La chica de naranja
Chapo una botella de whisky. Mi mirada se fija en una dama de cabello naranja.
Me acerco a su sitio y nuestras miradas danza. No hay palabras. La invito a un
trago. Me rechaza. Le propongo un baile corporal y se acerca lentamente. Me
susurra “escapemos de aquí, por favor”.
Salimos con dirección al hotel. Entramos a la habitación. Saca un cuchillo.
“Aparta de mí este dolor”, me dice tensa y le digo que no, que ella saque mi
dolor del enamoramiento. Las lágrimas comienzan. Clavo mi corazón para que
yo sucumba ante la muerte, para que yo sucumba ante la muerte, o no, otra vez,
otra vez…
Tiempo
Abstinencia es algo que no soporto
Desearía ver nuevamente tu rostro
Para no seguir con este maltrato
Tus besos y abrazos es algo que extraño
Ver tu sonrisa fluir bajo tu naturaleza
De la persona que eres
No aguanto el tiempo
Ni el dolor
Retroceder es poco
Volver a vivirlo es más intenso
Pero sé que me quieres muerto
La astuta
Avaricia, malicia, soberbia, inteligencia; cuatro palabras clásicas que definían a
la chica astuta. Una joven con clase, pero también con mucha locura. Los
sábados eran sus fechas de aventuras interesantes para encontrar cosas
entretenidas. Al llegar a los bares, comenzaba a deslizar su belleza para obtener
todas las miradas de los idiotas. Mientras los idiotas derramaban baba, ella
seguía buscando a su elegido. Ignoraba a aquellos que se comportaban como
huevones, esos que insistían en seducirla y que terminaban siendo mandados al
carajo por ella. Finalmente encontró a su elegido. Un hombre de pocas palabras,
pero de gran carácter. Comenzaron a bailar sensualmente mientras sus miradas
se cruzaban, dando indicios de querer a ir a un hotel. Salieron del bar en
dirección al hospedaje para algo más. Llegaron al cuarto para realizar el acto
sexual de manera apasionada y excitante. Al terminar, la astuta le propuso una
cita para conocerse más, pero él le dijo que aquello había sido su cita. La astuta
se quedó en shock, ya que nunca un hombre en su vida le había negado una
salida.
Molesta, le tiró una bofetada y le pidió rabiosamente que se marchara de
la habitación. El elegido le dijo que a veces no siempre se ganan premios, sino
que también se pierden. La astuta se quedó en un silencio incómodo, donde
reflexionó lo mencionado por el elegido. Al abandonar el hotel, se prometió
alejarse de su mundo y comenzar a pensar mucho más en ella. Después de todo,
ya había ganado varias batallas y esta solo había sido su primera derrota.
Derrotada pero siempre orgullosa.

Walter Alexis Velásquez Mendoza 24 años. Estudiante de la carrera de Periodismo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, donde curso el último año de la carrera. Vengo estando en la actividad literaria desde los veinte años, donde realice mi primera presentación poética en el Slam de Poesía Oral, del colectivo Reporteros Infiltra2. He participado en antologías nacionales como “El Dolor de la Tinta” (Editorial El Verso Azul). “El Mar No Cesa” (Editorial Ángeles del Papel), “Al Lado del Camino” (Ediciones Marginales) y entre otras. También mis escritos han sido publicados en revistas nacionales e internacionales. Anteriormente trabaje en la Federación de Periodistas del Perú, en el Diario La Verdad Municipal y la revista literaria Buensalvaje.