por Juan Carlos Abreu y Abreu
agua de barandal
…qué gusto aquél, niña, luego de la llovizna recorrer la lengua por la herrería del balcón, gesto inocente y ocioso. …qué gusto aquél, niña, no hacer caso, por no hacerlo, sin remordimientos, ni pesares; ese abandonarse al valemadres, por la eterna vocación de hacer de la orden lo contrario. …qué gusto aquél, niña, lamer los breves cuencos, las lagunas que guardaban los sedimentos del septiembre que se nos iba en grises llantos sin sentido; el salitre y la polución, mixtura de nuestro encierro: la melancolía escrita con vaho en la ventana y la espiral que asciende en fumarolas. …qué gusto aquél, niña, alejarse del trapaleo cotidiano, de regaño y perorata; esconderse, aparecer y desaparecer, etéreo e inocente parvulito, tan desapercibido como el segundear las manecillas, la impertinencia del cucú, el tiempo que es asfixia. …qué gusto aquél, niña, probar un sorbo de óxido, lluvia y lágrima, el dejo sanguino que despierta el placer licántropo, hermosa mutación, víctima del resplandor selene, se hinchan las comisuras ahora fauces, vislumbran los colmillos que anuncian rabiosas tarascadas que desgarran de la piel a la osamenta; furia, el ansia incontenible de ver manar la sangre a borbotones bajo la impía garra, el zarpazo del instinto. Absorto contemplaré los insondables misterios de la luna, el proyectil de plata que atravesó el telón, plumbago nocturno salpicado por un fogonazo incandescente, orificio letal por donde se desangró el día. Lontano lubetón, ahora voy, me pierdo entre la espesura y el remanso, devoro a bocanadas tempestades de tu carne, voraz desgarro y paladeo el púrpura encendido, tus jadeos; hinco los colmillos como las palabras, se me trincan las mandíbulas; sólo he cumplido los designios del destino; he desollado el símbolo, ése que encerraba lo vedado para muchos, críptico, el manto develado de la noche; congregados los hijos de la viuda, he conocido los arcanos, por eso es que voy libre; cada vez me aparto más de mí y de los míos, me aíslo, me castigo, me rasgo las vestiduras, me escondo, agazapado en escondrijos; oteo, palpo el terreno; esta fiereza que me enerva tanto como causa mi pereza; tras de mí tantos años la luna dominando mis mareas, los humores de las hembras me hacen osco, gruño; crepita la hojarasca, se desmigaja la tenebra, la niebla espesa y asfixiante entre suspiros se quiebra, aguacero y lodazales, me hundo en lo más profundo de tu vientre: tus entrañas, víctima de un designio selene. …qué gusto aquél, niña, ese grato soliloquio, eterno andar vagabundo y estepario.
la ceiba en llamas
...quisiera ser como los locos que oyen voces, para echarles la culpa de mis desatinos; pero mis vicios están bajo el sombrero: el cielo y el infierno son engendros de mi voluntad; ni siquiera el amor tiene vela en este incendio: es el desencanto. Es natural...
Poemas extraídos de Abreu y Abreu, Juan Carlos (2017). la neblina del ayer. México: Ediciones y Punto.

Juan Carlos Abreu y Abreu, es originario de Palizada, Campeche (1968). Abogado, con una sólida trayectoria como docente e investigador, ha publicado diversos textos académicos. Es autor de tres libros de poesía: Estrenar destierros (Tintanueva, 2005), letras vencidas, cartas marcadas (Versodestierro, 2007) y la neblina del ayer (Ediciones y Punto, 2014)