Poesía española actual: Transferencias (selección poética) de Remei González Manzanero

La verdad que no vemos

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha
.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro
.
Mirta Aguirre

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
está aquí.
Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.
La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.

(Poema de «La verdad que no vemos», XVI Premio Águila de Poesía 2020)

Viejo puente otomano

Un poema es un puente otomano que conduce al poema siguiente,
que retorna a las ciudades viejas
donde ocurrieron las batallas más sangrientas
y salva geográficamente las pequeñas distancias del alma.
En sus arcos perfectos se apoyan metáforas, metonimias
y otros hechos salvajes,
ondea el río viendo la arcada lejana desde abajo
y al poner el poeta los pies sobre la baranda
sabe que la distancia de sus rodillas hasta el río Neretva
no tiene en realidad importancia.

(Poema de «La verdad que no vemos», XVI Premio Águila de Poesía 2020)

Ángeles
Es preciso que lo sepas: los ángeles existen.

Yo misma los he sentido volar dentro de mis brazos
intactos,
con la piel pulsándome,
ceder en los límites de mi corporalidad andrómina,
yo misma los he oído arrancando a cantar en la cabeza
y sonaban a cuchichí de perdiz
mezclado con cante jondo
y he ladeado el cuello,
empujado mis orejas, para oírlos mejor.

Yo misma los he olido en algunas noches
pétreas,
en residuos de mañanas exactas como esta
y huelen a carmesí y a ambientador para el baño
y sus alas saben a lo que sabe la corteza de los árboles tras la lluvia
o a lo que le supo un pedazo de gaviota a Luis Alejandro Velázquez.

Yo misma, yo, los he besado
intacta
y su transparencia blanca plácida
se ha volcado en mis labios,
a mí me han derramado verdades como hadas,
yo misma, yo, intenté tocarlos,
traté de hablarles con lo que quedaba de mi boca.

Y mudando, ellos, los ángeles, sus cuerpos
diminutos,
pegándome en mi espalda sus alas, preguntaron:
¿Yo misma
quien es?

Solo así supe lo supe: los ángeles existen.

(Poema de «Habitantes de un paraíso minúsculo», II Premio de Poesía La Equilibrista)

Huida hacia adentro

Bajar hasta uno mismo y ensuciarse
de materia, de mundo…

Vicente Gallego

Vengo huyendo
de estos hilos rojos,
seda cubierta
de intestinos,
pelos, cicatrices
y nervios,
me lanzo intrépida
hacia el interior mismo
y encuentro,
más allá de todo esto
que debía ser tanto
y es tan poco,
esto
que no somos.

Parece que lo dejé todo
donde lo dejaste hace años,
lo escondí tan al fondo
de nosotros
que no puedo encontrarlo.

(Poema de «Habitantes de un paraíso minúsculo», II Premio de Poesía La Equilibrista)

Cuando ya no esté aquí

Se murió diez centímetros tan solo:
una pequeña muerte que afectaba
a tres muelas careadas y a una uña
del pie llamado izquierdo…
Ángel González

Mis uñas seguirán creciendo,
cuando no esté aquí
y siga estando de alguna manera,
dejaré de morderme las uñas,
mi sangre seguirá corriendo
disecada, las plaquetas
funcionando, mis pulmones quejumbrarán
todo lo que no respiro,
y de nadas bombeará el corazón
con soplo incontingente
estos latidos extraños,
mis articulaciones engranarán
las poleas graznidas
zurrirán inflamados los tendones
de la espalda intermedia,
crepitarán mis manos pequeñas
intentando asir el tiempo
tan naranja, hecho de alambres
de paraguas rotos
los días que no llueva.

Cuando ya no esté
y siga estando de esta manera
tan tibia y seca,
empezaré a decrecer,
menguarán las bárbaras tripas
de mi estómago encogido,
hogar que acogerá
entre colonias los parásitos benévolos
comiéndose mis uñas.

Pero ahora estoy aquí
y me estoy mordiendo las uñas.

(Poema de «Habitantes de un paraíso minúsculo», II Premio de Poesía La Equilibrista)


Remei González Manzanero (Barcelona, 1990). Es poeta y profesora y realiza estudios de doctorado. Autora de La verdad que no vemos (XVI Premio Águila de Poesía, de Aguilar de Campoo 2020), de Habitantes de un paraíso minúsculo (II Premio de Poesía La Equilibrista 2020, publ. 2022) y los cuadernos de La confesión de la carne: Desdenes del vacío (2017) y de El mundo de las almohadas (2017). El resto de su obra se encuentra diseminada en varias antologías y revistas y su próximo poemario, inédito por el momento, ha sido finalista en varios certámenes internacionales. Recientemente, le ha sido otorgado el accésit en la última edición del Certamen Calamonte Joven por el poema «Besos».

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