Transito Tienes que saber que el aire que te nutre acarrea también parásitos Gioconda Belli Como la serpiente, tengo la sangre intacta pero mi piel escamosa ya dejó mi cuerpo en su lugar, poseo un lugar cálido donde las alimañas no almuerzan mi corazón ni los zopilotes hallan eco en mis canciones. Ahora entiendo que el calor no lo da el sol lo dan las rocas refugio de aire limpio. Me aferro a mi nueva piel, pues n o v o l v e r é a l d e s p r e c i o. Los pasillos del cactus I Frente a un borde rojo que se tragaba todo el amarillo del pueblo nos conocimos: Ese día turquesa terminó con una falta de aire y mililitros de mezcal en mi sangre que me obligaron a huir en busca de agua no sabía la dicha de que me acompañaras. -¿Segura que quieres que te bese? -No me preguntes más El calendario dice que fueron pocos días, no imagino que otros versos pude leerte en el tiempo que realmente vivimos. Con los nervios congelados y otros mundos posibles nos despedimos. II Aún me preguntó qué tan inconscientes son nuestros deseos, ¿cómo terminé en el centro del cactus esperándote? No conocía los pasillos de estas plantas recorrerlos me asustaba así que bordeé sus espinas, hasta que te vi lleno de sol en el parque. Bebimos el agua entera vimos la flor aún recuerdo su olor pero nos dio miedo tocarla. -¿No nos besamos? -No, dijiste que no podías III Los pasillos internos desaparecieron ya no es solo un cactus, ahora vivimos en las cactáceas nos perseguimos la bendita espera que supone cada flor y no nos importa si es amarilla, roja o rosada. Sus ojos se tragaron todo el sol que nos quemó, lo recuerdo con un lazo naranja como su risa. Cada tanto cantamos la distancia para sentir el agua que recorre este matorral donde mi cuerpo te busca decide olvidar cada razón porque deseo tocar las teclas de tu boca encontrar melodías en tu cabeza y cantártelas al despertar. Escálame Escálame costilla por costilla sube a donde el magma cristaliza tu aliento. Escálame suelta tus árboles en el camino yo les haré crecer y al bajar me encontrarás bosque. Escálame en mi boca sostengo las rocas que adornarán tus ríos, el resguardo de nuestro hogar. Presagios de intuición Me cansé de llorar la certeza, de enterrar fotos donde la vida crecía, y me rehúso a escuchar a Mon Laferte por las mañanas. Ya no quiero detener el tiempo, dejé de preguntarle a los ayeres sobre mi hoy. Ahora me dibujo a mi misma sufro cada lágrima como el recién nacido al salir del vientre. Mantenemos este amor atascado de mangueras conectado a una máquina que nos dicta los segundos que faltan. Aún así, vamos a ir a la playa quizá el mar disimule las lágrimas y la humedad del Caribe abra las grietas que tanto tememos. Y es que acabar sin rencores, sin odio, es más difícil que desearse la muerte y finalizar la película con un drama cúspide. Cuando el hijo regalado no pega en el jardín a pesar del abono y del aporque diario, no queda más que agradecerle su paso y disponerse, para nunca ver crecer su raíz.

Valeria Morales Núñez. Nacida en San José, Costa Rica (1995). Desde niña ha encontrado en las letras un lugar seguro para desnudarse frente al espejo de su propio ser. Con el poemario Podremos ser recibió el segundo lugar del Certamen Literario Brunca 2019.
Pueden encontrar algunas de sus obras en la revista ComeLibros (Ed. 2 y 3), Revista Kametsa (Perú) y en las antologías Certamen Desierto (Editorial Fruit Salad Shaker), Y2K (Editorial Estudiantil, UCR) y Atemporal.
Fue gestora y compiladora de la antología de mujeres jóvenes Desacuerdos (2020), publicada por la Editorial Eva. Y, gracias a una Beca Creativa del Ministerio de Cultura y Juventud, gestionó el taller literario “Migraciones y escritura creativa”, dirigido a personas migrantes y refugiadas, el cual tuvo como fruto la antología Cuerpos en movimiento (2020).
Es integrante de la colectiva de escritoras Las Jícaras y participa del Taller Literario Joaquín Gutiérrez. De profesión es trabajadora social.