Estos poemas son parte de su poemario ¨Las Cortezas
Cerebrales¨.
Maldad
Las bestias que llevo adentro ya se mezclaron conmigo: raíces de un árbol centenario,
gritos ahogados en mi casa de sustos, pasillos tenebrosos donde ni yo quiero caminar,
eso son −así son−. Las dejo quitarme gota a gota la sangre y estoy segura de que no
se cansarán hasta volverme un monstruo, quizá siempre lo he sido.
Síndrome de Ghosting
Todos de alguna forma tenemos el síndrome de Ghosting. Huimos, hacemos del papel
fantasmagórico algo tan común que se nos olvida que estamos vivos. Vos huiste de mí,
de repente: no existías, no escribías, no besabas, no respirabas. Cualquier excusa es
buena para borrarme como un garabato mal hecho del cual te sentís avergonzado.
Imagino tus psicofonías como trozos de vidrio que pasan entre la carne. Y por último, lo
único que queda es jugar con el teléfono mientras intentás hablarme desde la silla de al
lado.
Literatura de supermercado
El amor hay que traerlo como a una herida llena de sal o una roncha a punto de
estallar. Anda lleno de curvas porque las líneas rectas no las soporta por mucho
tiempo. Se ahoga fácilmente en la cúspide del pezón y cae en mi ombligo. Hay que
verlo como el primer orgasmo donde se siente un renacer de algo desconocido, luego,
ser adicto es la única salida. –Es ser esclavo más bien–. Colgarlo del llavero habitual
para tener la fe de hallarlo frente a la parada de taxis. Dibujarlo en una banca de su
color para reconocerlo antes y que nadie te lo robe. Al amor hay que soñarlo y meterlo
por todos lados, porque es mejor unírsele que dejarlo al factor sorpresa.
I
Usted y la neblina son
de esas cosas que emborrachan
y uno no hace por donde parar.
He pensado inyectarme su neblina
y pintarme de gris,
quizá comprar una libra de frío e inhalarlo todo.
Buscarme una noche congelada
en alguna montaña suya,
para que mis pies sean azules como el hielo,
caminando en césped muerto.
Como un limbo que me engaña
porque me hace creer que si me pierdo
usted y su agua fría
son mejores que el Sol.
II
Su neblina era perpetua.
Decidió dejar pasar la luz,
solo eso bastó para ahogarme
y matar a golpes el témpano,
hielo color sangre
que reavivó otra vez.
¿Puedo retirar mis pies azules?
Los quiero quitar del medio,
usted no se merece los copos aguja
que crecen en el zacate desangrado.
Me llevo cada letra muerta,
total lo estoy,
y sus venas azules
sirven para ahorcarse,
más efectivas que una hebra
de mi pelo.
Déjeme caminar
adentrarme en el volcán,
quemarme en su plástico,
tal vez así se me quiten sus espinas.
Sus espinas son perpetuas,
eso de la inmortalidad.
es asunto suyo.

Johanna Picado Vargas, Cartago, Costa Rica, 1989
Escritora costarricense, publicista, máster en Comunicación Corporativa y Marketing Digital. Participó en el taller de poesía Tráfico de Influencias en 2013 del Ministerio de Cultura de Costa Rica. En 2019 publicó su primer poemario ¨Las Cortezas Cerebrales¨ con la editorial independiente Ediciones Perro Azul, que fue presentado durante la Feria Internacional del Libro de Costa Rica ese mismo año. Su trabajo se ha incluido en diferentes publicaciones como ensayos y revistas. Actualmente estudia canto lírico y trabaja en comunicación digital en su país.