Cinco poemas de Jazmín García Vázquez

por Jazmín García Vázquez

Correspondencias

El sexo como el poema,
se va construyendo en el acto,
con el ritmo, con el cuerpo.
Uniéndose las terminaciones,
interpretando los espacios.
Y el pacto resulta mejor si se rompe,
originado en la palabra del beso.

Empezar en un sitio y terminar en mil distintos,
hacer verso rosa de caricias
y acabarlo negro de rasguños,
ambos son actos de susurro que se termina gritando,
explotar a media composición
y que la última letra quede colgando.

Se desarrolla con las manos,
se prolonga gozo y dolor,
entonces la lengua se humedece.
El sexo como la poesía,
no necesita amor,
sólo dos que se encuentren.

Confesión

De todos los fuegos que se han iniciado en mí… escribir,
rezar con palabras viejas para que lleguen las originales,
avivar la voz de humo,
despertar el eterno sueño con la lengua amarrada al estómago,
idealizar las vocales,
ganar en insomnio lo que se pierde de razón.

De todas las mentiras… soñarme artista,
la miseria ejecutada con arte,
cuando la vida se me antojó en palabras
esperé todos los días que llegara mi obra maestra,
sostuve la pluma como el niño sostiene el hambre,
fue un accidente que fracturó mi discurso
y encontró alivio en mis manos.

De mis creaciones sólo anhelo el perdón,
por insistir en ellas,
por pensar agua en el desierto,
creerlas criaturas que merecían ser salvadas,
y yo el arca, anhelando señales de tierra
para fundar el nuevo verso. 

Cruces rosas

Siempre junto a la pared, lejos de la orilla,
y mientras procuras no estar del lado equivocado de la banqueta,
te preguntas por qué Dios decidió nacer hombre…
de tu costado brotan astillas.

Clavas cruces rosas,
miles y miles cada año.
Duele el cuerpo porque no es guarida
sino invitación de ultraje.

Recuerdas a tu madre humillada,
visitas la tumba de una abuela sumisa,
y tientas la herida,
el abismo que te señala vulnerable;
tu vagina,
arde, se mutila y se desgarra.

Amamantada por el seno perseguido (no existe leche más amarga),
naciste del lado equivocado,
aunque camines del lado correcto de la banqueta. 
A la virgen se le festeja,
a la madre: flores e idolatría,
pero mujer en sí…

Tu madre marchará siempre con tu nombre,
llorará por tu sombra,
y serás sólo otra noticia,
la tumba que indigna, pero no se excava,
un recordatorio amargo para nosotras.

No, ser mujer no sabe a vida,
es una muerte prolongada.
Me duele mi sexo,
y el sexo parece ser lo único para lo que sirvo.

Si voy sola en la calle, corro. 
Si veo a un hombre, lo esquivo.
Si es demasiado el dolor, la rabia y el miedo,
recuerdo que (de todos modos) ya estoy muerta,
y entonces escribo. 

Artesanías

Trenzar las canas es un arte muy antiguo,
trenzar el hambre y que no se despeine,
nuestra labor por excelencia: no dejarnos matar.
Vengo de apilar dioses para levantar una iglesia,
voy con oraciones de maíz que se empiezan a desgranar.

Mis viejos hablan palabras de barro, vocablo de tierra,
mis hermanas tienen manos de ceniza, de comal;
tienen la boca de masa, de lodo si precisan gritar,
hay en mi tierra una ofrenda por familia
y un hijo llorando en cada jacal.

El ancestro se arrulla en melancólico silencio,
el indígena adorna con acabados impecables su pobreza:
grabados en metal, cuentas y bordados,
se pasea un canto sin gallo y un niño sin pan.

Colores en la lengua y listones en la ropa,
obligada está el águila a comer siempre nopal.
Mis padres acarrean recuerdos de un pozo sin agua,
el indio siempre es guerra cuando no es paz,
se sabe pacto entre dos tiempos,
una lucha con dos caras,
al indio se le recuerda para volverlo a olvidar.

La torre

Babel sigue en nosotros,
no fuimos hechos para entendernos.
Lengua en el origen, nombres en el credo;
la boca es el nido, la palabra… ave tan extraña,
el halago se alimenta,
la verdad siempre se enjaula.

La ambición de ser comprendido,
el engaño en ser escuchados,
hablada o escrita, el discurso es la carnada
que se endulza para entrar al oído,
la entraña del rezo y en la voz, la mirada.

El adjetivo se cuelga del labio,
hacer enfadar a Dios,
enfadarse porque Dios existe,
porque escucha desde allá arriba
lo que el diablo pronuncia aquí abajo,
injuria, ruego y acertijo,
de la lengua nace el padre
y en la interpretación muere el hijo.
Babel está gestando en mí,
nueve vocablos y volveremos a perdernos,
recitar la tierra y censurar el cielo.

Jazmín García Vázquez. Ganó el Certamen Literario Palabra en el viento con el cuento “Los nombres perseguidos”. Sus poemas aparecen en las antologías Faros de esperanza, Ecos ancestrales y Nido de poesía. En 2019 se publicó su libro Oscuridades y resultó ganadora en el Segundo Concurso Nacional de Escritoras Mexicanas con “Cortina roja”. Sus cuentos están disponibles en la plataforma digital Ipstori.

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