Las mujeres que soy y otros poemas de Manuela Vidal Vallinas

por Manuela Vidal Vallinas


LAS MUJERES QUE SOY
Encalan corredores de cordura
Y enhebran voluntades

Tienden sobre  praderas  canciones  y  refranes frescos
Y mondan, como patatas, tardes de verano y  siestas
Mientras arropan las calles jugando a las cartas
Y la suerte les huele a naftalina y a jabón “la bella aurora”

Las mujeres que soy
Guardan la fuerza del agua en sus vientres
Hacen crecer la lana
Abonan rosales  y  lunas
Levantan calmas
Y por los albañales
ven escapar las nubes de tormenta


Miran de frente  al lobo
Las mujeres que soy
Si es que el lobo las mira

Las mujeres que soy
Alumbran hijos
Que reparten por geografías de hule   sobre  camillas
Y que nombran completo  cuando  se enfadan



Las mujeres que soy 
Hablan consigo mismas
Mientras cuecen hogazas más grandes que sus días
y rezan más dudas que rosarios

Celebran la vida en forma de “cuelgas”
Las mujeres que soy
Y luciendo arracadas de color en sus orejas
Llenan de baile las plazas 
Recogen azucenas
Filan besos  y  amores 
Encienden la lumbre con sus cuentos
Ordenan el futuro en basales de cal
Revuelven artesas de carne colorada
Y miden
las mujeres que soy
En heminas de humo
El peso de las casas que sostienen

Las mujeres que soy
Las mujeres que fui
Las que he de ser
Clarean mis sombras
Y hoy, aquí, me están nombrando.

UN CABALLO DE NIEVA GALOPA LA CALLE

Eres tú, Mujer.

La ciudad, dormida, calla. Rastro de polvo y ciprés por los asfaltos de lana. Cerros 
preñados de sombra y de violeta parda. En las alcobas, el absurdo, de envenenados 
silencios se amamanta. Acerada vertedera hambrienta de carne blanda, rasga raíces y 
entrañas, como si nada pasara, como si el hedor no entrara, gustando de vecindad, a 
través de las ventanas, de los cercos de las puertas, por los nudos de la lana. 
Domesticadas pupilas permanecen degustando hiel de enquistada rama, a sorbos, la 
sinrazón, sin levantar la mirada.

Un galopar de caballo desboca la nieve blanda.

No hay telón que encubra tanto, ni el letargo del rebaño, ni mansedumbre barata, 
cómoda frente al espejo de esta barbarie de nácar.
Las cloacas son ahora simiente de azucena blanca.
Y en píe tú, Mujer, las sangres, las espadas, el cuenco amortajado de las manos,
la cárcava de huesos y colchones.
Y en píe, tú, Mujer, sin aguardar a que vengan, a que despierten, cubriendo tú de 
tormenta las vaguadas, arrastrar de grito y de perros, de llanto mutilado y de 
herrumbre en la balanza.
Por los cerros de violeta y sombra, volverá jadeando el alba, blandirá razones frescas 
frente a tantas pobres almas.

Y el caballo desbocado con su galopar de nieve anegará las almohadas.



Qué galopar de caballo.
Qué duelo de nieve clara rodando en gris asfalto enredo de fría lana
En píe vástagos de polvo, nubes repletas de ansía, formando voluntades férreas de no 
pararse ante nada.

Para las bocas sin cielo han de traer la palabra, han de volver, poco a poco, el eco, la 
risa, el beso, la luz, la alondra, la canción, la cama.
Han de volver como huye ceniza ya la soga enamorada.

Un caballo de nieve viene con un galopar de plata

Eres tú, Mujer.
Y en las esquinas, azucenas blancas.

LA CASA

De solidez extrema
luce unos muros de agua
y unas ventanas desnudas y grandes

las risas de las niñas trazan raíles de plata
y el sol saca del pozo
el color del rosal distraído

luego   la parra nombra la calle
el verde del huerto
los manzanos   los ciruelos   y   hasta el peral
otorgando sobre el murete de piedra
la esquela crujiente de los negrillos
mientras un viento   torpe   tropieza
las maderas de un corredor que   aún
no hay

De solidez extrema 
la recorro descalza y dejo
para un mañana que tiembla
el colocar las alfombras que posa la noche
junto al vacío de sus vasos de leche

Como una vieja cafetera vencida de fuegos
el silencio alerta de que se duelen las arañas
y se alejan
de   que   se marchan enveredando telas y lamentos

No hay chimenea.
Aún.

a mamá

He amputado el poema
Al escribirlo
Llora como llora la parra su pérdida
Con la poda

No hay más.

Solo la M de Mamá.
Y  Marzo.

XANTEN – LA BAÑEZA

Isla  de  Bemmel
le pesa mucho el gris al cielo
avanza  lento
sobre los tejados negros
y ordenados
y estrechos
con secretos y rutinas a dos aguas
discretos silencios en los visillos breves
ávidos  de luz y  días 

No sé qué hay detrás de las ventanas
la intimidad crece en las macetas de las puertas
con el verde de los arces
por los campos de maíz
el  Rhin fluye quieto, a mi lado,
ajeno a mí
mientras una voz  nombra la ruta trazada.
Colonia.
Llueve.

Llueve.
La Bañeza  está vacía  a las cuatro de la tarde
“Noche y Día”
rebecos    linces en la televisión, de fondo
madre e hija hacen juntas los deberes
ecosistemas     animales herbívoros



Tomo un café.
De vez en cuando, un chasquido de neumático sobre el asfalto
y quietud
detenido el tiempo, ajeno a mí
continúo esperando.
Ha llegado el frío.

    Ráfagas de viento de más de 100 km por hora  / el desnudo  es  esta intemperie de frío / 28º 38´07´´ N / se eriza la tierra con solo nombrarla /    de ellas ignoro su nombre /  Chiuahua tiñe a diario el cobalto de un hediondo olor que alerta al coyote y al puma / me pregunto si sabrá de esto el sol /  ha de darle hoy cuenta mi voz /  esos viejos cantos rodados del río han de  hablarle frente a frente/  en ellos apoyo mi rostro para escuchar sus pasos y  en proclama  los versos sacan del agua  lo que desconozco/ el color de pelo de la madre/ la risa de la hermana/ el canto de la hija que trenzó a su misma  luz/ la foto en el perfil de Wahtsapp con su amiga preferida / pero también el miedo de sus ojos / las rachas de arena que las desaparece y le borra la muerte / Feminicidios / crece el zacate  y el sol  divide  la sombra de lo que digo / lo desviste sin pudor del ropaje de luz / ojalá  supiera  devolvérsela este poema / el frio es ahora esta intemperie desnuda / 106º05´20´´ O/  Ráfagas de viento de más de  100km  por  hora.

( Coordenadas )


Hoy se andan doliendo de agua mis ojos
como el sendero se duele de la vecindad de las amapolas
es albufera  de  silencio hoy el grito que callé
y el daño sufrido es
monte escarpado
mañana de polvo
o Filo de navaja
como cada mañana en la que los mercaderes madrugan para vocear quebrantos 
y duelos a  mitad de precio, de entre su mercancía,
me nombro
hoy que se andan doliendo de cristal mis labios
que no besan
que permanecen asustados   temerosos  palidecidos
a modo de cartel de un cine antes de  su derrumbe
última sesión
hoy
hoy que los espectadores andan huidos
y las butacas tosen  la tierra de estas ruinas que soy
me aferro a la cuerda  que arrastran sus bocas.
Me levanto. 

Locura es ser en lo que debo ser,
abrir cielos en sangres condenadas
abrir luz …
Antonio  Colinas.  Muerte de Armonía.

Locura es ser en lo que debo ser, 

de dónde ha de volver la palabra
por qué torrenteras umbrosas
descenderá sangre entonces
hasta volvernos semilla  sueño
sombra y luz
lo que somos
yo no sé quién soy en el poema
y tal vez esto  debiera borrarlo
o deba 
¡oh, locura!
permanecer siendo en él lo que debo ser
Palabra 
río  intemperie fuego  olivo   barro
nada es y rebosan  brizna sedimento  las manos

de qué deriva de agua  ha de llegar la palabra
misma e ilesa
como si de abrevar musgo canción  monte regresara
con la humildad intacta
otra y nueva
qué cielo usurpado trae
ahora que todo el silencio de la tarde es para la abeja
qué valle
amorando  de verde los prados
los pequeños huertos en su gloria estival
las eras 
donde duermevela aún el oro primero
sol y  mies 
expuestos tendidos
abriendo cielos de sangres condenadas
abriendo luz en la noche del dolor

Manuela Vidal Vallinas (Quintana del Marco, 1967.  León, España)  Poeta, escritora, divulgadora cultural. Estudió filosofía y letras  en la Universidad de Valladolid en la especialidad de filología alemana. Ha colaborado con el suplemento cultural El filandón de Diario de León, dirigido y presentado “Qué lees, qué escribes”, programa literario, en Onda Cero Radio.  Promotora  y participante activa de un gran número de eventos de divulgación de la cultura.  Junto a otras cinco poetas, compone el colectivo poético “En Boca de Mujer” a través del cual, entre otras actividades, acercan la poesía a los centros escolares.  Autora de relatos como “El Trapero” o “Cuando la hierba se tupe a los lados”. Su poesía forma parte de poemarios colectivos como Versos a Oliegos, Junto al Agua (Poesía a Orillas del Órbigo), Homenaje a Concha Espina, Homenaje a Josefina Aldecoa, El ciego que ve (Homenaje a Antonio Colinas) Por ocho centurias (Homenaje a Torres Villarroel y a la Universidad de Salamanca) o La palabra en la noche (poemas alegóricos de la Navidad). Fotografía: La nUeva Crónica. NEMONIO.

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