por María del Castillo Sucerquia
Hoy rendimos homenaje a la poeta, ensayista y docente universitaria, Luisa Fernanda Trujillo (1960-2020 Bogotá, Colombia), quien acaba de fallecer «en paz y de forma serena», según lo publicaron sus familiares, luego de «haber iniciado hace cuatro años una conversación con la muerte», como expresó la autora en una entrevista que le hizo Isaías Peña y fue publicada en el diario el Tiempo.
Entre sus obras poéticas publicadas encontramos: De soslayo, prendada, publicada por la Fundación Palabra a tiempo, (2010), Trazo en sesgo la noche, publicada por Universidad Externado de Colombia, (2012), En tierra, el pájaro olvida cantar, publicada por Raffaelli Editore, (2017). Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés e italiano y publicados en revistas de Colombia, México, España, Italia.
La voz poética de Luis Fernanda Trujillo se destaca por ser musical, intensa y profunda. En su obra desembocan la guerra y el amor, lo secreto y lo manifiesto, lo cotidiano e inhabitual. Su poesía cual hoja afilada, atraviesa de forma suave y elegante las entrañas; es una honda de luz que impulsa a la piedra oscura, dura y áspera.
En nuestro corazón no hay más que agradecimiento por su gran aporte a literatura colombiana. Descanse en paz.
Ha muerto el pájaro aquél que copulaba con el viento en la mañana Su vuelo había olvidado el Norte A diario picoteaba el vidrio en mi ventana De traspasar el viento sus plumas se desmadejaban sobre el pavimento Sus patas, de repujado cuero habían asimilado el gris de la lluvia ácida Ha muerto el pájaro aquél que copulaba con el viento en la mañana Lo descubrí a la madrugada, al pie de la cornisa El sereno congelaba en sus ojos el rocío Su pico astillado apuntaba a mi ventana
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A través de una lente de aumento busco en la piel un indicio que me calme que me recuerde el olor del musgo atrapado en la humedad Tanto sol tanto hielo a la vez han cuarteado sus escamas Alguien exhala sobre ellas un aire tibio Conjura su memoria y abre caminos en sesgo que dibujan un lenguaje parecido al del amor
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Me pide palabras de amor escritas en verso Perpetuar en la escritura aquello que entre tardes entre noches refundidas susurré al entrecortar sus besos, pinceles en el aire y quedó como perfume en el aliento que respiro Sería más fácil pedir manzanas a Eva a sabiendas de reconocer su mordedura Para qué entonces alargar este aliento inmortalizar el instante sentido entero volverlo caligrafía virtual donde los enamorados se mezan se arrullen sin importar lo que dure Las palabras de amor guardan un deseo de inmortalidad contenida Escribirlas es extender una alfombra donde los cuerpos de los enamorados descansan en la plenitud de un siempre inexistente
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¡Qué es la tierra cuando entre maleza nacen los ojos de los muertos! ¡Qué es el agua cuando la transparencia enturbia el rojo de la sangre el vivo brazo que rema, el bote que agolpa en la orilla el deceso de las olas! ¡Qué es el aire cuando a lo lejos la llanura aprieta en su lomo la lluvia y carga a cuestas las piernas de los cuerpos mutiladas! ¡Qué es el fuego cuando en la piel tostada por el sol arde una llama lanzada desde lejos!
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Si te dijera que por aquí también el sol se esconde tras los postes de cemento de las calles y me asalta al pasar la esquina Que en las noches el frío sopla desde el páramo y quema el borde de las uñas Que los árboles caídos aún respiran y que las balas recuerdan el impulso de la mano tensa de quien empuñó el arma Que los transeúntes prefieren mirar el piso detenerse ante el mantel de prendas viejas que a sus pies se extiende como ofrenda Que un indigente logra su descanso en compañía de la cola de las ratas Que un perro callejero desenvuelve la basura en la búsqueda de encontrar señales Que las noticias vuelan de calle en calle fracturadas en periódicos viejos y sirven de aposento a quienes han dejado de leerlas y escucharlas Que el cementerio, en la montaña, donde entierran los deshechos, se ha venido río abajo y que en el parque un reloj centenario detuvo sus agujas hace años para no tener que seguir contando muertos ¿Me creerías?
Columna y selección: María Del Castillo Sucerquia.

María Del Castillo Sucerquia, nacida en Barranquilla, Colombia (1997), es una poeta bilingüe, escritora, tutora, médica oriental (Neijing, España) y traductora (francés, Inglés, italiano, portugués, español y alemán). Con experiencia en radio y actuación (teatro y cine). Ha participado en numerosos festivales de poesía, recitales, foros, conferencias y encuentros culturales. Sus poemas han sido traducidos en diversas antologías (Encuentro internacional de mujeres poetas Cereté, Relatos para adolescentes, Poesía Colombiana y Ecuatoriana, entre otras), revistas, periódicos y sitios web nacionales e internacionales (Filogicus, Libresta, María Mulata, Bharatha Vision, Azahar, Atunis Poetry, El Heraldo, Muelle Caribe, Crisol, Uttor Kota, Sol y Luna, entre otros). Y traducidos al canarés, árabe, urdu, bangla e Inglés. También colabora con las revistas Vive Afro (Medellín), Altazor (Chile), Cronopio (Missouri), Golem (México).