Selección por María Macaya Hijas de Safo Para leer este poema debés llevar un sostén negro con encaje, sin cordones. Lo irás soltando poco a poco como si fuera de palabras, como si no tuviera comas, ni ganchillos, ni botones. Tomarás el tirante como un renglón que nada pesa y liberarás tus pezones, versos sin candado que no apuntan a la rima. Comenzarás en la estrofa que se parezca más a vos, no tenés que detenerte. Terminarás desnuda en el regazo de Érato, pero no serás poesía, ni musa, ni ninfa. Serás la poeta, la hija de Safo, la castradora de Zeus. Paradigma Yo también me pensé irresistible, soñé que era bella y perfecta que mi ropa y maquillaje daban ese último acabado ese tono impecable entre mujer y muñeca. Mujeres de jabón Ariadna no quiere lavar platos, ¿qué podemos hacer? No le gusta el jabón. Digámosle que el jabón es una luna, que con él se fabrican cielos y las manos se vuelven fuertes como palmas, que el jabón hace a las mujeres sabias en limpieza y en amor, que la mujer es como mucho jabón en la historia, que la historia de la mujer es como jabón. Ella tiene que entender que los platos son hijos y que hay que mantenerlos limpios, solo la mujer sabe en sus entrañas el valor de la limpieza, solo la mujer entiende lo que vale una cocina con platos transparentes y vajillas azules. Ariadna debe comprender que su edad es de jabón, su cuerpo, su alma y que puede resbalar en cualquier parte y dejar de ser la niña que huye a los platos. Las mujeres, solo somos la espuma frágil que se marcha con el agua y que no permanece en ningún lado. Mi hija tiene que aprender a amar el jabón y a ver en sus favores la paciente humildad de las uñas débiles, del sarmiento de las manos y de la imaginación apagada. El jabón es solo una burbuja de escape a la mugre del tiempo, una ausencia para limpiar las ventanas de recuerdos y dudas. Tiene que aprender que los sarros del engaño, también se lavan con jabón, que todo se lava con jabón, los dolores y regaños. Mi niña Ariadna debe comprender que las lágrimas simples de mujer son como manchas en el piso y que el jabón también lava el alma, que la mujer tiene que tener limpios el rostro y la casa. Las mujeres deben ver en el jabón la sonrisa de una abuela, la luna de una mujer es solo una burbuja y el sol es otro aliado del cansancio, otro amanecer, otra escoba que barre los sueños. El jabón, ese bálsamo eterno que nos limpia de cerebro y placer, mientras bailamos nuestra cabeza en medio de serpientes y frutos para que los jueces nos culpen de tener labios y ojos, de ser la espuma, la parte limpia del jabón, de ser mujeres de jabón que han resbalado la vida, que los han hecho caer todas las veces y se han deshecho en el tiempo para restregarse en la culpa.

Selene Fallas, nació en San José, Costa Rica en 1978. Estudió Literatura en la Universidad Nacional hasta obtener el grado de Licenciatura, también es egresada de la Maestría en Literatura Latinoamericana de la Universidad de Costa Rica y fue profesora en esta casa de estudio durante diez años. Ha publicado diversos artículos sobre literatura costarricense y latinoamericana y participado en varios congresos especializados. En 2015 publicó el libro El teatro en Paradiso, un análisis sobre la novela del cubano José Lezama Lima. En ese año también publicó su primer poemario Hijas de Safo (de donde son los textos que les comparto. De este libro el poema «La cólera de Tetis» fue traducido al italiano y publicado en la revista Proa (Italia) . En 2018 colaboró con el libro 100 años de literatura costarricense (tomo II) (Flora Ovares y Margarita Rojas, Editorial Costa Rica).En el año 2020 se incluye su poesía en el libro Antologia della poesia costaricana (Emilio Coco. Raffaelli Editore). En 2021 colabora en la publicación 20 sobre 21 Literaturas costarricenses del nuevo siglo: ensayos (Albino Chacón, G.A. Chaves, Gustavo Solórzano-Alfaro, Editorial Costa Rica). Actualmente trabaja en su próximo poemario y por un proyecto personal, reside en Montgomery, Alabama. EEUU.