Poesía costarricense actual: Pamela Monge

Columna por Byron Ramírez

Entre pisos

Busca salir
de su incómoda soledad,
extendiendo sus raíces por
patios,
puertas,
ventanas y
lienzos.
Cruza con la vista las calles mudas
espera verlo en la esquina, pero solo está la sombra de una caseta,
escarba en las hojas del recuerdo, eso no la salva
y se le cae la noche de las manos.

Vacío

Hay que tomar el reflejo del pelo y sacarlo. Dejar el espejo vacío.

Cuando todos duermen yo salgo a caminar por el cafetal

Sueño que mi abuela resucita,
me presta su bordón para jugar
y me llama a comer pan con aguadulce.

Me pide que le cambie los zapatos,
toma mi mano y me señala las plantas,
luego nos sentamos en el escaño y ella
empieza a leer en voz alta.

Escucho el chillido de las hamacas y es la realidad que se mece,
las rosas se deshojan contra la puerta
y frente al corredor luce un jardín destruido,
inundado por la lluvia de mi niñez.
Queda una silueta borrosa
donde mis ojos gritan su nombre.

Plaza baldía

Con timidez me acerco
No sé lo que desea

Mis cinco extremidades fuertes
simpáticas
enérgicas

Me deja tomarlo
Decidimos bailar
Impregnando nuestras huellas
Sobre la plaza baldía

Toñito

Limpia el aire de recuerdos y telas de araña;
como si las patas no volvieran a construir
y la memoria no regresara tirando piedras a la ventana.

A veces, hay que coser los pies a la cabeza
para caminar sin hundirse en las franjas del recuerdo.

Ella lo hizo bien.
Pero nunca cesa de limpiar el aire.
En las noches no duerme,
¿será que escucha piedras en la ventana?

Al comedor le sobra una silla.
Hoy cumple años, no comimos queque.
Recogimos flores, celestes, así eran sus ojos.
Ella hizo un rezo y me obligó a ir a misa.
Cuando fuimos a dejar las flores, pensé que cada gesto
era un regalo a nosotros mismos.

Sin él, soy la mayor.
Los menores llevan ventaja,
cuando tienen que pasar
el portón ya está abierto.

Un aguacero me despertó,
las tres de la madrugada.
Dicen que se fue a esa hora
con la carita tierna y más mangueras que cuerpo.

Las salas de los hospitales están llenas de esperanza.

Llenas de mentiras, telas de araña
y mangueras atascadas.

Una piedra choca contra el vidrio y pregunta:
¿dónde van los niños cuando mueren?






Pamela Monge, 1995. San Ignacio de Acosta, San José, Costa Rica. Se ha desarrollado en los ámbitos de la literatura, la gestión cultural, el diseño y la arquitectura. Cuenta con diferentes poemas, microrelatos y artículos publicados en revistas y antologías de corte nacional e internacional.

Ha participado en diversos festivales, recitales y exposiciones, entre ellos el Art City Tour, Feria Internacional del Libro de Costa Rica, Festival Nacional de Poesía de Costa Rica ,Encuentro Poético Internacional Pájaros Errantes, Biobío, Chile. Encuentro de Poesía La Espera Infinita, El Progreso, Honduras.

Es arquitecta. Forma parte del Taller Literario Joaquín Gutiérrez y la Colectiva Jícaras.

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