por Valentín Eduardo
Al niño que solía jugar con cubos de colores (de Día cero)
Aliento al niño de los ojos cafés que usaba jugar a dios con LEGOS apócrifos de supermercado, en su uniforme de Kindergarden y de rodillas sobre la alfombra cuántas veces no lo sabe, construiría el castillo sin miedo desde su dormitorio sin papá, mamá o hermano amoroso, por escalar con sus pequeños brazos desde un ataúd, que lleva su nombre inscrito, el entusiasmo de su metro y veinte de estatura. De pie, escucha, con oído atento, cada siseo bajo sus pisadas y cada luna habitándolo. No ignora el afán en su pecho de expandir su mundo por encima de los cohetes, inalcanzable para el más diestro alpinista, que así como él añora desde la mañana cuando despertó lo que no puede tocar con las manos. Benignos cabellos con “fletap” (flat-up), sacando chispas de lo concentrado en busca de la piel de gallina o emoción, de poder sumar al refugio de su cuarto un compañero temporal que no entre como hombre por puerta ni ventanas, ni del piso emerja cual la sombra de un payaso, que lo acompañe mientras haga la tarea o no la haga, y vigile que despierte de sus sueños. Toma una pieza roja entonces, con la mano derecha, entonces aprieta el niño y forma un puño que en su palma la sangre va empujando para sentir de nuevo la herida, el ligero escozor y el desmayo que no sucede como cuando por poco se parte el cráneo, de estrellarse contra el portón de salida al terminar la escuela. Con la mano izquierda, que usará para escribir el verso en unos años, toma una azul y viste los ojos. Respira y ten paciencia, que yo te diré cuándo un gigante de color llegará a ser soldado, tiene pelo, cabeza y hambre y en su pecho la silueta de un ave cantor, tiene brazos en línea recta por si necesitara volar, su cara son tres puntos azules sobre un paisaje carmín y aunque no sonríe, parece tranquilo, como tú. ¡Salta, duendecillo salta! una vez más ahora, que eres feliz por ver alzada desde el piso tu ternura con los cubos que sin final construyen, azul con azul verde a rojo catarina y ahí vas, de un lado a otro de la alfombra con los pies descalzos.
Monumento (de Día cero)
En recuerdo de los niños ABC, que no debieron morir
…y la sangre profunda se quiebra, reanuda la saliva el vano curso, brasas que aún no se extinguen, después de habernos hecho el alma, cenizas, reducido serafines a mundana oscuridad. El dolor de quien los sobrevive permanece intacto, y con este la vergüenza del corazón, que no puede entender por completo mueran niños de asfixia, en abrazos nuestros. Una flama ya me consume hasta que reducido a nada llegue al jardín, en que la paz del infante y la justicia es soberana. ¿Qué es el Infierno, mexicano? Un mármol a mitad del Zócalo In Memoriam por la muerte de la inocencia…
El vecindario azul (inédito)
Corremos a diario seguros por la vertical de la Tierra. Es simple la forma en que el Poder se recoge entre iguales. Aquí gobierna el hombre que piensa, con palabras gratas y sutiles atenciones. Pisamos descalzos el verde de los juegos y el consorte del rocío besa nuestras plantas. A dúo entonamos castidades uno para el otro, tomados de la mano sin error ni falta. Dibuja otra vez en mis dedos papalotes el más pequeño entre nosotros, que cruzan sin cuidado el límite de bastidores y más serios y más aprisa toman altura, hasta que reducidos los vemos a lunares.

Valentín Eduardo (Culiacán, Sinaloa, 1994). Lector y poeta. Licenciado en Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato. Desde 2015 publica poemas y textos misceláneos en revistas y plataformas digitales como Los demonios y los días, Golfa, Muridae, Ruleta Rusa, Página Salmón, entre otras. Recientemente, Crisálida Ediciones publica su primer libro de poemas, Día cero, que reúne parte de su trabajo, A su vez, la Universidad de Guanajuato edita su tesis de licenciatura: La otra herencia de Borges: imagen de autor y ethos discursivo para el periodo 1974-1981, disponible en línea. En sus años de carrera, participó en múltiples encuentros, como ponente y organizador, con estudiantes de Lengua y Literatura a lo largo y ancho del país, así como en diversos encuentros literarios de donde surge su interés crítico por la poesía contemporánea.