Selección de poemas de Marta Rojas Porras

 Penélope
 Si hay que decir adiós, se dice.
 Si hay que llorar, se llora.
 ¡Todo tiene su tiempo!
 

 Hoy,
 con la aguja de mi reloj,
 con las puntadas del esfuerzo,
 el amor,
 los besos,
 con el hilo vivido,
 tejo.
 ¡Este es mi tiempo!
 

 Mañana,
 con las mismas agujas,
 con las mismas puntadas,
 con el mismo hilo,
 con toda mi voluntad,
 mi pericia y mi cuidado,
 tal vez, como Penélope, desteja.
 
 De La sonrisa de Penélope y su costumbre del adiós (1993, 1998, 1 era y 2 da ed.).
 


 Sin candados
 
 
 Yo no busco una ruta.
 

 Busco un trillo,
 un sendero.
 

 Una puerta maltrecha
 para no poder cerrarla.
          De Aposentos del deseo (1996, 2005, 1 era y 2 da ed.).
 

 Definición
 El gozo contenido desborda mis rincones.
 Ya no encuentra escondite.
 Quiero gritarle al mundo
 que tu amor no es sortilegio.
 

 Es luz
 con la plenitud
 de luna llena
 y el futuro creciente
 que se adivina
 en el cachito de la nueva.
 

 Es resumen
 de la exuberancia del color de otoño
 conjugado con la florida primavera.
 
 Es vino servido en copa abundante.
 

 Es roce de ternuras
 en sedas y panas al tacto.
 

 Es desnudez en la mirada
 y placidez en el sueño.
 

 Es una enredadera
 que se adhiere a mis ramas.
 

 Es nido plantado en lo alto.
 Es una ardilla que juega.
 Es mi tesoro más grato.
           De Habitar la casa del tesoro (2005).
 


 Rabiosamente
 Ni lágrimas ni gemidos esta noche.
 El silencio cubre mis sábanas.
 Los destiempos me arropan.
 

 El abrazo se ha congelado.
 

 Llegaba decidido, con miedos,
 tan libre    y    tan prisionero.
 

 Como espejismo,
 se anunció en mi casa de corredores.
 

 Su pasión de gato
 enredada en amores      y duelos
 y mi vocación tardía
             por virginales atardeceres
 tejieron
             el abismo.
 En esta noche       sin lágrimas,
                     mi piel arde,
 desaloja el reposo del sueño
 y,                  rabiosamente,
 llora sobre mis huesos.
                 De Destejiendo la intemperie (2019).
 

 Tercera escena
 (En un ambiente donde empieza a oscurecer. En la plaza solo aparece el coro.
 Es una noche de luna llena. Zárate está dentro del coro; pero con participación
 individual en la que muestra su empeño, dignidad, dolor y esclavitud. Espacio
 íntimo, de reflexión y tensión)
 
 Coro (aconsejando con amor):
 Doña Zárate, use su poder y con una pócima átelo a su amor.
 
 Zárate (rotunda):
 Si su corazón no arde en mi fuego, si por su voluntad no me ama,
 las chispas de mi flama se apagarán.
 
 Coro (aconsejando con amor):
 Entonces, prepare un brebaje para que él la vea bella
 y así su amor conquistará.
 
 Zárate (con dolor y certeza):
 Yo soy vasija de barro purificado al horno siete veces.
 No soy adorno.
 Mi virtud es tangible en el trabajo, en el servicio y en la utilidad.
 Él es incapaz de mirar en mis ojos jardines plenos de luz
 y mariposas en vuelo, y sembradíos de apazotes y yerba buena.
 Ciertamente esta pasión carcome y enturbia mi juicio,
 mi paso de bosque se convierte en laberinto.
 Pero jamás aceptaré, en mí, un brillo deslumbrante y fugaz.
 De espejismos yo no vivo ni de la apariencia o falsedad.
 
 Coro (con admiración):
 ¡Zárate, inclaudicable mujer
 de este valle de pericos ligeros!
 Zárate (con decisión y dolor):
 Así soy y no quiero cambiar.
 No puedo sucumbir ante su arrogancia.
 Su prepotencia, evidencia de su pequeñez, será su perdición.
 Este delirio en mis noches eternas confunde amores
 … con pavos reales…
 Coro (en tono narrativo):
 En ave apetecida por las diosas a don Pedro Peña,
 el señor gobernador, Zárate convertirá.
 Le dará apariencia espléndida, vistosa plumaje e imponente cola,
 pero lo privará de la capacidad de volar
 y apegado a la tierra su vida transcurrirá.
 Su vanidad castigará con cien ojos ciegos
 que no le arrebatarán su escaso talento
 para juzgar más allá de lo banal.
 
 Zárate (rotunda):
 En ave real lo convertiré porque, así como sobresalía
 su hermosura en apariencia humana,
 ahora, entre animales se pavoneará.
 Pero lo de frívolo e inútil sin remedio persistirá.
 
 Coro (narrativo y como juzgando con dolor):
 Con cadena preciosa a su mano lo atará,
 como si el encarcelamiento de oro
 pudiera encubrir la esclavitud.
 
 Zárate (en dolorosa pasión y asintiendo ante lo dicho por el coro):
 Su desafecto es mi tortura.
 Esta adhesión de mi piel a su olor me hace su prisionera.
 
 Coro (con dolor):
 ¿Quién encarcela a quién?
 
 Zárate (con dolor):
 Me ataré a él en vínculo precioso de metal incorruptible.
 ¡Seré carcelera encarcelada!
 
 Coro (como en sentencia dolorosa):
 Hay amores, ¿amores?, que matan.
 
 Zárate (con dolor y nostalgia):
 Y la única salida se anida en un sí que él me niega.
 
 Coro (apesadumbrado y temeroso):
 Ay, qué desventura se avecina.
 
 Zárate (apesadumbrada y nostálgica):
 ¡Esta testarudez en la negación me obliga!
 ¡Esta pasión me doblega!
 ¡Todo en mí es augurio de tragedia!
 Miro la distancia y presiento el despojo. Me inquieto. Me fatigo.
 
 Coro (sentencioso y adolorido):
 ¡Ya se acerca la hora!
 ¡Doña Zárate ya prepara la guarida para su invierno!
 (En el momento del conjuro debe ser muy evidente la plenitud de la luna y la
 fuerza dolida de Zárate)
 
 Zárate (Al ritmo de tambores, con sonajeros, silba-tos y ocarinas, como
 preparándose para ir a la guerra danza ante un montículo de piedras. Dolida,
 pero firme):
 ¡Oh, dios Sol y diosa Luna, imploro su poder celestial!
 ¡Oh, mis ancestros guerreros, denme su valentía!
 ¡Oh, amantes despreciadas y pueblos humillados,
 imprégneme de su pasión y dolor!
 ¡Les ofrendo esta guacamaya
 como grato sacrificio de mi encendido corazón!
 ¡Escúchenme, yo les invoco para este conjuro!
 ¡Un alma esquiva necesito embrujar!
 Por anhelos y sumisiones por sometimientos y usurpaciones,
 por amores y desamores, ¡sea ya el encantamiento!
 ¡Que Pedro Peña, convertido en pavo real,
 sea atado, en cadena de oro, a mi voluntad!
 (Zárate se pasea desesperada de un lado para otro en el escenario. Mientras
 tanto la música plantea un ambiente de dolor profundo. Zárate lucha por no
 claudicar ni caer en la desesperanza)
 
 Zárate (convenciéndose a sí misma):
 Y yo persistiré en el anhelo de este amor que me carcome.
 
 Coro (tono narrativo):
 Y cuenta la historia que días después
 amaneció la aldea transformada
 en una enorme piedra, la Piedra Grande,
 enigmática e imponente,
 asentada en la colina.
 Sus habitantes fueron convertidos en variedad
 de animales de montaña.
 El orgulloso Pedro Peña devino
 a la categoría esplendorosa de pavo real.
 Y la luna, cómplice eterna de esta historia, ya casi se oculta.
 Mañana, de seguro, su ciclo continuará.
 (Se van bajando las luces y se cierra el telón)
                       De Zárate desencadenada (2019).

Marta Eugenia Rojas Porras (1950). Filóloga. Catedrática pensionada de la Universidad de
Costa Rica.
En su poesía la temática femenina adquiere una dimensión protagónica. Dos hilos
semánticos la recorren: la voluntad constante e inclaudicable de búsqueda y una visión
esperanzadora que se articula desde lo íntimo, desde lo erótico, desde el deseo. Desde ese
espacio, va adquiriendo dimensiones de un sujeto colectivo femenino marcado por una
indagación que escudriña el pasado y sus relaciones. Su escritura está inserta en un debate
ético que problematiza el doloroso y necesario proceso de reflexión de la mujer y sobre la
mujer.  

Poemarios 
(1993, 1998). La sonrisa de Penélope y su costumbra del adiós. Editorial de la Universidad
de Costa Rica. 
(1996, 2005). Aposentos del deseo. Editorial de la Universidad de Costa Rica. 
(2005). Habitar la casa del tesoro. Ediciones Perro Azul. 
(2019). Destejiendo la intemperie. Ediciones Perro Azul. 
(2019). Zárate desencadenada. Texto lírico dramático. Ediciones Perro Azul. 
Publicaciones en revistas 
(1998). “Oda a la muerte de mi madre”. Káñina. Revista de Artes y Letras, 22(3). 
 
(2003). “Entre duelos y amaneceres”. Revista Nacional de Cultura, 46, 
 
(2003). “Estela de fragancias y luces”. Revista Educación, 27(2).  
 
(2003), “Como volver a casa”. Káñina. Revista de Artes y Letras, 27(2). 
 
(2004). Entre recital y charla: El acto creador y unos apuntes
sobre Penélope. Educación, 28(2). 
(2020). Atunis Galaxi Poetry. 

Antologías en las que publican su poesía 
(1994). Indómitas voces. Las poetas de Costa Rica. Antología. Selección, prólogo y notas
de Sonia Marta Mora y Flora Ovares. Editorial Mujeres. 
(2006). Lunada poética. Poesía costarricense actual. Ediciones Andrómeda.
 
(2020). La palabra provocada. Antología poética costarricense. Instituto Cultural
Iberoamericano. 
(2020). Vivencias en tiempo de pandemia. Enlaza2.
(2020) El valor de la palabra. Antología poética. Ediciones Santoamor. 
(2020), Los gritos de Medea: Violenci de género en la poesía feminista costarricense.
Antologadores: Luis Gustavo Lobo y Yordan Arroyo. Editorial Arboleda.
(2020). Antología en tiempos de COVID 2020. Antologadora Marlen Ramírez.

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