ESBOZO DE UN EDÉN POR CONQUISTAR
Patria cobijo de menesterosos
Consuelo de desesperados, sangre de guerreros
justicia de derechos amparados tras los velos de un país perdido.
País anclado entre montañas bendecidas de blanco nacidas de sangre y de esperanza de
ríos, hogar de pumas y culebras de sometimiento
y de casas sudadas de adobe incrustadas en periferias de cerros.
Suspiro de pueblo, negando su voz, acallando su gritar por chauchas de monedas
dueños de tierras forjadores de fronteras sobre la cual se pare patria en honduras de almas
humilladas sin ley en medio de lodazales de penurias y fosas usurpadas de nombres
Tras revoltijos y masacres nace la historia, penetra como balas de pólvora y cañones de
tanques que destruyen todo a su pasar
el néctar de las uvas
el polen de las amapolas
las hojas de las calas
los pistilos de la rosa y el tallo del loto
Cuando las ideas se confrontan nacidas a la luz de lontananza
del mirar de cada cual y el odio brota de la impotente incertidumbre
que se alza como árboles de selva entre el albergar y su llegar.
Destrucción del olvido y pasión del miedo
he ahí la patria que se pierde entre medio de insensatas luchas por el poder
vigilando con fusiles que ninguna margarita florezca entre medio del prado
sobre misteriosas arenas del desierto
que esconden el cántico del deseo de todos…
PANCHO QUERIDO
Valparaíso, negro de noche
Mascarón sin rostro
Puerto olvidado
Observa cansino el ardor del cielo y el serpentear de llamas sobre sus cerros ingenuos,
nacidos de la indolencia y el tesón del hombre con callos y piel ajada.
El puerto grita su memoria al viento, luchando para que el olvido no se lo lleve y su eco
impida el huir de los buques y el zarpar de las gaviotas.
Pancho, que ni el sol derrita tu oro, ni las tempestades sequen tus praderas.
Que no tronen las grietas y que el pobre con calle cuide tu historia.
DOS RUÍDOS
Sólo quedan dos ruidos
En los silencios distendidos tras las aguas desangradas de los fríos
Sólo quedan dos ruidos
Entre el soñar en vigilia
Campo donde yacen todos los deseos desvanecidos
Mientras en su furia la sangre cándida
nace en su mirar el alba
En su respirar alivio
Tras los soles de agosto y las nieves de julio
Sólo quedan dos ruidos
Mi cuerpo sabe en el alma su momento
A medio morder y medio morir
Sólo quedan dos ruidos
Besos y desenfrenos
¿Qué será de tanto amor?
¿Qué será de tanta sed?

Lorena Rioseco Palacios (Viña del mar, Chile, 1969)
Poeta, narradora y declamadora. Comunicadora Social (Psicoeducadora en salud mental), egresada de derecho. Desde hace una década participa en talleres literarios y en lecturas, organizadas por el poeta y filósofo Juan Antonio Huesbe, en el Bar Grissu, La piedra feliz,Bar La Playa, The Clinic, entre otros. Participa en actividades de difusión literarias, culturales y medioambientales, así como en diferentes foros poéticos y educativos en redes abiertas. Su primer libro de poesía, cuentos y haikú lo publica a fines de 2015, “Ecos errantes” (Ediciones Orlando). Textos de su autoría pueden encontrarse en la Antología “Mujeres al fin del mundo” (voz poética de la mujer chilena), recientemente premiada por la Sociedad de escritores de Chile, con el Fondo nacional de la lectura, teniendo presencia en todas las bibliotecas nacionales. También ha sido partícipe de las antologías: “Inframundo”, “Sangre cófrade”, “Sin fronteras”, “After Poetry 2019” y “Palabras
Necesarias”.