Poesía hondureña actual: Marco Antonio Madrid

Selección por María Macaya

Poema del mar en el sur de las aguas.

I

Aquí desemboca la noche.

Estrellas como barcas

Atadas a las aguas nocturnas.

Respira aún el tiempo

Sobre el húmedo mangle.

¿Qué fragmento del ciclo total

Es este instante?

¡Todo es silencio!

Del árbol de gualiqueme

Nace un río que luego

Se pierde en el golfo.

II

Ir,

  Venir,

            Llegar.

Ese viaje nómada del canto

Entre el sueño y la vigilia.

La ola restalla en la palabra,

Extrae soles, hermosas lunas,

Naves con gavias de luz anochecida.

Y así como abril abre caminos nuevos

En la hoja, la palabra de acerada proa

Abre renovados surcos en el agua.

Duermevela para nombrar el ave

Y buscar el canto de su vuelo en un cielo

Que cabe en otro cielo.

Estar,

        Esperar,

                     Luchar

Contra el aquilón y las afiladas rocas.

Velar las armas

Hasta que tu silencio

Hable por mi silencio.

¡Leve arcilla, dulce viento!

Mutaciones

Hasta el duro cielo de estas rocas

Ha llegado el mar.

En el, recuerda el agua

Su antigua germinación de sombra,

El paso del ánade y la huella

Acaso feliz de algún hombre,

La otra margen donde las edades del sol

Se confunden con las hojas que caen

De la lluvia.

Cenizas, nostalgia… hojas manchadas

De luz que el viento aún esparce

En algún lugar de la memoria.

Hasta el duro cielo de estas rocas

Ha llegado el mar.

Bajo su oleaje, la palabra

En los labios, descansa.

La rosa de Paracelso. 

                                                       A  Jorge Luis Borges

                                                                           Apocalipsis 2:17

Recordó la flor que antes de ser ceniza fue color,

Espiga en aroma,

Espiral al viento. Recordó la brizna de luz

En la hoja que cae del tiempo, la sombra

En el vuelo errante del ave y el canto feliz

Del astro, pensó la flor en la piedra y en la espina,

Recordó el dolor y recordó el camino.

¡Suplicó volver!, mas el ojo del escéptico no advirtió

El prodigio,

El maestro pronunció la palabra oculta…..

¡Intacta resucitó la rosa y otra era la flor

Que a la vez era la misma, así como la piedra

Era la piedra y al mismo tiempo era el camino.

Las uvas de Zeuxis

                                                         No serás el racimo de frutas

                                                          Que vanamente se disputen

                                                         Los pájaros que se llamen olvido.

Ives Bonnefoy

Han vuelto las aves

a devorar con fruición,

bajo la sombra de la vid,

las uvas frescas que el artista

ha pintado.

Habría que dibujar un hombre

con el ceño adusto o un niño

gritando o pintar un cielo

menos claro o un mar borrascoso

que las espante.

Algunas alzan el vuelo

del retorno, llevando

entre pico y garra rastros del banquete,

van a alimentar a sus crías en un rincón

boscoso del ponto Egeo.

La sombra del mar golpea la orilla

lejana. Una a una

vuelan por sobre las aguas.

Las guía el aroma destellante de la fruta

y el color que va

del verde tierno al violeta ya maduro.

Ya acechan desde el cielo

más cercano. Esperan del pincel

la próxima cosecha.

Más allá de las furias

En vano será el afán

De buscar otros nombres. De una vez para siempre

Es Orfeo quien canta. Viene y se va.

(Reiner María Rilke)

Habrás llegado tú, tierna Euridice,

Limpia ya de toda sombra.

Habrás llegado a palpar las llagas del vencido.

En las frías alamedas, mi cabeza

Es tan sólo la lejana contemplación de algún astro.

Me defiendo de la noche

Tratando de esquivar la marea de esas hojas

Que el viento arrastra hasta mis ojos;

El agua estallando en la osamenta del mundo

Es tan frágil en mis huesos.

La lluvia cae, y mi mano

Roza la piel de algún camino.

Nada soy entre infectadas amapolas,

Sobre esta corriente humana

Que se hunde en el tedio de la urbe.

Entre el asfalto y la vendimia,

Sobre la crueldad del fiero mármol,

No escucharé, el dulce canto de la lira.

El fuego lunar de las Ménades ha gastado estos muros.

Devastados los imperios,

Muero en el sueño de esa boca núbil

Que ardorosa remonta la corriente

Y me llama y me sueña.

El amor une en ti mis pedazos, tierna Eurídice,

Limpia ya de toda sombra.


Marco Antonio Madrid es licenciado en Letras con especialidad en Literatura por la UNAH. Se ha desempeñado como profesor de Filosofía y Letras en distintas universidades de Honduras. Sin embargo, su labor docente la ha desarrollado principalmente en el Departamento de Letras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula (UNAH-VS) impartiendo la clase de semiótica y literatura. Poemas suyos han aparecido en diarios hondureños y en algunas revistas literarias extranjeras y ha participado en antologías centroamericanas e   hispanoamericanas. Es director y fundador del Magazín Literario El barco ebrio. Ha publicado los libros de poesía La blanca hierba de la noche (2000)  La secreta voz de las aguas (2010) Palabras de acerada proa (2018).

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