Resurrecciones ¿Has besado el amanecer de un cadáver de ayer? Crepita desde el lastre de su ataúd arañado un regocijo de cementerio olvidado Los huesos se limpian el recuerdo de puñales putrefactos, la experiencia de ayeres agonizantes lleva un amasijo de lágrimas disecadas, la memoria va en ellas sin memoria moriría la resurrección Protesta en los velorios permanentes lee los sarcófagos con órganos cálidos engañados de hielo, las resurrecciones de sus latidos asesinan cualquier sospechoso muerto Defiende con guerras su bandera alada de vida y mataría convencido con la resurrección apuñada en las águilas del canto de todas las sangres que aún aguardan sus resurrecciones. Historia Escribo condenada desde la salvación de una hiedra que trepa desde mis huellas hasta el pensamiento clavando sin mesura ojos interminables, mi alma rasgada recoge los pedazos y con cada uno parcha inocencias convalecientes a su lado, mirar desploma lluvias de alaridos invisibles en el sótano de la garganta, mi cuerpo de ojos escarba furioso los funerales de la vida, el oxígeno se desmorona entre mis manos, transito y me declaran culpable de delitos, es ilícito transitar viva con heridas de muerte en la existencia, me encierran pero sus celdas son ciegas, me fugo en un instante y me declaran fugitiva con la vida en un hilo de piedra. Duelos de una sonrisa Si conocieran los argumentos detrás de la sonrisa sonarían tambores para calmar el estruendo de un cáliz de asesinatos que ahoga la penumbra de un corazón que lleva duelos de funerales de justicias pendientes. Rescatarían escuelas vacías que ayunan por decreto pidiendo la resignación de un poema herido en la yugular de unas niñas. Rescatarían la proeza humana hipnotizada por titiriteros de pantallas estúpidas Buscarían serruchos gigantes y acabarían con los barrotes de supermercados, con los candados de la maquila del barrio sin aire, con los barrotes de residenciales vacías; serrucharían entre la euforia las cárceles clavadas en el reloj de obreros sin días. Arrodillarían los festejos delante de camposantos de niños con brazos de poesía arrancados. Beberían de la conciencia del corredor de la muerte de pobres inocentes y ganarían la relevancia de la vida. Cortarían las hipocresías de lamentos sentados bajo la chimenea que tan sólo mira el hielo de esqueletos vecinos. Escucharían la memoria de las calles acarreando el duelo de su gente en carretas de vísceras humanas llevadas por carniceros malditos. Sospecharían que jamás se sonríe despierto sin cargar el río detrás de cada grito y que la esperanza son pasos sobre rocas con cuerpos de erizos, que imaginan al llegar a la punta de cada colina el final de guerras de hambre. Darían respiración sueño a sueño palabra a palabra indignación a sueño darían respiración sueño a despertar despertar a raíces raíces a amores darían respiración amores a mundo mundo a semilla y detrás de la sonrisa moriría el duelo y por fin nacería la paz de todas las sonrisas que inhalan libertad de crepúsculos de ternuras.

Indira Ríos, nació en Honduras. Algunas de las revistas digitales e impresas donde han sido publicadas sus letras son de México, Argentina, Francia, Colombia y España. Ha participado en varios festivales internacionales de poesía; así como en antologías en México; España, Argentina y Colombia. Algunos de sus textos han sido traducidos, a inglés, esloveno e italiano. Es luchadora social y educadora, estudió una licenciatura en Pedagogía y Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, una maestría en la Universidad La Salle de Nicaragua y actualmente es estudiante del Doctorado en Estudios de Migración en Tijuana, México.