Gestión por María Macaya
MECÁNICA DEL TIEMPO
El tiempo cae de pie. Su consigna
es un aplauso, una burbuja que estalla.
Persiste en su hallazgo;
río de arena por donde atraviesa el mundo.
Sus agujas son brazos cruzados,
un vértice entre lo insatisfecho
y el segundo dictado por la resignación.
Los primeros relojeros se quebraron frente al jet lag;
nuestros ancestros inventaron el hipo
lejos del sol
y su mirada pálida al otro lado de la nieve.
Al igual que el mar, vigila su partitura. Es el tiempo y cae de pie como la lluvia.
LOS BUSCADORES
Dejamos la ciudad, sus leyes y semáforos;
unimos nuestro espíritu a la columna vertebral.
Sentir es un pacto ligado a la respiración.
Sentir es llenar de pájaros el cuerpo.
Dejamos a un lado números y agendas.
Palpamos un río.
Es el poder de la montaña.
Vivir otras vidas, perder los pasos.
Solo hay un sendero: el fondo de uno mismo.
Buscar es un oficio milenario.
Buscar el fuego, el aire, el agua.
Un propósito de tierra en el camino que abre el sol.
Buscar como quien sana,
y el fuego dirá las palabras hacia dentro.
Ver es la respuesta,
el origen de la música,
la piel de un grillo,
el viento en cada hoja,
las manos, la sed, el agua, el árbol;
la sonrisa de un buscador
cuando ha encontrado su visión.
La paz es la primera piedra,
la primera habitante del planeta.
Ayunamos y entregamos la palabra.
En esta paz la búsqueda despierta.
PRIMERA NOCHE
Hay una certeza: son las cinco de la tarde
y voy a ser un árbol.
Estoy sembrado en el terreno baldío
que se entregó a mi espíritu.
Lo cruzo de lado a lado,
sin más preámbulo que mi perplejidad.
Es tiempo de dormir para los animales del día.
Se estiran los animales nocturnos.
Desvelo luminoso,
no distingo entre la sed o el insomnio.
La noche es una ballena que descansa.
Las estrellas, su escolta.
El aire custodia la luna, hermosa,
al otro lado de este musgo cósmico.
Sobrevivo a mi cansancio.
La montaña toma sorbos de tiempo.
Abro los ojos y esta es la oscuridad.
La red de lo que veo
vuelve vacía en cada intento.
PUERTA DEL ESTE
Aparece la esquina donde nace el tiempo.
Es la Puerta del Este.
Mis ojos conectan con el Astro Mayor.
Vuelvo a la meditación.
Habla el hambre.
Los pensamientos del hambre.
Agito la voracidad para borrarla.
Cambio su voltaje.
Se desvanece. Gana la sed.
Los sueños entran por el sueño
y mueren en la realidad.
Los veo pasar como ventanas de tren.
Subo al viento y evade su peso.
Es un mareo:
se alteran los colores que respiro.
Los sueños se empapan
y vuelven con los labios resecos.
Ahora entiendo a nuestros ancestros:
nada es más humano que invocar la lluvia.
ESCUELA
Abuelo es el árbol al que me sembraron
para encontrarme en la montaña.
El primer día no supe hablar con él;
la noche fue larga como un cincel
que no estaba en mis manos.
El segundo día dormí al pie de su respiración
y la noche se acostó a mi lado.
Al tercer día siguió el martilleo de la sed.
Me levanté y abracé su corteza.
Con la mirada le pedí que lloviera.
El bosque nuboso habló al cuarto día:
“La noche es de los grillos y la mañana es de los pájaros”.
Volví un año después.
Reconocí en sus raíces el golpe de un relámpago.
La otra mitad, al caer, atravesó mi montaña.

Dennis Ávila (Honduras, 1981). Una selección de sus primeros libros de poesía se reúne en la antología Geometría elemental (2014). En el año 2016, Ediciones Perro Azul (Costa Rica) publicó La infancia es una película de culto, reeditado en El Salvador, Puerto Rico y España. En el año 2017, Amargord Ediciones publicó Ropa Americana, reeditado en México y Jordania. En el año 2019, publicó Historia de la sed (Amargord Ediciones). Su libro, Los excesos milenarios, obtuvo el Premio Internacional de Poesía «Pilar Fernández Labrador» (España, 2020). La Colección Primavera Poética publicó su antología Escuela de pájaros (Perú, 2020).