Cuatro poemas de Giselle Lucía Navarro

Pre(dicciones) de una mujer sabia  en vísperas de la 
tragedia
 
De mis ojos la humedad
parece no los conmueve.
Sólo la turba se atreve
a profanar la heredad.
Soy Hipatia, no hay verdad
oculta en Alejandría,
sobre mí va la homilía
del fanatismo y su extremo.
Padezco, tal vez me quemo,
entre golpe y letanía.
 
He soñado el vasallaje,
la devoción, el abuso...
Me he asegurado del uso
de todo falso homenaje.
Extienden feroz oleaje
sobre la carne desnuda.
He caído, a veces muda
ante la teja y su azote,
mis pedazos van al trote
de la sierpe. Tal vez cruda,
mi palabra, sobreviva
el dolor de otros incendios.
Tal vez no haya vilipendios
que me cubran, la explosiva
multitud pronto describa
su pecado y abandono.
Paciente soy, vuelvo al trono
que los sabios me reservan,
aún mis manos conservan
el calor.
            Yo les perdono.
 
(De Laberintos de la cólera, 2013)
 
 
 
 
CONFESIONES DE SAFO TRAS UN DELIRIO A 
LA LOCURA
 
Es cierto, a veces el silencio
se vuelve un castigo insoportable,
y la agonía de estas manos vacías
el único consuelo para trenzar
las cuerdas de arpas rotas.
 
La noche me devuelve soledades,
telas manchadas de odio y distancia
para atarme de manos y pies.
Me creí culpable, sofocada en el polvo
de templos sombríos,
rodeada de fantasmas extraviados
que intentaban cosechar flores rojas
                                   con semillas azules. 
Una y otra vez me negué al grito,
lucí un chaleco de desmembradas ilusiones,
hasta que probé, buche a buche,
el vino de los dioses, aquellos que se veneran
al filo de la vida para que no tropiecen
ante sus propios pedestales.
 
No fui más esclava de palabras inventadas
ni enumeré las flechas
                          del pecado y la virtud.
Nada provocó la huida
de esta máscara que habito,
sólo en mi cuerpo se quebraron los miedos,
la sombra muda
ante el espejo de mis propios ojos.
En mis labios estalló la guerra del verbo,
y yo, Safo, mujer de oscuras nostalgias,
comprendí que mis dioses
siempre tuvieron la razón y que a veces,
el silencio se vuelve un castigo insoportable.
 
(De Credos del agua y la noche, 2013)
 
 
 
 
ENTERRAR LA CASA
 
Mi vecino entierra su casa
como quien esconde un pan sagrado.
Su casa está tan vacía
que ni siquiera la soledad puede malograrla,
por eso compra la esperanza en forma de boletos,
por eso siembra nomeolvides en el techo
y se marcha,
como si al marcharse algo comenzara a sanar,
como si la memoria
fuese una flor silvestre que acaba de cortar.
 
Mi vecino entierra su casa
y aprieta el suelo con temor al milagro.
La casa como un muerto muy pesado.
Sus muertos como toda la conciencia.
La conciencia como un órgano.
 
Como un órgano que debe extirparse
mi vecino entierra a su familia.
Detrás de cada puerta y ventana
que devoran la humedad de la tierra
quedan sus raíces.
 
Un hombre que fuerza el ciclo de las cosas,
un hombre que renuncia, que huye, que oculta,
nunca llega a su destino a salvo,
se va quedando sembrado en cada grano rojizo del asfalto.
El asfalto, como el peso y el calor que surge
cuando entierras a un muerto.
 
(De Sombras bajo la piedra, 2014)


 
LECCIÓN DE ANATOMÍA
  
He comprendido que la libertad no existe
y no hay camino sin tropiezo,
tronco sin árbol,
mente sin cuerpo,
y la vida no vale nada si no existe la muerte,
que esta diminuta bala le da sentido a mi existencia.
 
He comprendido que la libertad no existe
en este cuerpo cocido al aire que penetra en sus pulmones,
estos glóbulos rojos que se agrupan
y el sentimiento latiendo en todo lo posible.
 
He aprendido que un hombre que depende de su cuerpo
no puede ser una criatura libre.

.

Giselle Lucía Navarro (Cuba, 1995) Poeta, narradora y diseñadora. Es licenciada en Diseño Industrial por el Instituto Superior de Diseño de la Universidad de La Habana y egresada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Profesora de la Academia de Etnografía de la Asociación Canaria de Cuba. Dirige el Grupo Literario Silvestre de Balboa. Ha obtenido diversos reconocimientos entre los que destacan el Premio Edad de Oro 2018, el Pinos Nuevos 2019 y el David de Poesía 2019 que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Ha recibido menciones en los concursos internacionales Ángel Gavinet (Finlandia, 2012), Poemas al Mar (Puerto Rico, 2012) y Nósside (Italia, 2019). Ha publicado Contrapeso (Colección Sur Editores, 2019), El circo de los asombros y ¿Qué nombre tiene tu casa? (Editorial Gente Nueva, 2019). Textos suyos han sido traducidos al inglés, francés e italiano, y publicados en antologías y revistas de Cuba, España, Chile, Perú, Estados Unidos, México, Finlandia, Venezuela, Argentina, Puerto Rico, Italia, India y Bélgica.

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