Gestión por María Macaya
Del libro “Los pájaros de Hitchcock”
LÁTIGO. BREVE HISTORIA DE AMOR.
No puedo admitir que los sueños
Sean privilegio de las criaturas humanas.
Lêdo Ivo. [El sueño de los peces].
El látigo sueña con ser enredadera y parir flores.
Que su aroma seduzca a las abejas.
Que los enamorados lo conserven en cajitas de cristal
color turquesa.
Quiere vibrar con la lluvia
en lugar de podrirse.
Quiere ser hormigón, caricia y condimento.
La mano que recibe
a los recién nacidos.
La añeja tibieza de la almohada
que conoce de memoria
el diámetro y cansancio de la dura cabeza.
El látigo proyecta
ceñir a su cintura
un ramo de azucenas.
Atizar en su oreja tres nidos de oropéndolas.
Su aspiración suprema
es marcar con sus pétalos
en el centro de un libro
los versos de un poeta.
El látigo pretende bautizar caracoles,
perfumar las orquídeas, bendecir los amores.
El látigo ha perdido la razón.
CERDO. TRIÁNGULO NORTE.
Nos dividíamos en ebrios y sobrios,
inteligentes e idiotas, ebrios e inteligentes,
sobrios e idiotas.
Efraín Huerta. [Borrador para un testamento].
El cerdo se salvó de morir acuchillado
en un motín carcelario,
se salvó de morir en un barrio contrario.
El cerdo
se salvó de morir en demencia
agrietado
por las salvajes púas
del crédito imperial. Se salvó de morir
violado por su padre.
El cerdo se salvó de ser humano.
LAVA DE QUEZALTEPEQUE. 1979.
Y todo esto pasó con nosotros
Los últimos días del sitio de Tenochtitlán.
[Canto de angustia de la Conquista: la visión de los vencidos]
Playa fúnebre. Cada día
el sol brota con las manos sobre el rostro, espeluznado
de ser el primer testigo del estropicio:
el iluminador de la barbarie.
Encima de las rocas congeladas
el amor fue derrotado cuerpo tras cuerpo.
Algunos de esos cuerpos conservaban la vida
al ser arrojados desde los autos sin luces.
Con trepidantes ráfagas los hicieron melcocha.
Masa desconocida.
Ojos vaciados, huesos triturados, gargantas perforadas,
piel desollada.
Xipe Totec decapitado.
(¡Cuánta vergüenza para los nobles instrumentos!
El hacha. La sierra. El martillo. El dócil alambre.
Los laboriosos machetes.
Degradados. Humillados. A su pesar malditos)
Concurrieron las bestias vagabundas a perder su inocencia,
a picotear ojos aterrados,
a disputar erizados corazones,
a desvanecerles para siempre los caminos.
Esos cuerpos no conocerán más tumba
que estos ojos insomnes,
insomnes,
para siempre insomnes.
PÁJARO. MISIÓN.
en un oído escéptico
el secreto no es secreto en absoluto
Rumi
Picotea-picotea-picotea.
Raya con su pico. Escribe. Describe.
Picotea-picotea-picotea.
Desentierra fantasmas del polvo.
¿Qué buscará?
¿Qué encontrará?
Sigue picoteando.
Picotea-picotea-picotea.
Talla.
Orfebra.
Mide.
Plumifica.
Hasta dejar en tierra esa palabra nunca antes pronunciada,
surgida de su pico indoblegable, de su artesanía febril.
Ha escrito el irrepetible nombre de Dios
y vuela.
MUJER DE LA CALLE. NOCHE DESIERTA.
El que está hambrienta no se preocupa
por los tabús.
Poesía anónima yoruba. [El hambre].
Llevo un agujero en el estómago y otro en la mano.
Nada cabe en ellos, aunque debería meter ahí a todos los machos que he conocido
y que no podrán asistir a mi funeral
porque, definitivamente,
morir no es mi oficio.
Amo a las mujeres que se hacen peinados altos y se sacan las tetas en los buses
para amamantar a sus pequeños hijos
sin sospechar la cantidad de criminales que irrigan con su leche.
Me quedé sin palillos de dientes, mondadientes me dicen que se llaman.
Yo no entiendo cómo es que pueden fabricarlos.
Los niños son más fáciles de hacer, pero los mondadientes
no mueren en las guerras,
ni te amarran las manos a la espalda,
ni te disparan en las manos,
ni te atraviesan el vientre con una lanza de desprecio.

Otoniel Guevara
El Salvador, 1967. Poeta y editor. Dirige la editorial artesanal “La Chifurnia”. Gran Maestre de poesía por el estado salvadoreño. Ha publicado unos 40 títulos de poesía.