por Gabriel Salinas
Sátira menipea
Cuando todo parece posible, luego todo parece imposible. Sin más… A tan sólo un segundo de distancia, ante una indiscernible exhalación involuntaria. Toda certeza perece en el aleteo cesante de una paradoja, retórica inquieta, habitante del alma, como una verdadera polilla metafísica, busca posarse delicadamente en algún fundamento, para raer la sustancia espuria que lo abriga, cuyo apetito desnuda las fibras vibrantes del cosmos. Entonces podemos atisbar la solemne indiferencia del tiempo y el espacio, fuerzas inconcebiblemente infinitas, fundiéndose en una filigrana de sangre espesa como el magma, reduciéndolo todo a la devastadora dimensión de lo real, torrente furioso de incertidumbre, que se expande al ritmo del universo, hacia la helada oscuridad de la finitud. Entonces, sin más. A tan sólo un segundo de distancia, ante una indiscernible exhalación involuntaria. -Si piensas en rendirte, y ya lo has hecho antes, sabes que dejar de pelear, cueste lo que cueste, es dolorosamente peor, que someterse al intoxicante veneno de la auto negación-. Entonces, sin más. A tan sólo un segundo de distancia, ante una indiscernible exhalación involuntaria. Toda consolación resuena inútilmente en una metáfora afónica, morbosamente el vacio marcha a su goloso capricho, poblando el ambiente de a poco, deleitarse con el espectáculo de la decadencia humana es su delirio, ese desolado cinismo patético, al que recurren los miserables, para justificar, el seguir respirando, exudando miedo, hasta asfixiarse en el abrazo vano del silencio. Entonces, sin más. A tan sólo un segundo de distancia, ante una indiscernible exhalación involuntaria. -No sabes que hacer… divagas y te revuelves en círculos, es lo que te queda, la terca anáfora, porque tu retórica banal, ya no tiene ningún efecto-. Entonces, un poema, unos versos elusivos, demasiadas palabras, demasiados pulsos expresivos… proyectan sensibilidades para compartir de buena fe, buscando redención, ruegan atención a brazo partido, satisfaciendo la mendicidad del ego, con energía para alimentar el musculo de la imaginación, santo refugio…, florecen imágenes antojadizas, fragancias exquisitas, coronan la inspiración desesperada, un actor más, en el teatro de la vida, que afrenta y no enfrenta al público, con soberbia. -Entonces, descubres que no eres especial. Entonces, navegas en un espacio infinito, pero yermo, como un verso maestro, arrastrado por la tragedia, que se revela cual epifanía estética, trascendida por el ruido histérico de la belleza industrial, entre tanto de todo, tornándose efímeramente excitante, paradoja del asecho mortuorio-. Y entonces, sin más. A tan sólo un segundo de distancia, ante una indiscernible exhalación involuntaria. Ese fuego poderoso en el que todos los elementos se enamoran, el ardiente apetito por devorarlo todo entre todos, irradia deseo, energía y luz, y así sean imperceptiblemente metafísicos, son visibles gracias a un laberinto de espejos, que forman y deforman, sin reparo moral, la apuesta del ser, por volver a la vida. -Y…, si quizás, nuevamente, el amanecer de una conciencia, que librada al azar de su condición humana, se marchite y muera sin florecer, sea el drama insignificante de tu cantar, recuerda olvidar la luz, al hundirte en las penumbras amargas de las estériles pesadillas existenciales-. Como una luz apagada, que aun se eleva por las alturas, con su resplandor moribundo, atrapado en el tiempo; la frágil experiencia de la realidad, es un destello enigmático, sostenido por la inmensidad, donde suele extraviarse la razón. Por ello, esta vez… A tan sólo un segundo de distancia, ante una indiscernible exhalación involuntaria, quizás se despierte la fascinación adicta de la pasión, y el mundo sea algo más que un patíbulo interminable. Porque a veces, tras la caricia huidiza de la inspiración, Se disuelve la desesperación palpitante, que anida en el pecho, donde el falso sosiego del espíritu, por asirse a la existencia, sepulta cobardemente un secreto a voces, el coraje inquietante para contemplar la vida, en el fulgurante estallido de sus posibilidades, cual diatriba, en un escrito violento e injurioso…
I.
Vivir… Hacerse de fuerza para recorrer este trayecto azaroso Cual desierto solitario donde se extravían las pasiones En la búsqueda por acallar la agonía de la sed incesante Que orienta la calma desesperada de la marcha hasta que… Con serenidad despiadada el vacío metafísico Aguarda el momento de nuestro último aliento Para hacerse eternamente presente En la forma hueca de una árida polvareda Y mientras tanto… ¿por qué no alimentar el voraz apetito del tiempo y espacio? Si vivir es una paradoja antojadiza Un horizonte que al abrirse se cierra Entre promesas sangrantes de futuro Escarnio vil de la aplastante realidad Que imprime sus rigores en los cuerpos sin clemencia burocrática Y a pesar de eso… Vivir… ¿por qué no? Tan sólo hace falta un poco de ingenua esperanza Risueña voz de amor que se alimenta de la tragedia
Amnesia
Soñé con mis episodios amnésicos, desperté recordándolos claramente. Enigmática escena del control aterrador, mi cuerpo inmóvil paseó sin destino. El deseo es el caudal de la locura, agita las aguas del inconsciente. Quizás anhelo lo que temo, perderme en un océano sin cielo.
Encierro
Noche fresca, imágenes sin marco. El imposible umbral efímero quedó atrás. De repente se quiebra la angustia, desbordante sensación. El cauce perdido. Milagro imperceptible. Las nostalgias vuelven lo andado. Un paso tras otro, serenamente, descansan. Tímido calor, caricia en el pecho. Una profunda exhalación libera la bruma de los ojos. El cielo y el horizonte reaparecen. Indiferencia en todas partes, la tristeza se rompe sin crujir. Tras una ventana mustia las lámparas callejeras como soles mendigos. Las sendas de asfalto se extravían entre sí. Tristemente, no hay a dónde ir.

Gabriel Salinas es periodista cultural, ensayista y poeta chuquisaqueño (Boliviano) autodidacta. Ha trabajado como columnista del área durante varios años y publicado varios ensayos sobre letras, música y artes visuales bolivianas, desempeñándose también como curador de diversas muestras artísticas e histórico sociales. Con experiencia como facilitador de diversos talleres sobre estética, crítica y escritura de ensayo, Salinas ha desarrollado diversas aproximaciones literarias a la producción artística boliviana y actualmente encamina un proyecto pedagógico para construir una plataforma/blog de crítica cultural local, llamada: Ox-xí-mo-or-on, (https://oxxxi.wordpress.com/) que se articula con el objetivo de ahondar el sentido “político de la mirada”, y trastocar el rol pasivo del espectador frente al fenómeno cultural. Dentro de sus publicaciones, se destacan los ensayos sobre estética y música realizados para la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, así como para el Centro Simón I. Patiño, la Universidad de San Simón, o la Editorial 3600, en su volumen dedicado a las Jornadas de Literatura Boliviana, desarrolladas en la Feria Internacional del Libro de La Paz 2016, y finalmente su opera prima “La poesía es una morada absurda”, también en 3600, poemario escrito en parte, en el proceso del autor al enfrentar su internación en un sanatorio mental, por exceso de lucidez, y de la que salió bien librado, publicando muchos escritos más en lo posterior…