por Giselle Lucía Navarro
Al poeta que les presento hoy lo conocí gracias al azar de los encuentros poéticos virtuales que se han estado desarrollando en estos meses de aislamiento social. Escuché sus versos por primera vez en árabe y luego tuve la oportunidad de asomarme a algunos de los pocos poemas traducidos al español por el propio autor.
Mohamed Youyou es un joven poeta de 26 años nacido en Marruecos. En 2015 estuvo entre los ganadores del Premio del Centro de Estudios e Investigación Humana de Oujda, y en 2016 obtuvo el Premio DiwanTakween en Damasco. Ha participado en foros y festivales organizados en diversas ciudades. Ha publicado en periódicos y revistas nacionales y árabes, entre las que estacan: Al Masa, Al Majaz, Nuevo Líbano, Al Arab, Nuevo árabe, Al Shorouk, Al Mustaqbal y Tinta blanca. Además, es editor en algunos semanarios en idioma árabe. Su primer diván (compendio poético) publicado, El negro que no ves, tuvo muy buena acogida por la crítica.
Aunque su producción literaria es en árabe, su lengua original es el tamazight, una de las lenguas bereberes más habladas de Marruecos. Según me ha dicho Mohamed en nuestra última conversación, escribir poesía para él es una forma de vivir más y con mayor intensidad.
Encontrar la obra de este joven me hizo insistir en la búsqueda de la literatura marroquí, que ligeramente había conocido a través de los versos de Abdellatif Laâbi y Mohammed Bennis, entre los pocos poetas marroquíes que han sido traducidos al español.
Instalado en el marco de una cultura que confluye entre la modernidad y la tradición, símbolo característico del Magreb, la obra de Youyou se nutre también de la riqueza poética de la literatura marroquí, que van desde el zéjel hasta la poesía libre contemporánea, que ha tenido un notable desarrollo a partir de la segunda mitad del siglo XX, período en el que aumentó significativamente la publicación de divanes por año.
La poesía de Youyou se erige sobre la estructura del silencio, la muerte, la contemplación, la mirada interior hacia una búsqueda espiritual, matizada por el uso de elementos naturales como la noche, el agua, la vegetación y los animales, en los que podríamos encontrar cierta huella coránica. Es palpable también el elemento autorreferencial, lo familiar, la crítica social, a partir del uso de un lenguaje directo, pero cuidadoso, que, a pesar de la dureza de ciertas circunstancias abordadas, conserva siempre delicadeza, como un halo de esperanza que nace desde el corazón del joven poeta.
Los poemas fueron traducidos al español por Valeria Sandi.
LA NOCHE MÁS GRANDE Esta noche es del pasado. No tengas ninguna impresión de mí. Sus pensamientos no son relajantes. Puede atraer a todos menos a mí. Ella se derrumba en mi habitación y la pisotean. Regimientos similares flotan alrededor, sobre la silla, aquí abajo. ¿Quién fue atormentado allí, debajo de la silla? Su oído me hacía eco cada vez que gritaba y gritaba: “Animal más grande”. Cada jardín puede tener un estanque y en él, esta noche, pregunta sobre el horóscopo de las orejas del animal más grande. Sin embargo, la piscina oculta su cara con un trozo de agua. Esta noche de adivinación del pasado no me conviene. Me conviene la muerte que se adapta al animal más grande. Tenemos absolutamente derecho a la muerte: la noche más grande para el animal más grande.
UN NIÑO ME ENSEÑÓ educadamente a empujar un muro derrumbado. Él es un demonio detrás de la pared. Se escapa y se esconde. Incluyo lo que puedo agregar de mis manos y cabeza a mi sombra. Se queda sin la pared. Escondo la mitad de mi cuerpo. Aparecen la mitad de mi cuerpo y la mitad de la cabeza. Vuelvo a mis días caídos, al de mi padre, antes de morir a su voluntad. Estaba exhausto y maldijo al diablo. Siempre le preparó una trampa detrás de la pared, pero siempre llegó demasiado temprano. Si tuviera que elegir cuándo volver a la trampa, para verificar qué ocurrió, en lo que me concierne, al final, moriríamos por la mitad, sin trampas.
PUNTO DE SANGRE Gato, sangre, arriba. Bebe el secreto. ¿El niño muere lejos de la sangre? ¿O el niño vive por la sangre? No muestren escenas sangrientas de niños de cualquier guerra que haya pasado. Cierre el Windows diez minutos. Cubra al niño. El papel no durará sin luz más de diez minutos. Se ha alejado de mí. Incluso si la punta de la sangre se seca desnuda y se esconde bajo la sombra de una rana. El agua sola es suficiente para matar una hormiga y matar de hambre su azúcar, y solo una hormiga tiene la narración correcta de la historia del primer hombre que palpita en el suelo, ese que habita desde el dedo de su pie, que no pone en el río y del que bebe el agua de su fruta. El río es salado.
SUFICIENTE AMOR Queda al otro lado del campo lo suficiente del viejo amor. Hay paraíso para convertirte en los labios dorados y rezar con el verde, cerca del ojo de la vida, y completar la eternidad.

Giselle Lucía Navarro (Cuba, 1995) Poeta, narradora y diseñadora. Es licenciada en Diseño Industrial por el Instituto Superior de Diseño de la Universidad de La Habana y egresada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Profesora de la Academia de Etnografía de la Asociación Canaria de Cuba. Dirige el Grupo Literario Silvestre de Balboa. Ha obtenido diversos reconocimientos entre los que destacan el Premio Edad de Oro 2018, el Pinos Nuevos 2019 y el David de Poesía 2019 que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Ha recibido menciones en los concursos internacionales Ángel Gavinet (Finlandia, 2012), Poemas al Mar (Puerto Rico, 2012) y Nósside (Italia, 2019). Ha publicado Contrapeso (Colección Sur Editores, 2019), El circo de los asombros y ¿Qué nombre tiene tu casa? (Editorial Gente Nueva, 2019). Textos suyos han sido traducidos al inglés, francés e italiano, y publicados en antologías y revistas de Cuba, España, Chile, Perú, Estados Unidos, México, Finlandia, Venezuela, Argentina, Puerto Rico, Italia, India y Bélgica.