por Andrea Muriel
Los cirujanos plásticos nunca dicen la verdad
Me sacaron un quiste de la nalga izquierda la operación fue lo de menos lo de más fue pensar que mi cuerpo había cambiado dejé de ser la que tenía una bolita en la nalga izquierda que se sentía rara para mí y para los que alguna vez la tocaron aunque yo dijera que no, obvio es raro pensar que te agarran una nalga y tienes una bola y te dicen que no importa, como si no se hubieran dado cuenta cuando los dos saben que sí el quiste era horrible: rojo, grueso, jugué con él un rato hasta que el cirujano se acordó que debíamos llevarlo para biopsia a mi pobre engendro me dio mucho asco ponerle nombre, aunque sí lo pensé, luego el doctor me dijo que mis nalgas eran perfectas, y me fui toda contenta pensando que si alguien tiene la autoridad moral para hablar de la perfección de unas nalgas era un cirujano plástico cuál kim kardashian, mis nalgas chiquitas son perfectas entonces pensé tristemente en todos mis ex pobrecitos de ellos que no conocerán mis nalgas perfectas que agarraron la bola entre sus dedos y pensaron que eso era todo lo que yo podría ofrecerles y pues resulta que no pero qué sabrían ellos, si me dejaron igualmente si encontraron más pretextos para encontrarme imperfecta si pensaron que había algo en mí que no se podía arreglar y prefirieron irse pero ahora mis nalgas son perfectas aunque tal vez eso es lo que el cirujano tenía que decir para que yo saliera feliz de su consultorio obviamente me va a quedar una marca pero quiero que sea bella, quiero quererla mucho y llevarla siempre conmigo no como a ellos que pensaron que mi fealdad era permanente ninguno de ellos podrá mirar mi cicatriz.
Cuando me acuerdo de ti me siento chiquitita
La primera vez que me viste desnuda me dijiste que estaba muy flaca. Y yo pensé que había viajado ocho horas recorrido varios estados, tres países que corté con mi novio de años que le mentí a mi madre y a todas mis amigas para que tú me explicaras que debía comer más porque a los hombres les gusta la carne. Ahora me justifico diciendo tenía apenas veinte años y creía en el amor pero la realidad es que tenía veinte años y creía que el amor era la mierda que me dabas. Ciudades, hoteles, países distintos, ron, festivales de poesía. Cinco minutos durabas en cogerme luego me abrazabas y yo con los ojos como platos me preguntaba si eso era el amor. La realidad es que para ti eran unas vacaciones de tu jodida vida porque sólo podías lograr que una niñita de veinte años que quería escribir poesía te admirara por ser lo que ella quería ser y tú nunca fuiste. Porque nunca te interesó escuchar lo que pensaba ni contestarme los correos que leías a la mitad y cuando te dije que ya tenía novio respondiste hay que vernos de nuevo y te enojaste porque yo era feliz.
cosas que pienso durante la cuarentena
me gustan las videollamadas porque puedo hacerlas en calzones se escuchan más los pájaros desde el balcón ¿será que todos nos vamos a morir? mi mamá está sola y tiene asma y no sé cuanto tiempo más tardaré en verla ¿cuál es la probabilidad de que dejen de vender cerveza en la tiendita de la esquina? me da ansiedad hacer videollamadas mi piel está más seca que de costumbre y mis cejas se despeinan todo el tiempo pero no he pensado para nada en ninguno de mis ex ya se me hizo costumbre tomar una cerveza diaria para controlar la ansiedad los demás licores me dan asco siempre digo que quiero tiempo para maquillarme aunque ahora me siento sin ganas luego pienso que al menos estoy escribiendo este poema que no sé si es un poema o si quiero que sea un poema lo que en este punto no puede interesarme menos no me aburro, pero sí me desespero estoy harta de hacer videollamadas uff las ganas que tengo de ir un restaurante y mirar la carta y tardarme en decidir y de una hamburguesa al carbón que no llegue aguada y de ver a mi mamá y de salir de mi casa y caminar por caminar y caminar horas y horas, y sentarme en un parque porque ningún filtro de Instagram me hace olvidarme de lo que estamos viviendo ni las películas de Tarantino o las de Tarkovski mi momento favorito del día es colgar la ropa en la azotea sentir que produzco vitamina D y que estoy más preparada para la pandemia en qué momento sucedió esto se parece a tantas películas que me da miedo mis amigos dicen que ver ciencia ficción los tranquiliza pero yo siento que en cualquier momento podrían acecharnos los zombies que va a acabar siendo verdad que los extraterrestres quieren dominar la tierra que las teorías conspirativas sí son sí son sí son y que el mundo es desconocido, un gran misterio pero hay cosas más graves sucediendo allá afuera todavía la guerra, los intereses multimillonarios, la Deep Web y también adentro de las casas violencia y hambre y ganas de que pare ya lo dije antes, pero lo confirmo se escuchan más los pájaros desde el balcón pero menos desde abajo de mis sábanas

Andrea Muriel (Ciudad de México, 1990) es escritora, traductora, editora y promotora cultural. Estudió la licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP y la maestría en Letras Modernas – Inglesas en la UNAM. Ha traducido varios libros del inglés y del italiano entre los que destacan el poemario Dímelo de Kim Addonizio (Valparaíso, 2016) y la novela La imperfecta maravilla de Andrea de Carlo (Seix Barral, 2018). Obtuvo una beca en el programa de escritura creativa de la Fundación para las Letras Mexicanas. Es co-editora de la revista de literatura Vuela Palabra y de la editorial independiente Osa menor. Comparte sus lecturas y charla con autoras en su Instagram @andreamuriel_ También da cursos y talleres. A veces el amor es un cactus (Osa menor 2019, Ediciones Liliputienses 2021) es su primer poemario.