La casa que habito es demasiado frágil vieran cómo se recuesta en la Santa Rita para no ceder el agua ablanda sus paredes y el mordisco de la tristeza le perfora las chapas en este incendio de agua hasta los recuerdos se derrumban si tuviera el don de elegir cómo entregar mi vida sería así aplastada de lluvia
Tenía un Palán palán en la vereda de la casa lo cuidaba como si fuera un naranjo un fresno un jacarandá los vecinos los arrancaban porque sus raíces levantan tejas quiebran cornisas y revientan fachadas ella lo regaba como una ausencia que no da sombra ni fruto qué rara que es la poesía qué rara.
Nosotros nacimos sin casa
(Quizá por eso me hice albañil)
transcurrimos la infancia de la mano de mi madre
como a quien sorprende un diluvio desamparados
buscando techos para ningún sol
de noche sobre la pobreza casi siempre cae el frío
(en mi pueblo el mar sigue siendo un deseo retorcido
como una serpiente embarrada)
con mi hermano muchas veces dormíamos en su casa
mientras nos acomodaba esas mellizas cobijas
que nos cubrían de la vida
y que olían a lejanas flores que nunca tuve en los ojos
le pregunté
¿por qué ninguna de las ventanas que abro tienen detrás el mar
Abuela Yoya?
(siguen siendo sangre amarilla de la tristeza mis preguntas)
(Ella tenía la invisible herramienta que sacaba lo feo
me acarició el desconsuelo con sus manos de durazno tibio)
Pablito
me dijo
es porque todos los mares del mundo
tienen detrás tu ventana
después
es este recuerdo donde el poema
o el sueño
algo para siempre perdí primero
Querida poeta
llueve en el lugar donde leo su poema
fronteras adentro
(me pregunto si esta novedosa tristeza
toma el indefinido contorno de la lluvia)
poeta, dígame:
Cuántas golondrinas caben en una niña
cuántas niñas con sus golondrinas caben en una campana
cuántas campanas con esas niñas y sus golondrinas caben en un grillo
cuántos grillos con campanas y niñas con golondrinas caben en una noche
y cuántas noches con grillos, campanas, niñas, golondrinas,
caben en otra palabra
(ahora los asfódelos,
los que tampoco conozco
y ya no me sueltan)
cuántas palabras se pueden soportar
¡ay poeta!
cómo se protege la más amada herida
escogiendo de la explosión el lugar
la hora
en que estalle el cuerpo todo
como lo hace en flor inocultable
el invisible capullo

Soy Pablo Agustín Secchi, nací en San Pedro, Buenos Aires, Argentina, el seis de mayo de mil novecientos setenta y ocho. Trabajo de albañil desde hace más de veinte años. Hace relativamente poco publiqué en Facebook unos poemas, y a partir de una repercusión inesperada, me han publicado en blogs y páginas de poetas reconocidos y reconocidas, y también en algunas revistas de mi país, además de Cuba, Chile, México y España.
Excelente poesía de Pablo Agustín Secchi. Gracias por publicarlo.
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