Poesía boliviana actual: Paura Rodríguez Leytón

Del agua
 
 
 No sé cuál será mi estado natural
 tal vez
 el barro.
 
 Ahora,
 cuando estamos en el mismo tren
 la misma olvidada camisa
 será camisa papel
 camisa de nada.
 
 ¿Qué puede haber tras las paredes?
 ¿Tras los rostros indecisos
 de las sombras
 de la tarde
 cargada de nombres?
 Que todo sea
 como las olas lo sembraron.
 No sé si soy yo.
 
 Palpo mis pies rozando el empedrado.
 Tuvimos que callar
 contar hasta el fin
 volver.
 
 Materia mía
 no estás en mí
 sino en el aire
 óvalo de vida
 razón sin epitafio
 baile de sombras que escriben sombras.
 Busco algo de mí
 para hilvanar esta tierra,
 digo y desdigo mi muerte,
 cada momento sospecho mi silencio.
 
 El andar de mi piel
 lleva todavía los restos de algún latido,
 de alguna hoja muerta.
 
 La sangre quiere añadirse a las horas
 al tiempo horadado por rumores
 de sombras maquilladas.
 La sangre guarda en su lecho
 un poco de flores.
 
 Y una voz
 repite nuestras voces en un eco remoto
 que no habla
 pero afirma el secreto de los días.
 No esperaré mi voz
 no confundiré mi espacio con las nubes
 por ahora,
 las palabras llegaron al punto de partida.
                                          (Del libro Ritos de viaje)




 Pez de piedra tres (fragmentos)


  Busco algo que ocultan mis manos:
 una pequeña pieza de relojería
 anterior a nuestros huesos
 que ahora sólo existe en el paladar,
 como alguna melodía,
 como voz providencial.
 
 Una luz lejana invade los retratos de mis muertos,
 me acongoja el paladar,
 me florece la triste sílaba que no alumbra mi cabello,
 me digo a mí misma estas cosas
 que no son siempre las mismas,
 y son casi siempre el agua.
 Cosas,
 con las que voy a caminar por alguna calle reciente en
 mi memoria.
                                  (Del libro Pez de piedra)
 



 6
 

 Cruje como madera seca el alma.
 Se arruga como un pañuelo.
 Pinta su rostro de otro rostro.
 Miente el alma.
 Finge una voz inexistente.
 Revienta como un volcán.
 Huye.
 



 8


 Habrá que arrancarle una locura
 a este mudo atardecer de plaza ajena:
 troncos lanzados al cielo,
 está ese mendigo loco que escribe números:
 harapos trapos desechos.
 Tus ojos pacientes,
 mi ojo pertinaz,
 la tozudez,
 el desvelo:
 tu muerte ha estado ahí,
 siempre.
 



 14
 

 Cómplice es mi boca
 que cierra la ventana con su silencio
 y enmudece la luz
 de las flores amarillas que tanto quiero.
 Pestañeo intermitentemente
 sin llegar al tren de la tarde,
 sin siquiera saber de los vagones oxidados.
 Cómplice del olvido es esta boca hermética
 que no sabe del patio sembrado de losetas y grama.
 Allí crecía pasto en la piedra y en el zinc.
 (Casa de fantasmas deshabitada).
 Letra a letra
 copiaré tu rostro,
 desdibujaré los guiños.
 Nunca atardece
 del mismo modo
 en que avanzan tus dedos hacia el interruptor.
 Un poema podría ser el mejor refugio para tus huesos,
 para tu fémur olvidado.
                                (Del libro Como monedas viejas sobre la tierra)
 



 8
 

 El cielo
 tiene un aullido
 de lobo,
 nos lame
 larga y anchamente
 con ternura de vaca.
 Nos doma
 en tarde rosada
 que casi sangra,
 vacía de silencios.
 Acontece
 entonces el tiempo:
 ralo,
 escueto,
 digamos que corroído por el uso.
 Insurrecto
 resbala entre los dedos:
 es nada.
 



 10
 

 Quizá mordiste demasiadas veces la tristeza.
 Te sangró la palabra.
 Por el ojo de la ceguera
 te manó el olvido.
 Te salvaste.
 Arropaste tus huesos.
 Puliste tu alambique.
 Con el corazón abierto,
 latiste.
                         (Del libro Pequeñas mudanzas)

Paura Rodríguez Leytón (1973), poeta y escritora boliviana. Ha publicado Del Árbol y la arcilla azul azul (Argentina, 1989); Ritos de viaje (La Paz, 2002; Caracas, 2007, ed. digital); Pez de Piedra (La Paz, 2007; Lima, 2020, ed. digital); Como monedas viejas sobre la tierra (Santa Cruz, 2012; Argentina, 2019); Deshilvanando el misterio de la hierba (Quito, 2014); Instante claro (Ciudad de México, 2018) y Antología poética (edición bilingüe, con traducción de Emilio Coco, Italia, 2020). Con Ritos de viaje obtuvo el Premio Nacional de Poesía convocado por el Gobierno Municipal de Sucre (1999).  Su poema Te atribuyo el torrente de mi sangre mereció el segundo Premio Internacional “César Vallejo” de la Casa del Poeta Peruano en Londres (2006). Poemas suyos han sido traducidos a 17 idiomas. Su libro Pequeñas mudanzas obtuvo el Accésit del Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador” en Salamanca, en 2017. En 2013, la Unión Boliviana de Clubes del Libro premió su aporte literario con una Medalla al Mérito.

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