por Juan Carlos Martín Cobano
CON SAN JUAN DE LA CRUZ
Desperezándose en la densa negrura, en la celda impenetrable del párpado insondable, oculta en la lóbrega tiniebla, comienza a avanzar tu alma. Ofuscado por el faro espeso de tus rezos y pensamientos, cegado por las vendas de cadenas, tropezando entre velos y envoltorios de misterio tenue, azulado, intermitente, palpas muros de castros ancestrales, pisas charcos de luna titilante, hasta que fosforece el tímido centelleo del candil en el reino de la luciérnaga, los cigarros de faroles disipan haces lechosos y te adentras en la pira crepitante, el pebetero avivado, el cirio inmortal, la vibrante bujía, los braseros atizados, la lumbre danzarina, la candela arrimable. Acontece el relámpago eterno, el río dorado que no cesa. Deslumbrado y no ciego, atisbas mares de fulgor, te sumerges en éxtasis inefables, frito de dicha en el rayo cierto. Otros, sencillamente, abrimos la puerta.
EL PASADO
Un león desdentado, melena deshecha, merodea con sus rugidos tuberculosos por los patios de geranios de mi paz. Porta una mochila raída de recuerdos punzantes. Convencido del veneno de su cargamento tose reclamos de mercachifle eufórico. Desde mi mesa se oyen los requiebros, pero ya estoy sentado: el buen vino, el pan caliente, el plato en su punto de la mano y la boca del Amado tapan la estridencia de sus megáfonos cascados. Es bello y sencillo el presente. Es bello y eterno el futuro.
ALCOBA INHÓSPITA
Y al otro,
desamado sollozo de mi frente
que apenas tiene un trozo de hierba
para posar su oído
y es señor de arboledas y ciudades.
Eunice Odio
Se vació el Amado, se despojó de coronas, de mitras y altares, para conocer tan solo la zarza y el lino de la suerte ensangrentada. Cazadnos las zorras pequeñas, decía, las que amenazan la flor de nuestro vino, y yo me perdía en la sofisticación de los vallados, obseso por las alambradas de afuera. Las vulpes de papel y metal campaban mientras tanto a su antojo, con gangas de almohadas e hipotecas. Dale que dale el necio con las cercas mientras se avinagra el vino en la mesa. Un reducto mullidito, una cajita acolchada, y una jaula para el Amado, por aquello de las raposas. Dale que dale con las alimañas, negociaba corral adentro, compraba briznas de hierba a cuenta de ciudades y arboledas, mientras se avinagraba el vino en la mesa. Se vació el Amado, se despojó de coronas, de mitras y altares, para conocer tan solo la zarza y el lino de la suerte ensangrentada. Llamó a mi puerta y temblé; su voz como dedos en la ventana alumbró los bordados de mi colcha, las plumas de mi lecho y la seda del pijama. Era mi alcoba un país extraño. La peste a zorras muertas lo espantó, mientras se avinagraba el vino en la mesa.
INSPIRACIÓN
Una orquesta de estrellas grises te llama, poeta, despierta. Oboes quemados y flautas de humo reclaman, poeta, tu olfato. Bandadas de pájaros de helio se enredaron en tus mallas, ahora en tierra. Yacen a tus pies, los perros los babean. Es hora de levantarse, poeta.
QUE NO SOY POETA
Te digo que no soy poeta te lo pondría en prosa para sellarlo, pero un aluvión de aves en mi cabeza se niega a posarse en lexemas seguros. Nubes de estorninos de caos y belleza redibujan el descontrol de la dicha. Su danza febril de coros en desbandada epiléptica habla más claro que mi cartabón de letras. Ya lo sé, ya lo sabes, no soy poeta, ni siquiera sé explicar los colores que creo al nombrarlos, ni osaría pintar las notas que huelo al tocarlas. Déjame, en todo caso, cantar con las pupilas de la lengua y de los dedos un romancero invisible de verdades blancas: Tañidos de luz en las hojas del alba…
CEDAMOS LA PALABRA
Cedamos la palabra, hay un orbe de lenguas buscando oídos. Los versos del hambre se abren paso en las academias de la realidad. Los teoremas de la belleza se humillan ante el llanto de una boquita sea. Las cagarrutas de las aves del Parnaso sepultan los legajos del poeta suspirante que cerró los ojos tras soltar una monedita. Los muertos del Estrecho supuran metonimias que enmudecen a las bibliotecas. Cedamos la palabra al mensaje viviente.
DESCUBRIMIENTO
Descubres la violencia en el pecho seco de una madre en la sed de las manos cuarteadas del suelo al ver sembrar meras astillas por los surcos en campos de lava vieja. Quieres entonces que tu beso de paz sea el sudor dulce que baña tu esfuerzo y descienda cual óleo por la barba de Aarón, por el mapa de más de doce, por las faldas del azul desteñido y el calzado hiriente y sin atar. Ruegas entonces ser la lluvia temprana y tardía, ser tú el rocío, mensajero de la mañana, raspar hasta el hueso tu nada por ser leche, fundir tus huecos tesoros por ser miel. Y quieres morir (es que tienes que morir), semilla de eternidades en breve oscuridad.
DUELO
a Paula y Tim
Suéltala, oyes desde lo alto ¡pero tan cerca! Suéltala, y ceder sería arrancar galaxias de dolor de tu pecho ya esquilmado. Abrir los puños sería partir el átomo en dos de un bocado. Suéltala, ya no lo oyes, lo sabes. Parirás en canal, del vientre al cuello, de hombros a muñecas, de ingle a talón el mudo alarido de la lágrima seca, la boca desencajada del último “por favor”. La soltarás y verás que siempre supiste que no era tuya, que nada es nuestro, que ahora todo encaja en su lugar. La soltaste y un universo espejo llena el agujero negro de la entrega.
SHJOL*
Buscaremos la palabra traduciremos shjol removeremos Alejandría Inventaremos la palabra La destilaremos La forjaremos en fraguas de lava salada Y obtendremos una perla mínima, píldora ridícula, un placebo indigno, será tan inmensa su inutilidad como tu dolor
*Shjol es una palabra hebrea, la única que conozco que sirve para expresar el duelo de unos padres por la pérdida de un hijo. Así como un hijo sin padre es huérfano y un cónyuge sin el otro es viudo, un padre o una madre sin su hijo no tienen cómo expresar su estado. ¿Serviría esta palabra?
DERRIBADO O NO
Que cuando me parezca que he caído,
porque me han derribado,
sólo esté arrodillándome en mi centro.
Letanía del ciego que ve, A. Colinas
La ilusión infantil de las rodillas desolladas, el orgullo heroico del brazo en cabestrillo, los panegíricos en la escayola, las cicatrices testamentarias, las postillas caducas que el otoño adolescente hará volar en zigzag; todos los restos de tu caída, señales de tu niñez equis equis ele confabuladas para anclarte en la gravilla del parque, pesan como siete mundos deseados. Levantarse es asunto de cuentos de titanes, madurar te suena a caer podrido, crecer implicaría ya no caber en los brazos de mamá autocompasión. Queda, pues, enroscarse en el lodoso ovillo de la derrota, en la búsqueda irremediable del centro. Queda la postración implacable, la humildad sin más disfraces. Queda el haberse conocido.

Juan Carlos Martín Cobano (Carmona, España, 1967), es poeta, filólogo, editor, librero y traductor de origen andaluz, aunque formado en Barcelona. Tiene publicados el poemario Tiempo de cruzar el umbral (2020) y el libro de ensayos Poesía como oficio sacro y otros escritos (2021) Ha impartido talleres y dictado conferencias en distintos países con la Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos (ALEC), es asiduo del encuentro Los Poetas y Dios (Toral de los Guzmanes, León), del Encuentro Cristiano de Literatura (Salamanca) y del Encuentro de Poetas Iberoamericanos de Salamanca (en cinco ediciones). También ha sido invitado especial de las dos ediciones del Encuentro de Música y Poesía Luso-Hispano-Americano, ROIZ, celebrados en la ciudad portuguesa de Castelo Branco en 2019 y 2021. Hasta enero de 2018 fue secretario general de ADECE y, en la actualidad, es secretario general de TIBERÍADES, Red Iberoamericana de Poetas y Críticos Literarios Cristianos. También, desde 2021, es secretario del Encuentro de Poetas Iberoamericanos – Salamanca. Poemas y textos suyos se encuentran publicados en las antologías Los frutos del árbol (2015), Explicación de la derrota (2017), Por ocho centurias (2018), Eunice, cien veces cien (2019), Llama de Amor Viva (2019), Regreso a Salamanca (2020), Mundo Aquí (2020) y El ciego que ve (2021), además de revistas como Taller Igitur (México), Nagari, Nueva York Poetry Review (EE.UU.) y Crear en Salamanca (España).