por Fernanda Ramírez Rivera (Cempasúchil de Guayaba)
Edgar Rosas Mirabal nos regala una narración inmersiva, sofocante y desgarradora en “La gallina pasa primero”, cuento publicado en el tercer número impreso de nuestra revista. Mi primer encuentro con el texto y con el autor fue sumamente impactante, sobre todo porque lo leí por primera vez un par de días después del 8M (“Un día sin nosotras”); se podría decir que tenía todos mis sentimientos a flor de piel, y que este cuento vino a dar el golpe final.
Por otra parte, la lectura de este texto con independencia del devenir sociopolítico del país es increíble, pues la manera en la que entrelaza las dos líneas de acontecimientos dentro de su narrativa da un efecto cinematográfico que empalma dichos momentos y provoca que se aferren a la memoria del lector. Sin embargo, me parece que el impacto y el campo de análisis es mucho mejor si se ha leído alguna otra obra del autor, como “No los vi venir” (Campos de plumas). En el texto que nos ocupa, la descripción de la granja de la abuelita, la importancia de los animales y la cotidianeidad de la familia les dan un toque nostálgico y misterioso a los cuentos; me recordaron a la casa de mi propia abuelita, y el rancho que ahora es más ciudad.
En “La gallina pasa primero” Karen vuelve a aparecerse, volviéndose la parte central de la interpretación de los textos de Mirabal. En su narrativa, este personaje es una especie de cómplice de nuestro narrador, una fuerza de atracción, que va guiando al espectador a no perderse de un segundo de lo que sucede. «’Odio que te separes de mí’, le decía. ‘Pues alcánzame, tonto’, me respondía». (“No los vi venir”). Esta frase revela que Karen de algún modo siempre está un paso adelante de nuestro narrador, y que esto le causa constante aflicción. En “La gallina pasa primero” sabemos que algo terrible está sucediendo, que la familia está busca de un miembro perdido y que Karen presagia este suceso. Tanto ella como el narrador están en la cima de los ciruelos jugando a ser Dios, mientras que se revela la violenta muerte de una chica sin nombre, y los pollitos de la gallina son engullidos por una serpiente.
Este ejercicio de jugar con los animales dentro del cuento provoca un deje de fábula… de fantasía. Si bien en “La gallina pasa primero” nuestros protagonistas no encarnan a dichas criaturas, se puede saborear la conexión. Es un texto que sabe mantener la tensión con el lector de principio a fin, juega con las referencias y conserva un ritmo. Si bien el hecho de que haya tantas cosas sucediendo al mismo tiempo puede llegar a ser confuso para algunos, sin duda es una lluvia de imágenes que golpean en la mente del lector, provocando que se sienta la misma desesperación de los personajes y la mañana condenada por el presagio de un final fatal. Es impresionante cómo el autor dota la diégesis de elementos que hacen que el texto se sienta como realismo mágico, aunque en realidad sólo son cuentos que narran una situación demasiado real, desde los ojos imaginativos de dos niños.
¡No dejen de leer el tercer número de la revista que está por publicarse! Ahí encontrarán éste y otros textos.
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Fernanda Ramírez es estudiante de la licenciatura de Escritura Creativa y Literatura. Además de haber trabajado como guionista de comerciales y videos creativos, Fernanda tiene dos diplomados en fotografía y ha participado en concursos de arte y diseño como ExpressArte, en el que obtuvo el primer lugar en la categoría de Mural Virtual con su obra, “El almuerzo”. También formó parte del World Food Prize Global Youth Institute en el 2015 con su propuesta sobre la feminización del campo.