RESEÑA: J. J. Maldonado y la Novela Generacional en el siglo XXI, por Alex J. Chang

Reseñamos la novela El amor es un perro que ruge desde los abismos de J. J. Maldonado, publicada por Editorial Planeta Perú.

Por: Alex J. Chang

J. J Maldonado

Novela Generacional

El amor es un perro que ruge desde los abismos (Planeta, 2021), novela debut de J. J. Maldonado, ha obtenido en el primer mes de su publicación un impacto positivo y entusiasta tanto entre la crítica y los medios de comunicación nacionales, como entre un gran número de lectores que celebran en libro en historias de Instagram o post de Facebook, resaltando especialmente la esencia y la furia juvenil, así como el sinfín de referencias generacionales que acompaña el argumento del libro: la historia de un adolescente llamado Diosito, el cual enterado de que va a ser padre dentro de un sector de bloques infernales del Callao, se lanza hacia una aventura picaresca en la que se verá enredado con una mafia de trata de personas que usa como fachada un hangar dedicado a la producción clandestina de hentai (anime porno).

Sin ninguna duda el libro ha tenido una conexión muy fuerte con los jóvenes y eso ha quedado evidenciado en el sinfín de interacciones de lectores millennials y centennials en redes sociales, sobre todo en Instagram. ¿Pero a qué se debe esta conexión? Podría decir que bajo una primera lectura, El amor es un perro que ruge desde los abismos se presenta ante el lector como una carta de amor a la generación que creció en los 2000; como un libro que extrae las sensibilidades de toda una nueva juventud y que entierra para siempre el siglo XX y se aparta totalmente del espíritu de los 90, espacio temporal que yace como animal anacrónico y olvidado para cualquier joven del siglo XXI.

Así hay en esta novela todas las dinámicas y códigos que hermanan no solo a un barrio o una clase social, sino también a toda la juventud de un país, a toda su educación sentimental, a toda su nueva forma de aprehender el mundo, incluso, a toda su esencia política. En ese sentido podría pensarse que El amor es un perro que ruge desde los abismos es una novela que trata de totalizar el primer periodo del siglo XXI peruano a través de un lenguaje propio, con las características determinantes de la juventud que se formó a sí misma con la llegada del internet y el cable y los primeros celulares inteligentes. Todo esto visto no a partir de una totalidad numérica, sino de un fragmento, y en este caso el fragmento sería la furia de una periferia: el Callao, pero un Callao completamente inventado, el cual Maldonado borra para transformarlo desde la ficción en una periferia que se vuelve todas las periferias posibles.     

Entonces allí encontramos la búsqueda de Maldonado por crear la primera épica millennial de su generación a partir de los márgenes de la ciudad. Porque El amor es un perro que ruge desde los abismos se constituye como la epopeya de Diosito, un personaje periférico que se convierte en significado y significante del joven del siglo XXI, en ícono generacional. De ahí que se narre diversos planos de la vida de este personaje: lo psicológico, lo sentimental, lo físico, lo político, lo religioso, lo educativo, lo vital y, sobre todo, lo moral. Y todo esto funciona por el ejercicio de la picaresca urbana y pop que Maldonado plasma en la elaboración de su relato, creando microutopías que se sostienen por la disposición de sus materiales, pero en especial por su mirada.

En el capítulo 28 (monólogo interior larguísimo del libro) vemos quizá la clave de todo lo arriba expuesto. Menciona el protagonista:

“Qué se le iba a hacer. Yo. Mis últimos atardeceres en la Tierra. Mi hermoso final en el videojuego real. Mi vómito a la cara de toda mi generación. Sí, mi vómito. Este es mi vó- mito para ahora, para mañana, para siempre. Yo con ellos y ellos conmigo: Dieciocho años: Dragon Ball Z: Spotify: Xvideos: Photoshop: Pornhub: Asfalto: Tumblr: Soledad: 4chan: Desamor: Y soledad: Y nuevamente soledad: Y mucha más soledad en. Mi vómito a todos ellos. Sí, mi vómito”.

Ahora bien, algunos críticos han dicho que los personajes de El amor es un perro que ruge desde los abismos son marginales y que su mundo y su lenguaje y sus sueños también lo son. Pero están equivocados. De hecho la marginalidad tiene su propia poética, su propia forma de estetizar el mundo. Pero en el mundo o el universo de El amor es perro que ruge desde los abismos los personajes no son esencialmente marginales, sino más bien son personas ultraconectadas gracias al internet o la televisión que consumen en exceso. Es un desvarío seguir hablando de marginalidad en un mundo tan hiperconectado: con ese vértigo que hay en la red con su sinfín de grupos o tribus urbanas dentro del universo digital. Bajo este contexto se puede señalar que los personajes de Maldonado están determinados por algo que se conoce como la Aldea Global o la Nueva Babel, ya que, desde su espacio lejano, el barrio, la cabina de internet, la pandilla, están conectados con el mundo. De modo que eso los define como seres particulares, pero al mismo tiempo les arrebata su autonomía e identidades locales. Es decir, los desmarginaliza. Por ejemplo: los personajes de esta novela no usan jergas como “causa” o “pata” para referirse a un amigo, sino utilizan el “broder”; en lugar de “pendejada” o “carajo” usan el “mierda”, etcétera. En ese sentido, su marginalidad es paradójicamente una marginalidad globalizada. 

Tal vez por eso el lenguaje usado en El amor es un perro que ruge desde los abismos no es un lenguaje marginal, ni sucio, ni sexual ni violento, ni hamponesco o sicarial, y eso porque precisamente los personajes no están dentro de una situación marginal o hamponesca o precarizada (como los reseñistas lo han señalado desde el puro asombro), sino más bien están en una zona gris, entre lo marginal y lo globalizado; entre lo bueno y lo malo, entre la luz y la oscuridad. Y todo eso definitivamente gracias a las dinámicas e influencia del internet, porque el internet es una puerta al mundo, un pase hacia el TODO, una reconfiguración de lo que es la verdad o la mentira, lo puro o impuro. Por eso es el internet lo que batutea la novela. O mejor dicho es lo que le da su rumbo.

En razón de todo lo anotado, el lenguaje de El amor es un perro que ruge desde los abismos es funcional a ese panorama y por eso mismo es su punto más interesante. En consecuencia Maldonado no exotiza a los personajes dándoles giros lingüísticos sacados de manual de periódico chicha o de películas inverosímiles del submundo de Lima. Se salva al globalizarlos y conectarlos con el mundo. Basta darse una vuelta por los márgenes de la ciudad para llegar a la conclusión de que en las periferias del siglo XXI ya nadie habla en argot de hampón de cine barato o de literatura urbana pasada de moda. Se habla grueso, pero no con el falso exotismo que nos ha vendido Tondero. Felizmente, porque ese sería el horror y Maldonado logra librarse de eso para alegría del lector. Menos mal.

Título con reminiscencias pop

Respecto al título El Amor es un perro que ruge desde los abismos en definitiva nos remite a un  verso de Charles Bukowski ­ (autor de novelas como Factótum, La Senda del Perdedor, Cartero, entre otras, de las que Maldonado bebe sin llegar a contaminarse del todo). El verso bukowskiano es El Amor es un perro del infierno. Esta similitud nos indica, entonces, que nos adentramos al infierno terrenal. Pero también Maldonado agrega otra referencia directa y samplea ambos elementos para configurar por completo el título de su novela. Esta referencia viene de Neon Genesis Evangelion de Hideaki Anno (anime que tiene una presencia central en la historia del libro), enfocándose en el capítulo 26 de la serie japonesa que titula así: La bestia que pedía amor a gritos desde el centro del mundo. Este cruce o mestizaje de referencias hace bastante especial al libro de Maldonado, ya que encontramos tanto elementos extraídos de lo que podría considerarse la cultura oficialista como de la cultura marginal o populosa. He allí El amor es un perro que ruge desde los abismos.

Mestizaje cultural para el siglo XXI

En El amor es un perro que ruge desde los abismos se mencionan marcas juveniles y populares: zapatillas Converse o Vans Old School, chullos DC, bicicletas BMX, Motos Pocket Watts Camel 01, camisetas Element, KFC, Spotify, XVideos, OnlyFans, etc. Por otra parte, los jóvenes y las bandas del Callao (universo paralelo parecido a las películas, series, mangas y animes como Tokio Revengers, Akira, Durarara, Gungrave) practican tres disciplinas en apariencia marginales: skateboarding, BMX y freestyle rap. Estos tres deportes, por lo tanto, tienen tanta importancia por la competencia y la rivalidad entre los bloques y bandas organizados cada fin de semana.

Vemos también una marcada preferencia de los adolescentes por los dibujos animados como Los Simpson, Los Picapiedras, Tom y Jerry, South Park, Phineas y Ferb, o por animes como Naruto, Dragon Ball Z, Bleach, Evangelion, Inuyasha, Yu-Yu Hakusho, One Piece, Death Note y otras series japonesas populares en la primera década de los 2000.

Con respecto a los gustos musicales, los jóvenes de esta novela están inmersos en un ambiente de Rap y de Freestyle, en donde destacan artistas como Arkano, Snoop Dogg, Canserbero, 2pac, Nach, Kase.O, Rapper School; entre otros.

Sobre el cine, vemos mucha influencia de películas juveniles como Heathers, Attack the block, Harry Potter, Mi pobre angelito, Akira, Juan de los Muertos, Sueños Imperiales y clásicos como Depredador, Kickboxer o E.T.

Los videojuegos también están presentes y tensionan la atmosfera de la novela. Se mencionan videojuegos en línea como Dota2, Counter-Strike y StarCraft. Todos estos videojuegos están cargados de adicción, adrenalina, violencia y mucha diversión. Sin embargo, también hay estilos narrativos de videojuegos o creepypastas que se ensamblan en el montaje de la novela desde su construcción estructural. Por ejemplo, vemos en los últimos capítulos del libro un estilo narrativo sacado de Petscop y Resident Evil (el videojuego). Además, el lector atento puede encontrar diálogos de películas pornográficas o escenas sacadas de videos basura de YouTube, una mezcolanza de datos que enriquecen la lectura y crean subtextos muy interesantes para explorar.

El universo de El amor es un perro que ruge desde los abismos está lleno también de mucha poesía, de mucha lírica, de mucha literatura, siendo manifestado en sus diversas formas: poesía callejera (Freestyle Rap), poesía lírica (género literario) y poesía espontanea (sincero y voluntario, sin ninguna pretensión/ambición). Aquí vemos un desfile de autores como Vicente Huidobro, Antonin Artaud, Charles Bukowski, Leopoldo María Panero, Roberto Bolaño, Andrés Caicedo, David Foster Wallace, Bret Easton Ellis, J.D. Salinger, Hanif Kureishi, Jeffrey Eugenides, entre otros, que no solo aparecen mencionados, sino también los podemos hallar en algunos de sus versos o frases utilizadas por Maldonado dentro de la narración en un sampleo, montaje y plagio que cobra al final su propia autonomía y vuelve a la novela en un mash-up narrativo de interesante logro estético.

Huellas literarias nacionales

Oswaldo Reynoso, con su libro Los Inocentes; Julio Ramón Ribeyro en su narrativa sombría que retrata a los eternos perdedores inmersos en una sociedad limeña monstruosa e indolente; Óscar Malca, con sus espiritualidad juvenil y su furia ochentera en Ciudad de M; Jaime Bayly, con su humor sarcástico y desenfrenado a la hora de escribir La noche es virgen; Mario Vargas Llosa en sus primeros libros Los jefes, La Ciudad y Los Perros, Los Cachorros; el Fernando Ampuero de Loreto y Taxi Driver sin Robert De Niro; Niño de Guzman con sus relatos atmosféricos, así como Martín Roldán Ruiz con su Generación Cochebomba y Augusto Higa con la feroz delicadeza de Que te coma el tigre, son algunas de las huellas literarias nacionales que puede encontrarse dentro de El amor es un perro que ruge desde los abismos de J. J. Maldonado, novela que ha sabido sacar lo mejor de cada uno de sus referentes y rendirles un poderoso homenaje.

Última parada

Encontramos en la primera página del libro la conceptualización de lo que pauteará todo el relato de Maldonado. Dice así: “Yo quería que esta fuera una historia de amor, pero como el amor en las mayorías de historias suena a mentira, esta será una historia de terror…”. Quizá el “amor” o la búsqueda del amor sea el leitmotiv central de la novela. Aunque en definitiva no se trata de un amor romántico ni platónico, sino más bien un amor mucho más vital o, en todo caso, espiritual. ¿Qué es lo que buscan los personajes del libro? ¿No es acaso un poco de amor dentro de un mundo lleno de terror? He ahí el músculo del relato, su razón de ser.

Para finalizar, mención especial para el editor de la novela: el escritor y periodista Gabriel Ruiz Ortega. Se nota que ha sabido dar sentido al constructo interno de El amor es un perro que ruge desde los abismos, pues desde la invisibilidad del editor expone un excelente control del caos novelesco de Maldonado, quien en anteriores entregas se definía por un desborde verbal y estructural. En cambio ahora hay en la prosa del autor una tranquilidad o dirección narrativa que engrandece el texto y consolida una voz. De eso se han percatado también otros reseñistas como José Carlos Yrigoyen de El Comercio o Marco Zanelli de RPP Noticias, los cuales han saludado la depuración del estilo en esta novela debut. Todo ello gracias a la sabiduría del editor, quién parece conocer su oficio (la escuela Ignacio Echevarría se nota en la esencia) y, quien además, ya ha dado muestras de su inteligencia en publicaciones como la excelente Todo, menos morir de Alina Gadea y Los cojudos del enorme Sofocleto. 

Bonus Track

Hay tres escenas que me gustaría recomendar a los lectores, episodios narrativos que me impactaron y creo que le dan relevancia a la novela:

  1. Primera Escena: Un episodio perturbador relacionado a una cercana violación. Harold, compañero de trabajo en la limpieza de baños del protagonista Diosito, realiza tocamientos indebidos al adolescente sin su consentimiento. Al final de la escena, Diosito se defiende a patadas y puñetazos, pero esto lo lleva a ser despedido y amenazado de parar en la cárcel. Lo más abrumador de la estampa es cuando en un determinado momento de estos tocamientos, el adolescente cree sentir que algo de todo eso le gusta.
  2. Segunda Escena: En el capítulo 28 somos testigos de un ingenioso monólogo interior que, intercalado por momentos de quiebres realistas y oníricos, muestra las derivaciones (locuras) de Diosito al mejor estilo de Molly Bloom en el Ulises de James Joyce. Aquí nos encontramos ante una lectura adictiva, trepidante, que no permite respirar, como un freestyle de Rap que tiene pocas pausas. Sin duda, el momento narrativo y literario más alto de toda la novela.
  3. Tercera Escena: Un final abierto que sorprende y quiebra al lector. La conclusión de la historia es que no hay conclusión. Sin embargo, hay una circularidad atmosférica en donde el personaje regresa al punto de partida sin ser el mismo. Él lo dice al final: “seré otro Dios”. Potente.  

Por último, y no menos importante, sería interesante ver el libro adaptado en una serie y/o película, así como la disponibilidad de un audiolibro. Tiene todo lo necesario para aplicar a estos formatos: Cine, Televisión y Audiolibro. Sobre todo porque la novela está construida a partir de imágenes en una suerte de mecanismo de montaña rusa: acción, pasividad, acción, pasividad, acción, acción y más acción. Es decir, un formato audiovisual. Un formato siglo XXI.

Puntaje del libro: 8/10

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