ÚLTIMA CARTA
“Y la luna, bajo su oscura capucha, se cae del cielo cada noche, con su hambrienta boca roja para lamer mis cicatrices.” Anne Sexton
Apenas viste el pico de mi iceberg, perdón por el lugar común, no encuentro otro modo de llamarle a esta forma que tuvo la vida de obligarme a tener que buscarte de nuevo para encontrarnos frente a frente en un espacio infinito al que fuiste y yo aún desconozco.
Había secado al sol la bandera blanca que pensaba mostrarle a la muerte, tres parece que fuera un número suficiente, hasta que de nuevo se te hace pequeño el momento y más negro, todo negro el futuro. Y cuando el clavo de la circunstancia te obliga a preguntarte si existe ese tiempo pendiente, o si solo hay un camino en una línea que siempre se quiebra. ¿Cuál futuro?
Yo que nunca he renegado de las cicatrices, me siento harta de serlo yo, cada pedazo de corazón que apenas sana, vuelve a abrirse y el llanto, que de tanto mostrarse a pocos, ya no puede salir, se atora, se queda en el pecho y se hace latido.
Ya no te llegará esta carta, ni todas las cosas que íbamos a decirnos serán realidad. Somos una historia que ni siquiera encontró cómo empezar y se quedó
en el tiempo, derrapó en alguna calle húmeda y oscura para estrellarse y provocarme el grito que ya jamás vas a escuchar.
Y, sin embargo, te escribo la carta, porque quiero poder leértela cada vez que se la lea al mundo y así tal vez llegue a vos como un susurro al otro lado del dolor.
Rebeca Bolaños Cubillo. (1973) Graduada en RRPP y Comunicación y en Bellas Artes. Estudiante de Antropología. Publicó su primer libro “41 meses en pausa” en el 2018 – Editorial Nueva York Poetry Press. En el 2019 la plaqueta “Reporte del tiempo”- Proyecto Editorial La Chifurnia. Su segundo libro se encuentra en revisión. Productora Ejecutiva del FIPCR (2016 y 2017); y de los proyectos Fuego Cruzado y Canto a la Semilla, además de colaboradora del proyecto Ojo de Cuervo – Encuentro Centroamericano de Escritura de Mujeres, iniciado en El Salvador en el año 2019. Certificada como facilitadora de escritura terapéutica y reflexiva por el Fondo @TrustedWords.