PARA EL DOLOR AJENO
No miento si les digo que el miedo hace presencia
cuando el dolor ajeno nos duele como propio,
cuando es inalcanzable pero se siente cerca,
así es como describo el miedo paradójico.
Entonces hoy confieso que tu dolor comparto,
y si bien es mentira que así el dolor es menos,
tal vez así te ayudo para soltar el llanto
y lloraré contigo en forma de consuelo.
Cuando tu oscuridad gobierne por el día
auxiliaré tu angustia con un abrazo fuerte
para brindar calor mientras el frío exista.
Y si acaso tus lágrimas no fueran suficientes
para el dolor que cargas, te prestaré las mías
para seguir llorando, mientras las tuyas duermen.
PENAS DEL HUMANO
En la vida hay tantas penas
que se cuelan en las venas,
que destrozan al humano
y entristecen a su hermano:
El paciente en la camilla,
la familia en la capilla
suplicando el resultado
para bien de un ser amado.
Una madre sin consuelo
ve a su hijo por el suelo,
solo ve como se ahoga
en el vicio de la droga
sin saber si ser valiente
o esperar y ser paciente.
Más de un niño sin infancia
solo mira en la distancia
como algunos se divierten
cuando a ellos les advierten
que a jugar nadie los trajo
y primero es el trabajo.
Sin empleo y sin comida,
lucha un padre por la vida
de sus hijos y su esposa,
como espina sin su rosa,
cada día es un tormento,
siempre triste y sin contento
sólo vive con la duda
que si Dios en serio ayuda.
EL EXTRAÑO
Se matará el cobarde y nacerá el suicida,
se callará el sonido si mi silencio grita…
¿Qué pasará conmigo cuando en la muerte viva?
¿Conoceré lo eterno? ¿Regresaré algún día?
Si la respuesta existe, la esperaré con prisa
y buscaré preguntas sobre cualquier mentira;
intentaré olvidarla sin que mi mente insista,
me alejaré con dudas para que así me siga.
Intentaré viajar hasta lo más cercano,
hasta mi yo interior, hasta mis propias manos;
para escapar del mundo, para encontrar mi espacio,
me olvidaré de mi y estudiaré al extraño.
Recordaré el futuro, inventaré el pasado,
para burlar el tiempo, para olvidar los años;
y así tal vez un día, la eternidad, mi amparo,
tenga piedad de mi y al fin me dé su abrazo.
y así tal vez un día, la eternidad, mi amparo,
tenga piedad de mi y al fin me dé su abrazo.

Luis Alfredo Ajuchán. Nace el 18 de septiembre de 1995 en San Juan Alotenango, Sacatepéquez, Guatemala. Poeta y miembro del Atheneo de América y de la Casa de la Cultura de Ciudad Vieja. En el año 2016 se inicia en el sendero del poeta, escribiendo sus primeros versos. Un año después, en noviembre de 2017, parte de su obra es publicada por revista “La Visión”. En septiembre de 2019 el entonces Atheneo de Guatemala publicó su primer poemario llamado Lo que habita en el poeta.
Ha tenido publicaciones en la antología Minervalia, junto a otros poetas de su localidad. Su última publicación fue realizada por revista cultural La Fábri-k en el 2020.