por Whigman Montoya Deler
Campo de batalla
La falange fue mi estrategia para enamorarte. Una macedonia de frutas y tu pecho en mi sarisa como herida de Eros sangrada en los Balcanes. Tú de lejos me lanzabas piedras y flechas. Yo era entonces una ciudad fortificada a punto del desplome. La tensión disparaba todas tus catapultas y entraste violentamente por mis poros. Yo, aquella misma tarde, quemé mis naves y todos mis papiros bajo el calor volcánico de la Biblioteca de Alejandría.
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Cadena perpetua
Él quería ser un amante estable. Era como un iceberg caribeño llevado por la ola y se fue a Laponia más allá de los árboles árticos donde el sol y la noche permanecen donde todo el día es día o noche inalterable. Él ya había hecho su nido de especias y empollaba su huevo pero se dio cuenta de que el ave fénix también revolotea como aurora boreal en las llanuras de Laponia.
Poemas de El oscuro bosque de mis manos, 2019 Ediciones Laponia.
Punica granatum
Un nombre de fruta pudiera ser algo trivial pero cuando se llama granada y has ido a la guerra además, fue en una minúscula isla del Caribe entonces odias a la fruta por su nombre. El tío Tomás tiene muy claro los recuerdos del combate aún están en su cabeza las astillas después de la mordida. La granada es una fruta escasa en nuestros /campos esto ayuda un poco al tío Tomás a lidiar con /su odio aun así él se pregunta: por qué amargarse con algo que no te /pertenece. por qué no culpar al cundeamor que nos enreda e igual mancha las manos de rojo.
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El zarcillo
El abuelo se hizo joven poniendo cercas entre un campo y otro entre dos casas entre él y los otros entre él y las mujeres del pueblo. A veces era acorralado por muchachas espinas. Él era bello y delicado cual zarcillo. La abuela, una mujer tan segura como una valla de esas que el abuelo fijaba no lo dejó escapar. Él, que siempre fue tan bueno juntando postes en las cercas no pudo mantener en pie su matrimonio. Había levantado hacía sí su enredadera semejante al zarcillo en la valla. El abuelo, que dejó de poner cercas limpió la suya.
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La última cena
Cuscuta americana.
Maraña de tallos finos,
penetrante hasta los tuétanos.
Cuando la carne del sacrificio esté por llegar a nuestras mesas. Cuando ya nuestra carne no sea más el martirio demandado por otras lenguas que son como cuchillos en nuestras manos clavadas por el ateísmo de los panes y los peces. Cuando hayamos abierto las gavetas y emane la renuncia el deje a tenedor a óxido en nuestras bocas. Entonces veremos a nuestros nietos amolando los cuchillos afilándose los dientes y nosotros con ese sabor amargo de no haber cortado la mano del ladrón con tridente.
Poemas de Nudo gordiano, 2021, Ediciones Laponia.

Whigman Montoya Deler. Santiago de Cuba, Cuba, 1973. Licenciado en Letras por la Universidad de Oriente, Cuba, 2000. Master en Estudios Cubanos y del Caribe, Universidad de Oriente, 2006. Obtuvo una mención en la 16° edición del concurso de Poesía Luisa Pérez de Zambrana en el año 2001. Ha publicado poemas en las revistas digitales “Anuket” “La libélula vaga” “La experiencia de la libertad” “árbol invertido” “Isliada” “Insolente” “otrolunes” y participó en la antología poética “Impertinencia de las dípteras. Antología poética sobre la mosca” por Ediciones Exodus. Es editor y miembro directivo de Ediciones Laponia, LLC Houston, Texas.
Genial, abrazo grande!
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