Abre la noche su vigilia de reptil llega puntual a la hora del dolor clava la languidez en el centro del estómago usa tres días dura más lo que crece con inclemencia dentro, dicen
miro hacia arriba para que el descanso llegue abrigo a la duda enroscada en la comba del vientre debajo de las colchas no preciso ver qué restos de mí se decide a recoger esta vez
la cura puede ser también veneno yo lo sé
tengo entre los dedos cada día más cabellos que contar
si descubro en el espejo una nueva marca sé que el borde no es cicatriz
nadie tiene la culpa, todos dicen sin embargo cargamos la posibilidad como la sutura de las respuestas puntadas sin hilo que nadie se atreve a dar.
*
Atamos la viña cuando es tiempo de poda así hago nudos con los cordones de trapo en mi corazón las malezas crecen al costado de la finca y solo queda esperar la sequía para ver cómo mueren incendiadas en esa tenacidad
me acerco a ver la profundidad de la acequia he visto otros surcos antes y no he temido caer ¿por qué parece tan eterna esta tarde, entonces? si tomo la mano de la paciencia y puedo caminar sin ver encandilada por un último sol
dicen que la sangre reacciona por igual ante el tacto del miedo o de la ternura yo veo cómo la brisa mueve esas florcitas amarillas dentro de los cuarteles
vos ves en ese paisaje el grito de lo que lucha por permanecer y guardás el instante como una luz que titila en el miedo picando con su punta los párpados.
*
Tiene espinas la forma del abandono y es difícil acercarse a embellecer su sombra la aguja penetra y el retorno de la sangre indica que estamos haciendo las cosas bien hundo en ella por última vez el llanto o lo que queda de vanidad hinca los colmillos en la pobreza de mi labio y su lastimadura ese lugar donde elijo grabar para siempre una cicatriz
un insecto se posa sobre la herida brilla encandilada la mañana que corta con el acero sus alas allá lejos parece que ruge el mar pero no escucho esa caracola en el oído es engaño
raspo mis escamas con el cuchillo que afilado desnuda mi oración hasta golpear el pecho debajo de la ducha acomodo la cabeza los restos de ese río que mana de la boca he visto con otra tormenta el peligro esa misma costa y su erosión.
Marinés Scelta nació en Mendoza, Argentina, en 1984. Es profesora de Lengua y Literatura, diplomada en Escritura Creativa por la UNTREF y tallerista en “La raíz en la roca”. Forma parte del colectivo literario y feminista “Write like a girl”, cuyo objetivo es investigar y difundir la literatura hecha por mujeres y disidencias, y la creación colectiva. Publicó Saber lo que se pierde (Peces de Ciudad, Buenos Aires, 2016) y Otros territorios posibles (elandamio ediciones, San Juan, 2021). Formó parte de diversas antologías como Antología de la Poesía Argentina Actual (Sanlope editorial, Las Tunas, Cuba, 2022). Fue Mención de Honor en el Premio Internacional de Poesía «Ana María Iza», organizado por el Encuentro Internacional de Poetas Paralelo Cero (Ecuador). Publicó Así ha de ser la ausencia (El ángel editor, Quito, 2023). Participa, además, en el programa radial Restos Diurnos (Radio UTN Córdoba) con la columna “Los ritos”, sobre poesía contemporánea.
El peso con el que lloran los naranjos
cuando sienten muy cerca
los días de junio.
Entregan su fruto y se resisten
al polvo que vino en primavera;
lo hacen con el pesar de temporada,
como aguantan el paso de los días
todos los inocentes.
II
Era de justicia
ver el mundo más allá de la escapada,
de aquella escapada lejana y marchita
con su nuevo despertar hacia la nieve.
Y era de justicia
ver el cuerpo de un gigante entre montañas
para unos ojos entregados a la vida
como se entrega el vivo al sueño,
como se entrega el sueño al viento de Morfeo.
DESDE LA PAZ Y LA MUERTE
Y tú presumes del silencio de los Cárpatos,
de haber cambiado el verano por invierno
a las puertas del castillo de Bran.
Europa se te abre entre las manos;
bien podrías tomar su cielo en esta copa
y degustar, tímida, la tarde en la toscana;
bien podrías asaltar viejas murallas,
sus defensas ya vencidas,
sus hombres muertos hace tiempo.
Quizá hoy vengas a cargar contra molinos.
Quizá Arlés pueda salvarse todavía.
Quizá tu risa atrapada en esta imagen
sea polvo llevado por el viento.
Háblame sobre la muerte en el mar Negro.
Dime cómo zarpan los buques y los hombres.
Cuéntame que el fuego ha llegado a tus manos.
Y confiesa,
confiesa que te amaron soldados y palabras de fortuna,
confiesa que viste morir a los rebeldes
y no sentiste nada.
Confiesa el vacío que hay entre fronteras
y en tu pecho tan frío como la noche del Sáhara.
III
Vuelves con el viento de noviembre
a llevarte mis palabras
hacia tu boca desnuda y sin mis labios.
Vuelves con la brisa y la sospecha.
Y yo quiero que te marches
para soltar el duelo de tu forma.
Pero todavía guardo una plegaria
que me lleve a la rabia de tus pasos,
a llenar el hueco abierto por la noche y tu cuerpo.
Víctor García Bernad (Zaragoza, España, 1998) es graduado en Historia por la Universidad de Zaragoza, con poemas y textos publicados en las revistas Dosis Kafkiana, Letralia, Poesía Completa y Rolde: Revista de cultura aragonesa. Fue premiado en el 7º Certamen de poesía joven de la revista Ágora. Ha participado en las antologías poéticas El día que todo esto acabe, editada por S‑Mal Poesía (2020), y Nuevas Voces de la Poesía Zaragozana 2023, editada por la Asociación Cultural Noches de Poemia.
Si alzo la mirada
más allá del límite del deseo,
caen los ojos rodando,
y no solamente duele el frío.
Su piel es tan blanca
que tus pasos podrían por fin
dejar huella.
Un niño me devuelve la mirada
y caen gaviotas desde el cielo.
Su pelo es tan suave...
Las preguntas se enredan en el mío.
II
Quise creer
en el titular de una noticia
y la vida me llevó por delante.
Sé que has pensado en ella,
lo dijeron nuestras plantas.
Observas distraído una flor
ya descansada,
tiene unos pliegues curiosos.
Dentro se esconde un bicho
o algún silencio,
sus hojas la delatan.
III
Querría ser aire, de vez en cuando,
y no engancharme en las ramas cada tarde
por no ver quién recorre mi espalda.
Conozco la mentira
de amar con los ojos vendados
e inicio las preguntas
¿no ves que caigo?
El tiempo me entretiene
una y otra vez entre sus manos.
Envejecí yo antes por guardarlo.
IV
Absurdamente enferma
entre cavilaciones del cielo.
Nunca quise ser un animal
sangrando sus respuestas.
Unos ojos que no saben
esconder el daño
también la prefieren a ella.
Olvidaste los últimos tomates
y yo lloré una bandera,
la simbología de un poeta,
ahora, entre el huerto de nuestra casa,
temo el río de mi cuerpo.
Ainhoa Trueba nace en Madrid (España) el 25 de marzo de 2002. Empieza a escribir poesía en el instituto, donde gana premios que este realiza, por lo que se anima y en 2022 crea su primer poemario, que queda finalista en el premio de poesía Valparaíso. Colabora con el proyecto innova de poesía de la Universidad Complutense de Madrid, así como publica en la revista Ala Este, de este mismo proyecto. Estudia Física, aspecto que le sirve para dotar de sus poemas de una perspectiva diferente, así como asiste a las asignaturas y coloquios de Creatividad lírica.
Era el mes de tu cumpleaños
te hice tres regalos
justo en frente de la cascada
te regalé tu libro favorito.
Por eso no puse" te amo"
porque necesitaba
cobrar fuerza de a poco.
Puse “con amor” y firmé.
Hoy estará en tu biblioteca
y se lo prestarás
como a mi me prestaste
un libro que te regaló tu ex.
Quizás se pondrá celosa
pero ojalá no tanto
ojalá adivine
que fue escrito con dolor
durante la caída.
Tres regalos
y para mi cumpleaños
vos a penas intentaste uno
tan absurdo que lo rechacé
-no quiero cuidarme la cabeza con un casco-
al poco tiempo, pasado tu cumpleaños y el mío
nos estrellamos.
Vos llevabas puesto el casco.
Yo me fundí con el agua
violenta, deseando el río.
Descomposición (II)
-Vayamos al río - te dije
estábamos en el patio
era domingo y revisabas la huerta
tenías las manos manchadas con oxido
y yo un globo en el pecho.
Desde la reposera te miraba
con un telescopio.
Si hubieses respondido
si te hubieras acercado
con hojas de citronela
o si hubieras volteado a verme
del otro lado del teleobjetivo
hubieses visto que era solo un fruta verde
que se rebanaba así misma
con cada invitación.
Y que solo era cuestión de decir.
Pero no. No dijiste nada
como quien muestra que algo se ha perdido
en las mándibulas diminutas
de las hormigas.
Y yo no oigo
no logro escuchar
más que el silencio quemado de domingo.
¿Por qué no me contestas?
El globo es de cenizas y no quiere derrumbarse.
No me siento amada, llévame al río.
Vos queriendo cambiar el lugar
querés ser el kale
sos como el kale
exótico y saludable, horriblemente mudo.
Y yo, soy como la acelga
llorando con hojas pesadas
con agujeros más grandes cada día.
Miento que tomo sol, para poder seguir
porque quiero entender
cómo fue
que dejaste de responder
por qué me quedo todavía
esperando tu voz
salir entre las cañas
cuándo comenzó mi indefensión
y por qué, por qué, por qué
tu mudez destraba así mi muerte
y me paraliza en tu jardín.
DEScomposición (III)
Me movía en tu casa como un fantasma
pedía permiso
para abrir la heladera
la alacena
para pasar al cuarto.
Anhelaba la comodidad
la confidencia
pero no estaba.
Y pedía permiso a propósito
por si acaso te dabas cuenta
de los lejos
que me tratabas.
DescomPPosicIón (IV)
Y yo andaba detrás de tu languidez
poniendo a disposición
mi robustez
Abrázame, te decía-
Y entonces dejabas que tu brazo libre
cayera sobre mi espalda
que es tan ancha, que es tan fuerte
y apenas lo sentía
Abrázame con fuerza-
Te estoy abrazando, me decías
Y yo me sumergía en los músculos
para sentir en el latido de mis hombros
alguna pista.
desDESdes (V)
Quedaba toda la tarde para andar
paseando con el perro
juntando piedras
haciendo el amor
regando la huerta.
Una tarde entera para nosotros
y me quedé
como quién insiste en ver a los muertos
y entonces allí estaban
y no fuiste feliz
y no fui feliz.
El viento del tren secó mis ojos.
¿Qué hacía sufriendo gratis?
Faltaban meses
para la pregunta correcta.
Mientras tanto en el cuerpo
florecía una granada
y crecían con ella
las mañanas negras.
Cuando llegué a casa
no tenía la tarde toda para mí
solo la noche
y un cantero de pólvora
sobre el sofá.
Rocío (30) nació en Laprida, actualmente vive en La Plata. Profesora de danzas, estudiante de Cs. de Educación (UNLP). Publica su primer libro de poemas Autopartes del Naufragio, en 2017 y Poesías para Abrir en 2019, ambos por SerSeres Ediciones. En 2019 fue seleccionado “Procesar«(videopoema) por el Festival Internacional de videopoesía VideoBardo. En 2022 publica Kintsugi Bazar de Poemas Rotos con Prueba de Galera Editoras. Colabora con textos en Literaria Pandora y Cuadernos de Danza. Ha publicado en Revista Vozal #5, Gambito de Papel, Pantomima Revista, Sisma y en diversos blogs.
Cultivo hongos alucinógenos en las macetas del balcón y los riego con el sudor de mis amores. Huelen a lavanda y azufre. Su superficie es tersa como la extensión de un salar y en cada bocado de la carne magra, blanquecina, láctea: un nirvana y un abismo
Mi vida como una película de Rohmer, el diálogo sostiene la acción, en el elegante departamento porteño sobre una silla de mimbre emulo el gesto de mis abuelas cuando tejían una manta para la madre primeriza. Pero, mi ensayo es más humilde tengo un alelí de pétalos azules que deshojo con paciencia, caen sobre mi vestido blanco las corolas, cuento por cada una de ellas una amistad perdida. Tengo una piedra de bezoar en la garganta, un dolor biodegradable por cada silencio.
A los mensajes de mis amigas que llegan empapados en lágrimas y andan con el corazón lleno de espinas: les propongo que construyamos un rosal un muro donde dejar crecer la hiedra espina venenosa en el cierto insomnio que se propaga debajo de las camas. Musicalización kafkiana del desastre. Nada es tan definitivo como un último adiós en la venia del tren que parte lejos. Y que se enquiste el presente en un momento de eternidad punzante. Ya sabremos qué hacer con estos cuerpos desgastados por la imposibilidad y la distancia, vamos a construir un jardín de cactus que se alimenten de las gotas livianas de agua cristalina que caen de los postigos de la ventana. Somos esa supervivencia, también.
Desarticulación cubista
A Paul B. Preciado
Salí de la ducha con la piel enrojecida el agua caliente apéndice del sol perpendicular en la pared me calcé un chaleco de mi abuela, las medias de mi vieja, y fui hasta la cama con los pasos de quien almendra la costra enmohecida en su vientre. Lo que tengo para decir me atraganta. Prefiero recorrer con el pulso inexacto los sabores de la infancia: la manzana rallada con canela, la cajita de caramelos, un guiso humeante y no la guerra en los ángulos de mi cuerpo donde la nostalgia coagula el olvido. Hubo, hay, habrá batallas anónimas: mi útero estridente de flores de plástico para que no se mueran para que los insectos no hogareñen las hojas. Mi cuerpo plastilinado por las manos santas de un médico regurguita por la boca de Zeus un apenas visible milagro. La curva necesaria. Y los ramos de rosas, quién los arroja ¿ hieren mis palmas. La cantidad exacta y suficiente de polvo en los poros.
Azúcar de mascabo mi pelo, una luciérnaga mi cruz en los rincones oscuros y soy una silueta a acuarelar en la pared pincelada a pincelada. Con las muñecas amortajadas sujeto mi cadena. Una cicatriz rencorosa llevándose la voluntad de habla y aun así mi sangre resulta dulce como el agua limpia y en los espejos el que no soy tiene un gemir de niño en incubadora. Decir mi cuerpo es ajeno como quien desentierra a una tortuga cuando se aviene el verano. Que mi cuerpo sea una desarticulación cubista gota de sodio en la laringe. Quisiera que no pero hoy el cuerpo es un síntoma un error claustrofóbico no es la vista, no es el tacto, no ocurre infinito en el presente: Y decir yo es como decir Y decir yo es como decir mi padre; con el párpado a media asta y su cuerpo zigzagueante se detiene en cada pájaro en cada hormiga sin saber que lo que hace no deja de ser poesía. Y decir yo es como creer que un límite un encierro encapsula un conjunto de ahoras que topan ni desencadenan en nada. Hacen del contorno una prueba de fe, dónde empiezo ¿ el aullido doliente de los pájaros decimos que cantan un río seco solo arrastra de barro, dónde termino ¿ y si hubiese un límite, qué es el otro ¿
¿Qué es esto que me sale del lenguaje? Si se siente el pulso a dónde está la guerra ¿Por qué hay un hueco en aquella trinchera con la profundidad de la garganta? De un daimon de algo que cabe en la palabra inconmensurable pero no deja de desear nombrarse otra cosa, de otra forma. Si se siente el pulso, dónde está la guerra.
Mendoza (1994) Redactora y correctora. Vive en Buenos Aires y estudia Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes. Estudió Licenciatura en Letras Modernas en la UNCuyo. Recibió el primer premio en el Certamen Literario Vendimia 2021 con su libro de poemas “Arterias” editado por Ediciones Culturales (2022). Publicó «Vampirización del ego» (Mar Adentro, 2017) y el fanzin «La conspiración de los damascos» (2019) que se publicó en México por la Editorial Ojo de Golondrina. Fue editora del dossier El Jardín de Ophelia de Revista Ophelia. Tercer puesto en Slam Argentina (2020). Forma parte de diversas revistas y antologías, entre ellas, “Flotar” (Camalote, 2021), “Palometa” (zine bilingüe, 2021), “Vote Poesía” (Grito Manso,2020). Actualmente forma parte del consejo editorial de la revista Gambito de papel y coordina el proyecto de difusión de poesía y arte visual Postales Federales.
Guárdala por nueve meses, decía la hermana, busca en el interior el reflejo de la madre que quisiste tener en los años que fuiste niña, traza el rostro de una vida con tu vientre y corre por el tiempo en los pasos que enseñan los hijos.
Cuando estés cansada busca en la mañana las fotografías que hicieron una vez la maternidad.
En puntas salta y alcanza los juguetes de antiguas generaciones. Con un puñado de pastas rasga los tejidos de alguien que no puede respirar, sostén en las piernas la fuerza para caer con las fuentes que posee la sangre en el cuerpo, con las manos limpia esas partes que no usarás en las siguientes semanas, con el agua en los pañuelos recuerda que la vida se siente antes y después de una pérdida.
Origen
¿Y si el mundo se llena de mujeres sin rostro?
Mujeres que mueren con el líquido al hacerse madres mujeres que custodian el haber sido humanas para olvidar en el monte las manifestaciones de otras memorias Mujeres no mujeres que viven en los escombros de un hombre que posee los orgasmos Mujeres que escuchan las paredes y encienden en su cuerpo la marea nocturna en el vientre Mujeres que escupen el mundo en la ventana de cada viajero que mueven los escombros en casa para permanecer Mujeres que ocultan las lecturas en su pasado que no cuentan con las olas de su rostro Mujeres sentenciadas al olvido de sus caderas que piden permiso para entrar que piden derecho al salir Mujeres custodiando la libertad en la comida mientras el mundo les niega cada rostro mientras el mundo hace de una mujer todas las mujeres a imagen y semejanza Mujeres idealizadas a un placer primero a una obligación segunda y a un quehacer sin sentido donde todas inmersas en nuestro cuerpo escapamos para no recrear el antiguo camino que dejó la primera mujer sin rostro.
Secuencia de río A “Siembra de cuerpos gramaticales”
La gente sumergía sus manos en el barro los peces bailaban buscando la respiración en la tierra. Daban saltos y terminaban con el dolor que intuía la muerte del agua.
En los días posteriores el gas pimienta se hizo dueño de los pulmones. Los gritos arrojados a una autoridad sin oídos removieron el sueño.
Los cuerpos tirados en el piso decidieron desaparecer en los informes de la alcaldía.
En el transcurso del año los ojos sostenían el aliento para determinar la paciencia de la siguiente manifestación.
Sembrados en el puente tuvieron las manos de aquellos a quienes la memoria no podría dejar en las cifras de un río hacinado en la hidroeléctrica.
Y así mojaron los pasos hundiendo su rostro en el lodo. Las palabras se movían teniendo en la contemplación la corriente del Bajo Cauca.
Los cuerpos cansados dejaron cada falange al desaparecer en la ingeniería fluvial del progreso.
Instrucciones para hacer una cruz
Envuelva el cuerpo deseado, saque tierra y, de a poco, vaya dejando la vida en el vacío de las piedras.
Para que los troncos sean recordados y los años que duren no se vayan por obra de los que sobreviven a la caída, riéguelos constantemente con saliva de las fosas.
Con cuidado tome los pedazos de hierba que crecen a su alrededor y plante tres cuerpos más. Con las manos sumerja la quietud en el rostro y olvide que tiene conciencia, los raspones habrán hecho polvo las rodillas y plantado, sobre las sogas, un aliento que crecerá donde la memoria desaparece.
El silencio, esa creencia de olvidar las palabras lentamente, volverá raíces aquellos rostros que no decidieron ser suelo.
Alejandra Becerra, nació en Bogotá, Colombia (1992). Ha sido incluida en diversas antologías de poesía, entre ellas, Veinte voces emergentes – Poesía Colombiana del Siglo XXI-, Ed. Exilio (2023) y Yo vengo a ofrecer mi poema -Antología de resistencia-, Ed. Escarabajo (2021). Ha participado en los festivales literarios El poeta tiene la palabra y Ojo en la tinta – Festival de poesía y Narrativa-. Sus poemas han sido publicados en medios electrónicos como Quira medios, Círculo de poesía y La raíz invertida, así como en la revista Occidente XXI.
Lloro cuando me quedo en silencio porque entonces recuerdo que no soy lista ni tonta, buena ni mala, que tampoco soy niña sino mujer de cuello largo y hombros de hueso.
Recuerdo el vocerío aunque también recuerdo la calma, la que ya no llega cuando me quedo en silencio porque entonces recuerdo que hay gente en otros lados que está descansando mejor o que no está tan cansada.
Ya me da hasta vergüenza
Ya me da hasta vergüenza
querer lamerte el olor a cabra de las botas, la chaqueta, de entre los dedos.
Y aunque huelas a corral, a forraje quemado, a pasto seco, yo te quiero lamer el olor a cabra cuando regresas del huerto cubierto de hierba, con la camisa mojada.
Que te quiera limpiar de tierra como las bestias, los erizos, como las ratas,
ya me da hasta vergüenza.
Lluvia horizontal
Sudo tinta china, sudo temblores, y a las nueve me recorre por la nuca un chirrido de bujía.
Las ocho horas siguientes son puñaladas sin gracia que se despegan de mi abrigo como una película de grasa.
Si la semana tiene siete días, yo duermo dos, lo que se queda más o menos, en cuarenta piquetitos.
Sudo bajo un cazo de luz hirviendo, aquí, entre las llamas y su fondo de paraguas de entierro.
Nacida en 1999 en Málaga, España, y actualmente residente en Edimburgo, Escocia, Nazaret Ranea es una poeta emergente reconocida como una de las jóvenes Makars de la próxima generación de Escocia. Nazaret es la autora del zine ‘My Men’ y la editora de la antología ‘For Those Who Tend the Soil’, que fue publicada en colaboración con la Scottish Poetry Library. Actualmente está trabajando en su primera antología. Participa frecuentemente en varios eventos de spoken word en Escocia, ha participado en lecturas en BBC Radio Scotland y debutó en el Festival Fringe de 2023. Puedes encontrar más información sobre el trabajo de Nazaret en www.nazaretranea.com
Sigo el camino químico de la hormiga obrera Se vive y se muere desde el artificio – del verbo caleidoscópico sangre ama ruta mercurio pirámide trunca sino cobre viento ángeles podridos pulpos de tres corazones el ojo que todo lo ve - Entonces morir la vida es bajo la muerte amarilla de la indiferencia Como un secreto a voces
Y tu nombre rito canto: En el horizonte moriré En el horizonte moriré Camino camino En el horizonte viviré
Supe de un crucero llamado MRC POESÍA y entendí la forma de los diamantes y caté el filo de la palabra en la calle Por primera ocasión Bailé con una retroexcavadora como quien amenaza con pasos indecisos el caminar de otro ser también indeciso frente a sí Supe de la poesía como un aeroplano Todo lo que me creí era todo lo que no supe
Quise ir con las prostitutas y explicarles que yo también soy su sombra Mas no lo hice por temor al qué es lo que pasaría si alguien sabe distinguir la transfiguración esencial de los datos que me conforman No creer también es un acto de fe Consumo el polen de las flores tras aparearse con los insectos Mientras se niega un punto se afirma la convicción de creer en aquello que se negó
Asistir al proceso de insomnio El performance Un ser en una silla parece intentar dormir Alguien lo ve Otro lo ignora a conciencia Una más no sabe qué se hace con las ganas de besar la figura de la revelación
Veo el árbol de los cadáveres colgados y es un árbol profético eso pienso Por la poesía he de morir Por la poesía Y las ciudades antiguas que no entendemos aún Dicen que la forma del maíz es la forma del espíritu Cuando la estratosfera examine mis crepitaciones y me saquen los ojos puestos en el paraíso Por la poesía he de morir por la poesía he de morir Mientras el peso de la gravedad aplasta mis granos todos hasta la creación de un nuevo mundo desde el ser que fue creado de otro mundo Las ciudades antiguas cosmopolitas La tierra antigua cosmopolita y el espacio sideral son los magnetos que me signan Soy maíz porque soy proverbio del hambre
Desperté Muerto de la risa Era un cadáver mi corazón Desperté Antes de la singularidad de la consciencia la resurrección Morí Entendí la totalidad de un chiste repetido Desperté Como un fantasma Soy fui seré
No creer también es un acto de fe Entonces resucito como un pueblo desde la lengua muerta Así debería resultar nuestro deseo Insufrible Como quien envía un tweet bajo la lluvia Sabiendo del frío tono azul en su plumaje Sabiendo de la furia de la posmodernidad y de la fuerza del agua cayendo también azul como un gigante Así debería ser nuestro cariño Llevando los incendios desde los escondrijos entre la roca Hasta los árboles allá en los bosques lluviosos del cenit que es como la necesidad de nuestro amor Sin leer la distancia Sin leer la distancia
Acaricio al fin la ternura
Voy así cómo va un misil guiado a la belleza ya sin mirar porque eso de la forma de ver es antes de la forma de llegar voy por supuesto íntegro y necesitado sabiendo todo lo relacionado con el encuentro no porque vos estés del otro lado de esta distancia únicamente sino porque siempre estuviste entre mi sangre escribiendo tu nombre como un poema en llamas un lenguaje que se tatúa en mi carne, y Acaricio al fin la certeza de la ternura Nadando en mi elemento sin el temor del agua que es lo que transforma, y voy Desnudo, sin contingencia Revolución dialéctica es esta naturaleza divina Espiritualmente cada vez más mío como lo soy cada vez más tuyo Aferrado a la idea de no perderte nunca, y Especie en extinción es la forma de tu amor lo sé Secreto que disfruto deshilar como quien dice despacio el alfabeto Maravillado por el sabor de la risa, y esa paz deliciosa entre la velocidad del mundo Enmudecido por la temperatura familiar de un beso en la conciencia Renaciendo como una profecía de la razón Acuerpando mi amor que fue disperso entre el desierto, mientras Lanzo como un dispositivo toda la red de mi corazón Diciendo tu nombre como quien dice el código único del futuro Acariciando al fin toda la ternura.
Año 2022 - profecía de la colisión [Selfie b612]
Siempre quise ser un rockstar. Entonces me creí Charly García: siempre despertaba y aún estaba en llamas. Fui por muchos años el lado coqueto de la palabra inconforme, siempre sentí que mis huesos no eran mis huesos solamente, y es que los huesos esos de la memoria y el huesito ese de la lengua, fueron para mí el quantum, el frío, la fortaleza; los huesos míos, los huesos míos, los huesos inflamables del espíritu [también míos] que son luz, dimensiones alternas, escultura abandonada en el camino. Recuerdo que siempre quise ser un rockstar, entonces construí un deseo como quien sufre un delirio, con platillos colores guitarras hielo seco bajos eléctricos y esas cosas de la acústica que tanto se ama de los conciertos y el acetato; una banda con chicas al asecho y besos y piel hermosa, una banda con voces y poemas, con desenfado, humos y luces, con amor con penumbras y sexo. Mucho sexo. Algún día por supuesto estallará el olvido. Y siempre, siempre quise ser un rockstar de huesos rotos y llamas en la palabra; entonces [como aquel que recuerda el color de una rosa en un planeta en la memoria, mientras dibuja elefantes engullidos por serpientes] configuré mis miedos y fui una banda sexy y violenta, un pescado rabioso de sombras y pirotecnia. Siempre, siempre sentí que mis huesos eran siempre roca, tierra, polvo del polvo, suelo del suelo, partículas de dioses falsos; y es que mis huesos nunca fueron sólo mis huesos. Mis huesos, que rayé como quien raya en una cueva los dibujos de una tormenta, de un cazador, una muerte, una vida por vivir; como un grafiti en el sudario de mis poemas. Mis huesos mis huesos esos que son luz, penumbra, pólvora. Mis huesos esos que al caminar se parecen a la marcha de los martillos en la película de Pink Floyd, pero en realidad fueron la marcha de mis vestigios, dicen que algún día, algún día estallará la película de mi voz entre toda la velocidad de esta realidad aumentada, y heme aquí entonces que siempre quise ser un rockstar; por eso mi osamenta lleva el nombre de un asteroide.
Alguien entra o sale de un establecimiento arma en mano #corazonterrorismo amenaza con la sinceridad tremendísima de un mantra prestidigitador:
Amar es destrucción masiva Amar es destrucción masiva Amar es destrucción masiva
Alguien más corre desdichadx asexual a una muchacha a un muchacho le hiere la furia de la sensualidad en una mirada la iridiscencia de los verbos por estallar dentro muy dentro
Amar es destrucción masiva Amar es destrucción masiva
Prefiguro que mi corazón se compara a un colisionador de partículas parezco estar roto pero es solo que las dimensiones alternas actúan extrañamente en la conciencia #terrorismodelcorazon hay pantallas de celdas fotovoltaicas que narran la inocencia del clandestino amor entonces unx vive en una ilusión donde todo ocurre como debería pero Amar es destrucción masiva
Digo que yo también soy ese sujeto que entra o sale de la realidad como quien entra o sale de un sueño
Necesito que alguien destruya mi corazón por única vez, una vez más; necesito que alguien rompa con todo o acaricie mi estanque mis crepitaciones mi fe
Mi arma preferida es la vida reclamando amor
y Amar es destrucción masiva Amar es destrucción masiva Amar es destrucción masiva.
Rommel Martínez Comayagüela, Honduras.(1989).
Poeta. Co – editor de la revista de literatura centroamericana Arspoética 1970. Premio Nacional de Poesía Los Confines 2018, con su libro: A712 [para leer de viaje] -Editorial Universitaria. A712 es la primera parte de la trilogía Profecía de la luz, junto a Fantasma (Ediciones El Pez Soluble – 2022) y Pólvora (inédito). Ha publicado sus poemas en revistas digitales e impresas, antologías, plaquettes y en blogs de varios países latinoamericanos, España y EEUU. Traducido parcialmente al portugués. Dirige los ciclos de entrevistas EL Fuego Paralelo – pláticas en torno a la poesía. Ha participado en festivales y encuentros literarios dentro y fuera de su país. Dirige El Desahogo del Pez: blog, revista literaria, y canal de YouTube. Fundador de Proyecto Fantasma: Poesía + performance + música experimental. Tiene una relación de amor y odio con la metadata y ama los perros aguacateros.
Los hombres que pasan con piedras y cuchillos, dicen que ellos no han subido al cielo ese manto negro lleno de relámpagos.
Los he visto marchar haciendo un ruido de cadenas con sus pies de barro. El cielo era una muchedumbre sonando como un río y se escuchó decir que a los pájaros los habían callado con un trapo oscuro sobre sus cabezas.
Nadie lo había soñado. Pero algo terrible crecía por dentro en todas las esquinas: un fuego, porque se escuchaba de a ratos que algo en el silencio crepitaba.
¿Una hoguera? Y el lejano sonido de un tambor, marcando ritmo, como un latido.
También se vieron hombres con la cara cubierta por cenizas golpeando dos piedras para hacer fuego.
EN LA TIERRA DE LOS HOMBRES Y LAS MAQUINAS
Mi casa ya no tiene memoria pero habita debajo de mi piel, donde el aire tibio del verano avanza, apagando los jazmines porque llega la navidad.
“Son piedras” – dice el demoledor, ordenando a la cuadrilla la desmantelación total de la historia familiar, el genocidio de todas las fiestas, la deportación absoluta de cada azulejo, destinado ahora a engrosar los depósitos gigantescos de la empresa de demoliciones.
“Son piedras” – dice el capataz, mientras todos los deudos al unísono, tiramos desde la vereda de enfrente los claveles más blancos que encontramos en la tierra de los hombres y las máquinas.
CASAS
Me parezco al que llevaba el ladrillo consigo para mostrar al mundo cómo era su casa Berthol Bretch
¿Cuántos golpes de lluvia más podrán soportar los más solos de la tierra?
Porque detrás del relámpago golpea el trueno, y luego cae la lluvia como una guerra.
Pienso. Lo veo. Y duele. Hasta el color de la piel cambia. Es la intemperie. ¿Lo ha visto usted?
Esa sombra que pasa delante de las estrellas metida dentro de cuatro prendas de lana de vivos colores… ¿Los ha visto?
-¿Usted que sabe del mundo? -Diga -¿Para qué llevan una puerta debajo del brazo?
TRÁFICO
¿Has visto cómo tiembla un pájaro bañado en fiebre por el canto nocturno de otro pájaro?
Hay jaulas vacías arrumbadas en un sótano. Pero hay, siempre hubo, hombres de cabellera helada dejando pájaros en las fronteras.
Dicen que son traficantes de alas, comerciantes oscuros de vísceras y cantos y que no están dispuestos a pagar un solo peso por tu trino.
Por eso llevan chalecos a prueba de llanto fácil y manuales de hierro donde ha sido eliminada la palabra ternura.
Jorge Palma (Montevideo. Uruguay, 1961)
Poeta, narrador, periodista y divulgador. Ha publicado seis libros de poesía. Entre el viento y la sombra, 1989. El Olvido, 1990. La Vía láctea, 2006. Diarios del cielo, 2006. Lugar de las utopías, 2007. La voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas, 2018. El testamento de las mariposas, 2020. Papeles Invisibles a la luz de la luna, 2022. Entonces noviembre, 2022. En el nombre del Padre, 2023. Narrativa: Paraísos artificiales, 1990 (cuentos). Su poesía ha sido publicada en varias revistas latinoamericanas y de otros países del mundo. Letralia (Venezuela). UNAM (Mexico). Akzente (Alemania). Wasafiri (Inglaterra). Ha sido coordinador para Uruguay de la revista Caravansary (Colombia). Actualmente es asesor de la revista Santa Rabia (Perú). Su poesía está traducida al inglés, francés, italiano, árabe, rumano, macedonio, húngaro, griego y alemán.
Accésit Premio Pilar Fernández Labrador,2022.
Premio Rey David de poesía Bíblica Iberoamericana, 2023.
VÁLIUM
No abras la puerta madre
en esta habitación hay un canto siniestro de fármacos y jeringas
un hombre pronunciando el nombre de la tristeza
un hueso deforme que asemeja la dureza del corazón
Madre detrás de mis ojos están los ojos muertos de mi hermano
detrás de mis manos de mi voz de mi angustia
de mi sombra iluminada por las moscas
Madre no abras la puerta
puede ser que las bestias arrullen el alma de tu hijo
que los chacales extingan su cordura sobre mi carne
que mi risa recuerde a una mañana lluviosa en el cementerio
Madre ¿quién está parado al otro lado de mis años?
¿quién se ríe de nosotros y voltea su mirada hacia la tumba?
¿cuántas veces mis lágrimas te han quebrado los ojos
y pulverizado caricias que dejaron los fantasmas de los últimos años?
Qué vergüenza haber nacido muerto qué vergüenza haber nacido
en este oficio eterno de Caín levantando reinos
con este espíritu de Lázaro ignorando la voz de Cristo
con esta geografía de labios sin labios de rostro sin beso
con estas treinta monedas de plata sobre mi lengua.
No abras la puerta madre
puede que te encuentres retratada sobre mis ojos
que la primera palabra que escuches
la hayan escrito los escarabajos entre mis dientes.
NICOTINA
La araña teje en mis pulmones
la raíz de mi próximo nacimiento.
LAMENTO DEL CARNERO
El principio del terror es una página en blanco. La memoria arroja su sangre por la nuestra. Ambición estéril escupen los años, ambición de encontrarse al otro lado del fracaso. Madre, ¿me escuchas? Estoy escribiendo sobre una lápida que lleva el nombre de tus hijos y de los nietos que no llegaste a conocer. Nada. Nadie tiene sentido. Ninguna mano tapa mi vergüenza, ningún latido esconde mi morir. Me duelo doliendo tu dolor; me lloro viéndome llorar tu llanto. El principio del terror es una colmena que se agita, una lengua que se desliza por la espalda, un silbido que atraviesa los huesos, el páncreas, el hígado, los pulmones. He llegado para observar tus restos y los restos de mi niñez, para verme devorado por espejos y escuchar tu canto silenciando mis pupilas. Otra vez nazco derrotado en esta tierra, sobre dos guantes blancos y fríos, sobre el aroma ruidoso de la tristeza. Desde aquí te escribo, madre, desde tu vientre y mi renuncia. Este dolor no será importante para los periódicos, la conmiseración o para escribir un gran poema. No tendrá la estatura del vacío, ni cubrirá siquiera la geografía de mi soledad. Estoy solo desde antes que te fueras: desde que mi padre fue detestado por el suyo, enterrando los juegos a punta de patadas en sus costillas. El principio del terror es una cruz dibujada frente a mi voz, un abismo colmado por los colores del naufragio, una barca lluviosa estacionada a las orillas del invierno.
RECOMENDACIÓN PARA EL BUEN LECTOR
No odies a la hormiga que devora al pájaro,
ni ames al perro doméstico que lame los huesos:
esto que digo es una alfombra peligrosa,
un ojo cayendo desde todos los balcones.
Toda la belleza cabe en el vientre del gusano.
Toda amargura puede ser dicha desde los labios del silencio.
Percibir el poema no es haberlo entendido todo,
ni sentir amor por el lirio que ya es hermoso.
Percibir el poema es una promesa con el vacío:
saborear la gota de sangre
que se queda en la boca.
Los textos anteriores pertenecen a El libro del carnero (Editorial EquiZZero, 2021).
EL FIN DE LA INFANCIAWhere childhood ends, poetry begins
Andrei Tarkovski
Al despertar,
mis labios aprendieron la arquitectura del frío.
Mi amor por el lenguaje
es el amor del río mismo contra las piedras.
Observo estos dedos,
que antiguamente acariciaron un vientre,
que se humedecieron al interior de la noche
en una planicie confusa de fiebres y costumbres,
observo estas manos, estas uñas, esta pareja de sombras,
que en algún momento reposaron en las espaldas de mis amigos,
que sostuvieron el rostro más inocente de mi hermano,
que se apretaron con tanta seguridad al brazo de mi madre.
Se me diluyen los ojos
y mi lengua es un tren descarrilado,
un músculo en que la palabra intenta
comprobar la flexibilidad del signo.
Ha llegado hasta mis huesos el final de la infancia.
Se evaporan todas las lágrimas,
se desdibuja la seguridad del día siguiente.
Con tu corazón no termina mi sangre;
lo repito y balanceo esa cordura que besaron tus labios.
Con tu corazón no termina mi sangre;
repito y limpio una lápida vacía para recibir cualquier nombre.
Con tu corazón no termina mi sangre;
digo, y guardo el rostro de aquel niño que fui.
Pasarán los años.
Alguien celebrará, este-mi-dolor con un beso
y dirá que mis palabras tienen la misma edad que mis ojos.
Desnudo su cuerpo frente a mis manos,
olvidaré por unos minutos que llegué a escribir este poema.
Rodará mi cabeza colina abajo de mis venas
como un dado multiforme para marcar mi suerte,
y mi corazón estará alejado de mi corazón,
y mi carne será prudente al conversar con el fuego.
De cara al insomnio
el hombre que fui será abrasado por mis canas,
y la tierra que seré:
pisoteada por la diminuta huella de algún niño.
Pasarán los años, digo,
sin tener la certeza de cómo envejecerán mis palabras,
o en qué manos amanecerán estas hojas,
si amarillentas y llenas de polvo serán encontradas,
si el hijo de alguien recogerá este libro
como quien recoge un gusano pequeño y energético,
que se retuerce,
parecido a una lengua extinta,
y del que no sabe, ni sospecha,
cuánta muerte lleva en su interior.
Pasaré, estoy seguro,
como han pasado frente a mis ojos:
estos 28 años de infancia.
HOUSE OF CARDS Para mí, ser yo mismo no es suficiente,
¡dejadme ser todo el mundo!
Yevgueni YevtushenkoAdónde banderas orgullosas para vaciar nuestra fe
adónde el abrazo que nos evita
empacar hijos propios en el amor extranjero
de los mares y los desiertos.
Joaquín Prada
He recibido el amor suficiente
y todavía llevo la orfandad como bandera.
He nacido tantas veces en tantos años;
hijo ilegítimo de la contradicción,
primogénito de una rabia
que espejea su rostro con el amor.
Una casa es incapaz de salvarte de un país.
El terror más puro cierra su párpado sobre nuestra sangre,
y comparto esta lágrima, esta espina,
estos látigos escritos como rieles en la mirada.
A lo largo de los años,
nos han dicho que Cristo fue capaz de caminar sobre las aguas,
pero nadie nos confiesa que, bajo aquellos pies,
eran sólidos los cadáveres, y firmes los llantos de dura sal.
Algo queda de esta tierra en la boca de mis hijos,
un tatuaje oscuro que les corta la lengua,
que les inaugura una vergüenza inédita por sus primeras palabras.
Gasa diminuta es mi último abrazo,
y soy aquella niña que recuerda a su madre
con una sonrisa de alambres torcidos
en medio de los coyotes.
Soy ese lenguaje de las arañas
y su geometría adivinando el vacío,
en algún vagón cargado de combustible y lamentos.
En esta baraja de nombres:
ninguno de nosotros importa.
Y es la frontera un corazón que palpita en nuestras bocas,
a la hora en que habremos de soltar las cenizas de nuestro último beso.
El cementerio del lenguaje es un cementerio de historias ocultas.
Yo escojo leer los nombres, recoger el musgo,
y en medio del llanto: masticarlo como el pan.
Los dos textos anteriores pertenecen a Revólver (Sión Editorial, 2023).
Josué Andrés Moz, 1994.
Es poeta, narrador, vendedor de libros, corrector de estilo y gestor cultural. Ha publicado: “Carcoma” (2017), “Pesebre” (2018), “Babel” (2020), “El libro del Carnero” (2021) y “Revólver” (2023). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, árabe y francés. En los últimos años ha participado en congresos, ferias del libro y festivales de literatura,